Valentina intentó alargar todo lo que pudo el encontrarse con Matías y darle una explicación. Pero como pasaban las horas le fue pareciendo injusto decir una mentira más, sin embargo, las circunstancias estaban tan llena de falsedades.
Ximena inició con ese sinfín al llegar con ellos, y tener al bebé e irse sin mirar atrás. No conocía a su hermana, no tenían ninguna fotografía actual, en trece años pudo haber cambiado tanto que ni siquiera el mismo color podía seguir siendo su favorito.
Entonces el paso de los meses con niño a su cuidado debió sortear la primera pregunta, ¿quién es mi papá? Ciertamente, el nombre fue lo primero que olvidó después de tantas cosas vividas, estar sometida al tratamiento contra el cáncer, sacar el rancho adelante y criarlo.
Debió negarle una verdad más, omitir esa conversación, pero seguía siendo insistente. Entonces Valentina tuvo que recurrir a postergar lo más que pudiera esa charla entre ellos.
Matías era un niño muy inteligente, fue hasta entonces que gracias a una conversación en la escuela que escuchó sin querer lo que le dio un respiro.
—Mamá, ya no quiero saber quien es mi papá —dijo una tarde con seguridad a los seis años. Valentina abrió los ojos como platos por aquella confesión.
—¿Qué dices, Matías? —cuestionó incrédula y asustada.
—No quiero saber quien es, cada vez que te pregunto tus ojos se ponen tristes, y no quiero que estés triste mamá. Si hablar de papá te duele, entonces no quiero saber nada.
¿Que contestarías ante esa declaración?, Valentina tampoco supo qué decir. Matías cumplió su palabra, jamás volvió a preguntar por él. Los niños podían llegar a ser muy crueles, hubo más de uno que le preguntó por su padre.
Y la contestación de Matías fue dura muchas veces…
—Tengo a mi mamá Valentina y no necesitó a nadie más.
Para Valentina eso era un rayo de orgullo, como ciertamente para ella también tener a Matías le era suficiente. Solamente hasta que él lo declaró fue que se permitió aceptar que era su hijo sin importar nada o nadie más. Porque el miedo de que Ximena regresara estuvo latente por mucho tiempo, su recelo por no encariñarse la ató a un sin sabor horrible que con la presencia de Kennet volvió de golpe.
No quería perder a Matías, era su hijo, aunque no lo hubiera parido en ese rancho, aunque no sintió sus patadas dentro de su vientre, era suyo y de nadie más.
Tomó el valor que necesitaba antes de entrar en la habitación de Matías, quien acaricia a topacio en el suelo.
—Mamá —pronunció al verla, y esa palabra caló diferente en su interior.
—Pensé que dormirías —dijo sentándose juntó a él en el suelo con topacio entre los dos.
—No puedo —indicó sin mirarla y sin dejar de jugar con el pelaje de topacio.
—Yo tampoco… ¿Quieres preguntarme algo? —Matías negó moviendo la cabeza, sus cabellos rubios se alborotaron —. Puedes hacerlo…
—No quiero que estés triste — dijo el niño sin verla. El corazón de Valentina se apachurró al escucharlo.
—No estoy triste —mintió.
—Podemos hablar después, mamá, creo que ya tengo sueño —señaló poniéndose de pie. Valentina lo tomó de uno de los brazos y lo atrajo hacia ella para abrazarlo.
—Vamos a estar bien, lo prometo —dijo mientras lo abrazaba con fuerza. Matías solamente se aferró a ella.
Acostó a su pequeño colibrí y le dio un beso en la frente antes de abandonar la habitación. Matías parecía decidido a dormir, pero Valentina no estaba segura de ello, tampoco iba a poder pegar un ojo, aunque se lo propusiera.
Caminó en los alrededores de la casa, hasta sentarse bajo el almendro de su padre. Ese día iba a llegar tarde o temprano; sin embargo, en su corazón añoró que nunca hubiera pasado.
Kennet tampoco estaba pasando la mejor de las noches, sus habitaciones habían sido acomodadas una tras otra en un mismo pasillo. Salió a caminar con la intención de pensar bien las cosas después de que Seren le confesara que Valter trabajaba allí como uno más.
—Debes entender que era necesario estar seguros, yo le pedí a Valter esperar.
—No entiendo tu necedad de mentir, ahora tengo que fingir que soy su padre.
—Ese niño ha crecido lejos de su manada, pero, aun así, muestra de quien es hijo, es el próximo Alpha de blå skog, solamente tenemos que esperar un tiempo.
—¿Crees que ella nos lo dará así de fácil? Piensas que me dirá… ten llévate a mi hijo…
—Únicamente debemos esperar, Kennet. El heredero de blå skog vendrá con nosotros sin necesidad de lastimar a nadie. Valentina entenderá que es lo mejor… Ella misma nos entregará al hijo del Alpha.
Kennet estaba abrumado de tener esa conversación con Seren. Las mentiras no las soportaba. Notó a Valentina a lo lejos y como debió esperarlo tampoco podía dormir. La mujer caminó hasta un árbol donde tomó asiento.
Meditó todas sus posibilidades, se acercó hasta ella, quien alzó el rostro e inmediatamente limpió las lágrimas que corrían sobre sus mejillas.