Por culpa de los lobos refugiados, Kennet había perdido una de sus camisas favoritas, suspiró pesadamente antes de tirarla en el bote de la basura, divisó uno a las afueras de la casa por el frente.
La noche cayó en el rancho colibrí trayendo consigo un calor infernal, él no era para esa clase de clima, odiaba el calor. Al contrario de su hermana Shelby que disfrutaba de los lugares cálidos.
Escuchó claramente como Yetzel les dijo a los hombres lobos de las cuevas que la temporada de lluvia estaba por llegar. Algo que no le pareció tan desagradable.
Blå skog era un lugar frío y conocido por sus eternos días de lluvia. Muchas veces en la soledad de su habitación añoraba volver mientras observaba la ciudad donde fue aislado de su propia manada. El rancho colibrí le daba un poco de esa sensación de libertad, pero eran lugares tan opuestos.
—Parece que no puedes dormir —interrumpió Valter. Kennet lo observó de medio lado y volvió a mirar al frente —. De tan mal humor estás... —afirmó acercándose.
—Tengo muchas cosas que pensar —admitió Kennet.
—Tiene que ver con los sucesos de hoy...
—Ellos no son una manada, es difícil lidiar con el ego de los hombres lobos. Además, tenemos que averiguar que quieren los cambia pieles en esta zona.
Omitió lo que estaba pasando en su interior, ni él mismo sabía cómo explicarlo, era un caos que ciertamente jamás había sentido en toda su vida, nadie lo preparó para algo así.
Seren fue muy práctica, y nunca tuvo una conversación directa con su madre sobre una pareja. En blå skog no dejaban el destino a la deriva, Kringer tenía designada alguien desde el día de su nacimiento, un pacto extraño entre manadas.
Mørk skog le pareció la mejor opción a su padre, una manada oculta y de gran poder, blå skog poseía los recursos y ellos un número grande de integrantes. Sin duda su padre pensaba en la decadencia de su especie por culpa de ellos mismos, previniendo una posible guerra, era necesario tener un ejército.
Un punto que tenía que darle a su favor por la presencia de los cambia pieles. Para Kennet había mucho que procesar, Matías era el motivo principal, sin embargo, Valentina estaba haciendo un hueco entre todo eso.
—¿Te preocupa algo más? —cuestionó Valter regresándolo a la realidad.
—Mi motivo en este rancho —respondió Kennet.
—O la dueña del rancho — soltó Valter logrando que Kennet reaccionara —. No me veas así, desde la noche que te enfrentaste a los cambia pieles para salvarla has estado diferente, ausente, mirando a la nada por ratos.
—No digas tonterías —reprochó.
—Kennet, te conozco perfectamente, somos amigos desde muy chicos.
—No puedo complicar más mi presencia aquí, Valter.
—Te entiendo, sin embargo, puedes hablar conmigo.
—Preferiría aclarar primero mis pensamientos, no quiero apresurarme.
—Dejaré de presionarte, cuando quieras hablar puedes buscarme.
—Lo sé.
Terminaron esa conversación que no llevaría a nada, Valter sabía muy bien que Kennet era reservado sobre su vida privada, lejos de todo lo que tuviera que ver con sus responsabilidades de la manada, en un intento porque su padre no controlara su vida o dictara más de lo que ya hizo desde joven. Claro que teniendo a Kringer al frente era fácil ignorar la vida de Kennet, pero tal vez ahora no sería tan fácil.
Kennet se realizó en el mundo humano con cierto misterio, pocas veces le llegó a hablar a Valter de mujeres seriamente. Ser un hombre lobo rodeado de humanas incapaces de entender su realidad lo dejaba fuera de formalizar una relación, además que jamás se lo permitirían.
Entonces ver a su amigo tan confundido alrededor de Valentina solamente le dejaba una cosa segura; nada sería igual para Kennet.
La mañana siguiente significó el doble de trabajo para todos los hombres del rancho, principalmente para la dueña quien tenía que arriar al ganado para protegerlo de las lluvias, lo anunciaron y gracias al horrible calor que estaba haciendo últimamente era inevitable en esa región que tenía varios años recibiendo la bendición del agua.
Así lo llamaban los mayores, esas tierras eran áridas y cualquier gota por más mínima era una bendición.
Entonces lidiar con eso y además los hombres lobos refugiados fue de las mañanas más ocupadas para Valentina.
Por su parte, Kennet se mantuvo al margen de ella, Shelby se percató de la actitud de su hermano y no estaba tan conforme. La rubia se mantuvo cerca de las caballerizas socializando con las demás mujeres.
En cambio, Matías tuvo que ponerse al corriente con la tarea de la escuela, pronto retomaría las clases, Margarita fue la encargada de custodiar sus estudios, aunque el pequeño era muy inteligente, se distraía fácilmente con topacio o cualquier otro animal del rancho.
—Quiero ir con mi mamá.
—Debes terminar tu tarea, por tu cumpleaños te dimos oportunidad de dejarlo de lado, pero sabes que cada día debes hacer una parte.
—Pero ya terminé