El Hijo del Alpha

Impetuosa

El grado de protección que Matías profesa hacia Valentina era el que un cachorro le tiene a su madre. A él siempre le enseñaron que las mujeres lobo poseían una conexión especial con sus hijos, algo que nadie más podía tener o entender.

Katrina era una madre que los conocía a la perfección, por lo menos eso les hizo sentir, sin embargo, al hacerse mayores ese lazo de comunicación se desgastó o se mantuvo en el olvido entre ellos.

Su padre se encargó de decirles que las humanas no podían ser buenas madres para un heredero lobo, porque no poseían ese lazo al no ser mujeres lobos. En ese momento Kennet dudaba de la aseveración de su padre, y si se había equivocado todo ese tiempo…

Con la conversación que mantuvo con Valentina pudo darse cuenta de que Matías no había enseñado su parte lobo desde su nacimiento. Por lo tanto, él vino al mundo siendo una mezcla entre ambas especies. Los bebés de mujeres lobos salían al mundo con su parte dominante, pequeñas bestias que con el paso de los meses iban perdiendo ese estadio.

Se volvían cada vez más hombres que lobos, porque a ellos les enseñaron desde muy niños a controlar su parte animal. Era necesario para sobrevivir en un mundo donde los creían monstruos.

Los bebés lobos se comportaban irracionales y dominantes, e iban perdiendo su carácter bestial poco a poco. Los conducían hacia el control de su fuerza, sentidos y poder.

Kennet fue un niño lobo diferente, Katrina siempre lo dijo, su comprensión inició muy pronto y el control de su parte bestial inminente. Uno de los motivos para que lo llevaran a convivir con el mundo humano desde muy temprana edad.

Pero Kennet amaba el bosque, su hogar era blå skog y durante mucho tiempo no pudo entender esa decisión de sus padres.

Ahora, frente a Matías, todo lo que había aprendido estaba siendo contradicho. Valentina no era su madre y no había perdido el control durante ocho años, no era un niño bestia. Tal vez por ser el hijo del Alpha también poseía esa capacidad, realmente era fascinante el poder entender lo que estaba sucediendo allí.

—Te hice una pregunta —insistió Matías. Kennet debió regresar de sus pensamientos.

—Una muy difícil —admitió Kennet.

—¿Por qué es difícil? —cuestionó con curiosidad.

—Muchas veces hacemos daño a otras personas y no lo sabemos con exactitud.

—No entiendo…

—Tal vez una actitud tuya puede ocasionar un sentir triste a otra persona y no lo sabes. Algo que te parece bueno, o que piensas que no le hace daño a nadie.

—¿Robarle galletas a Margarita? —preguntó —Yo le robo y ella no se da cuenta, nunca me ha dicho nada.

—Y si Margarita estuviera haciendo esas galletas para un regalo…

—Pero Margarita solo me hace galletas para mí —dijo rápidamente. Kennet sonrió por la inocencia de ese niño.

Lo que hubieran hecho en ese rancho, solo había atesorado algo que ciertamente estaría muy sepultado por todas las responsabilidades que conlleva ser el hijo del Alpha.  

—Entonces es autorrobo —aclaró Kennet —. No sería algo malo…

—Pienso lo mismo. Aunque, no me has dicho si hiciste algo malo tú.

—Tal vez, sin intención.

—Mamá dice que tenemos que pedir disculpas cuando hacemos daño a una persona —dijo seriamente —. Debes pedirle perdón a mamá.

—Lo haré, Matías — aceptó una realidad que no era suya ni de Valentina. Matías no parecía conforme con sus respuestas.

—¿Quieres a mi mamá? —preguntó abruptamente y eso dejó a Kennet en una posición incómoda —. La gente del pueblo dice que tú no quieres a mi mamá, que por eso la dejaste conmigo. Que tampoco me quieres a mí… dijeron cosas feas.

Kennet pudo notar que eso le molestaba a Matías. Sus ojos azules brillaron por un instante. Crecer en un pueblo donde todos se conocían era algo que él desconocía como perjudicial, pero los chismes corrían rápido, había escuchado eso de las personas mayores, lo decían como si fuera algo muy malo y desde entonces no quiso que Valentina estuviera triste.

—Mintieron —soltó Kennet abrumado por las lágrimas en los ojos de Matías. El pequeño abrió grande sus parpados como si necesitara escuchar esa simple palabra —. No estaría aquí si mis sentimientos hacia ti fuera lo contrario, te he buscado por ocho años y no habido día que no pensará en ti.

Ratificó la mentira con un dulce pincelazo de verdad, lo había estado buscando por cuatro años, lamentablemente por la poca comunicación, sin embargo, sus sentimientos hacia el hijo de su hermano no eran innegables, eran hombres lobos y esos lazos podían ser irrompibles.

—¿No sabías dónde estaba? —inquirió —. Mamá no te dijo… ella mintió.

—Tenía sus motivos, recuerdas que te dije que a veces uno hace cosas que dañan a otros sin saber. —A esas alturas Kennet no iba a manchar la imagen de Valentina ante Matías.

—Mamá te hizo daño mintiéndote…

—No, mamá, no sabía dónde encontrarme ni yo a ella. Los dos nos hicimos daños sin querer, pero estoy aquí, podemos arreglarlo —dijo Kennet hincándose frente al niño.




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