Holter
4 años después
—Estamos a solo segundos de presenciar algo insuperable, Kennet Holter está por llevarse el décimo título de campeonato —vitoreó el presentador de las noticias. Seren esperaba en uno de los hoteles más elegantes de Mónaco mientras su protegido se codeaba en la vida mundana.
—Holter ha demostrado ser un piloto sereno, nunca en mi vida había visto a un hombre como él tomar esas curvas, es como si la velocidad la llevara en la sangre… —secundó el otro presentador.
Los gritos no se hicieron esperan cuando el automóvil de Holter cruzó la meta. Seren suspiró profundamente, tomó su bolso y salió del hotel.
Kennet había estado practicando con esmero para llevarse ese décimo título, su escudería estaba extasiada por su logro, era invencible cuando se traba de correr con su F1, nadie podía alcanzarlo, aunque disfrutaba de la competencia, Josh Maltón le había pisado los talones y eso solamente generó una adrenalina en su cuerpo que hace muchos años no sentía.
Tuvo que acercarse al área de prensa para dar un par de entrevistas después de que le entregaran el trofeo y lo bañaran en champaña. Así, completamente mojado, con una sonrisa en sus labios, se preparó para recibir a los periodistas.
Kennet además de ser un excelente piloto era la aspiración de muchas mujeres para algo más, pero todas ellas tenían un problema, eran humanas.
—Felicitaciones, Kennet por tu décimo gran premio, ¿Qué se siente? ¿El retiro toca a tu puerta? —cuestionó una rubia despampanante que no perdió el tiempo en cruzarse de piernas y acomodar su larga cabellera.
—¿Retiro? Sé que muchos esperan ese momento, pero no les daré el gusto —bromeó y sonrió con coquetería mientras alejaba el cabello húmedo de su rostro. Los presentes también rieron y después las preguntas continuaron.
Kennet mantuvo la calma, muchos lo tachaban de pretencioso, seguramente todos ellos huirían de él de solo saber la verdad detrás de su fachada. Un hombre lobo codeándose en un mundo humano, pero él había crecido allí, entre ellos. Odiando el hecho de tener que aparentar.
Los deportes extremos fueron un buen refugio para descargar su energía, sin embargo, nunca bastaron, jamás había un humano capaz de competir contra él. Solamente hasta que pisó una pista de carreras fue que tuvo la experiencia de vivir al límite, pero habían pasado diez años y los campeonatos se apilaban sin un buen competidor.
Kennet mantuvo la sonrisa en sus labios y la felicidad del momento hasta que sus ojos se fijaron en Seren detrás de todos los presentes. Su expresión cambió drásticamente, dio por terminada las entrevistas escudándose de estar cansado.
Se despidió con unas últimas fotos, su logro que ahora era empañado por la presencia de Seren.
—Necesitamos hablar —aclaró la mujer alcanzándolo detrás del escenario construido para las entrevistas, como había hecho para pasar la seguridad, ni siquiera quiso preguntar.
—No es un buen momento, búscame mañana —dijo Kennet sin detenerse. Alzó el trofeo y sonrió descaradamente. Seren detuvo sus pasos cuando la multitud llegó.
Observó a lo lejos a Kennet Holter, realmente era muy diferente a su hermano Kringer, aunque físicamente fueran muy parecidos. Kringer jamás pondría su vida mundana antes de la manada, sin embargo, eso solamente debía deberse a su crianza lejos de blå skog.
Kennet ahora era un hombre lobo con sus prioridades lejanas a la manada, Seren lo advirtió desde el día que lo obligaron a salir de blå skog, pero nadie podía ir contra las reglas del Alpha.
Lo miró alejarse rodeado de su mundo, porque Kennet tenía un lugar en donde él mismo escribió sus reglas.
La noche para el hombre lobo fue como lo había esperado, repleta de lujos, alcohol, mujeres y sobre todo de elogios para él. Después de meses de entrenamiento y de una carrera emblemática, solo deseaba poder dormir, sin embargo, los planes de Seren eran otros cuando interrumpió en su habitación abriendo cada ventana de su lujoso cuarto de hotel.
—¡Qué mierda! —vociferó cuando la luz dio en su cara.
—Ahora tengo tu atención —dijo solemnemente Seren manteniéndose en el centro de la habitación. Era una mujer de cabellos rubios, con una mirada inquisidora, y de casi dos metros. Cualquiera podía tenerle miedo.
—Cuanto tiempo, querida Seren —saludó con ironía alzando la mano como si realmente le importara su presencia.
—Sin duda, amo Kennet.
—Deja los formalismos, Seren. Me temo que tu visita no es de cortesía —dijo poniéndose de pie. La mujer ladeó la mirada cuando se percató que estaba completamente desnudo.
Kennet entró al baño donde buscó darse una ducha mientras Seren hablaba desde la puerta.
—Me temo que es de suma importancia…
—Puede ser después del desayuno.
—Pasan de las tres, amo Kennet.
—Después de la comida, entonces —solucionó mientras se lavaba el cabello.
—Es importante —dijo tendiéndole una toalla al salir de la ducha. El cabello de Kennet y su barba estaban completamente empapadas, debió secar con otra y atar la que Seren le dio en la cintura.