El Hijo del Alpha

Peligro

Kennet no negó la afirmación de Valentina, ciertamente tenía la intención de decir la verdad el día que hablara con Matías sobre su origen. No pensó que sería tan rápido, pero era lo mejor, así se quitaba una carga. Aunque la dueña del rancho estuviera a punto de atravesarle el pecho con la mirada.

—No vas a negarlo —atacó Valentina con rabia —. Mentiste, ¿quién eres realmente? —cuestionó enfurecida dando un par de pasos cerca de él. Intentó no hacer un escándalo para que nadie se diera cuenta.

—Su tío —respondió Kennet sin inmutarse. Valentina abrió los parpados con demasía.

—Como sé que no estás mintiéndome ahora… el nombre del padre de Matías es Kringer… Kringer Holter.

El recuerdo fue tan claro, presintió que Kennet ocultaba algo desde el momento que puso un pie allí, sin embargo, bajó la guardia por Matías y ahora las cosas eran peor de lo que pensaba.

—Kringer es mi hermano mayor… el Alpha de blå skog y Matías es su heredero. Mi deber es ver por su seguridad.

—¿Por qué no vino él? ¿Murió? —cuestionó aturdida. Se habían alejado lo suficiente, ambos permanecían cerca del almendro.

—No se encuentra bien, no después de que tu hermana le tendiera una trampa —agregó Kennet. Valentina lo observó con preocupación —. No he venido acá a cobrar ninguna venganza contra nadie —alzó las manos rápidamente.

—Solamente viniste por el hijo del Alpha —soltó la castaña en peor estado —. Estás aquí para llevarte a Matías con él.

—No, nadie sabe que lo he encontrado —aseguró Kennet.

—¡Cómo puedo creerte!

—Matías ya no estaría a tu lado si fuera así…

Aquellas palabras calaron en el interior de Valentina, Kennet le estaba asegurando su mayor miedo. Perder a Matías era una constante que la asechaba a ratos desde hace ocho años, se incrementó desde la presencia del hombre lobo, sin embargo, era consciente que si Ximena ponía un pie de nuevo allí en el rancho colibrí toda su vida se vendría abajo. Fue algo ilusa al crearse un mundo sobre cimientos de papel.

—Pero ese día llegará —reclamó la castaña —. ¿Por qué quedarte aquí y fingir?

—Primero tenía que estar seguro del crecimiento de Matías, si sabía la verdad de su origen, forzarlo a un mundo desconocido solamente le afectaría a su desarrollo, nos rechazaría como su manada y él quedaría a la deriva. Un lobo necesita de su familia.

—¡Este rancho es su familia, yo soy su familia! —declaró Valentina colérica.

—Jamás me he permitido creer lo contrario —aceptó Kennet.

Shelby permaneció alejada, pero escuchando la conversación de Valentina y Kennet. Las cosas iban a complicarse en cualquier momento. Notó como ella se alejó de él abruptamente, su hermano no hizo ningún movimiento para frenarla.

—Es de mala educación escuchar conversaciones ajenas —escuchó la voz de Valter cerca de ella.

—Me dirás que no estabas haciendo lo mismo —señaló la rubia.

—Respeto a Kennet, y sabes que no puedo desobedecer las reglas.

—Eres un hombre lobo muy fiel a tus principios. Todo un digno integrante de blå skog —bromeó

—Aunque te burles de las reglas de tu padre, eso nos hizo la manada más fuerte.

—Si claro, somos los indestructibles, o por lo menos lo éramos, se moriría si nos ve conviviendo con humanos, o en su defecto por ver a mi hermano perdido por una humana como su primogénito.

—Los tiempos cambian —aseguró Valter.

—El tiempo no pasa en blå skog, querido Valter —recordó Shelby.

—Kennet deberá tomar una decisión pronto, Seren no tardará en regresar y las preguntas por su ausencia en blå skog se irán acumulando.

—Preocupémonos una cosa a la vez.

Shelby lo dejó solo, Valter necesitaba hablar con Kennet después de su último hallazgo. Los cambia formas seguían apareciendo cerca de los límites del rancho, tal vez buscando a los hombres lobos refugiados. O al lobo blanco que los atacó, pero tenía una sospecha más que agregar.

Valentina regresó a la habitación de Matías, Kennet no la siguió. Encontró a su pequeño colibrí moviendo la mano como lo hizo él anteriormente, tal vez imitando el movimiento, las garras aparecerían.

—Deberías descansar —indicó Valentina.

—Yo no tengo garras, si papá es un hombre lobo… yo podría ser uno. Pero tu mamá eres humana, entonces puede que solamente sea un humano normal —dijo desanimado.

—No eres un humano normal —aseguró la castaña sentándose junto a él en el suelo, tuvo dificultad por la pierna, la rodilla la tenía muy inflamada, cayó sobre ella la noche anterior.

—Lo dices en serio —pronunció con añoranza.

—Margarita y Josefa pueden afirmar mis palabras, eres especial Matías. Solo es cuestión de tiempo para que lo confirmes.

—Mamá, ¿tuviste miedo? —cuestionó

—¿Miedo?

—Sí, de saber que papá era un hombre lobo…




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