No había duda, era Kringer.
Ximena muchas veces se imaginó un encuentro, aunque en su interior la idea la añoraba. En la realidad encontrarse con él de nuevo le daba terror. Había aceptado que lo que hizo fue una traición irreparable, y las pesadillas al dormir le recordaban ese pasado.
La menor de las hijas de don Santiago, jamás tuvo la oportunidad de reivindicar cada uno de sus errores, el primero fue haber abandonado a su familia sin mirar atrás, el segundo haber confiado en un hombre que solamente la utilizó, y el tercero era la consecuencia más grande, un hijo al cual abandonó.
Ahora estando frente a Kringer su corazón empezó a latir fuertemente, iba a perder el conocimiento, sus piernas flaquearon, su mentón se tensó que hasta las ganas de vomitar llegaron de golpe.
—Mantén la compostura —ordenó Shelby cuando la miró flaquear.
—¿Cómo puede estar vivo? — cuestionó Ximena contrariada.
—Al parecer no es tan fácil matar un Alpha como pensaron —respondió la rubia con calma —. Kennet está muy herido, Valentina tampoco se encuentra bien, si tienes tanta culpa, ahora es tu oportunidad de cambiarlo.
—¿Quieres que me entregue?
—Eso no logrará nada, quiero que hagas que mi hermano te recuerde.
—De que estás hablando…
—Él no sabe que tiene un hijo contigo, ni siquiera sabe quién eres, úsalo a tu favor.
—No entiendo.
—Si una vez te eligió como su pareja, significa que algo en ti llamó su atención, es tu momento para reiniciar tu vida, sin un pasado que ocultar.
—Me estás pidiendo que mienta —dijo asombrada.
—No debe ser tan difícil para ti; ya lo engañaste una vez —soltó sin tacto.
Ximena guardó silencio aquellas palabras dolieron, sin embargo, estaban llenas de verdad. Como no contestó nada, la rubia avanzó cuando el hombre mayor y Kringer se acercaron.
Estaba segura de que Kringer no recordaba nada, su hermano no se comportaría de esa manera tan distante, algo hizo Forseti y debían temer.
—¿Dónde está Kennet? — inquirió Forseti.
—Tenemos cosas más importantes, papá, recibir visitas no es una de ellas.
—Tu madre me había alertado de tu comportamiento altanero, sin embargo, lo estás llevando más allá, soy tu padre y el Alpha regente.
—Recuerdo que es Kringer, el Alpha de tu manada.
—Kringer no está en condiciones de dirigir blå skog.
—Yo lo veo muy entero, hasta pensaría que mejor de la última vez que lo miré.
—Sabes por lo que ha pasado, no seas bromista.
—Digo la verdad papá, postrado en una cama me parecía la peor situación, ahora aquí de pie, con ganas de viajar junto a ti… es mucho para él.
Forseti murmuró algo en su lengua nativa, Shelby sabía que debía estar aguantando las ganas de responder con normalidad su altanería. Observó a Kringer, la última vez que lo vio estaba conectado a unas máquinas que lo asistían.
En una visita relámpago que hizo a blå skog antes de que desapareciera, cuando se atrevió a decírselo a Kennet, su madre ya había llegado con él, prefirió omitir y hacer como si no supiera nada. ¿Por qué?, ni ella misma sabía, tal vez evitarle más problemas a su hermano.
Sin embargo, Kringer se miraba diferente, no era solamente el cabello largo, ni la barba lo que lo hacían ver distinto, era la falta de calidez en sus ojos, aquellos que siempre demostraron su bondad. Su hermano mayor vivía ajeno a la realidad y temía por él.
—Llama a Kennet, o entraremos por lo que nos pertenece. blå skog espera a su próximo Alpha —soltó Forseti y Kringer ignoró aquellas palabras.
—¿Sabe la verdad? O lo trajiste engañado —señaló la rubia.
—Si está aquí es porque sabe la existencia de ese niño.
—Me temo que no se puede papá, como tú sigues al pie de la letra tus reglas, estás tierras, tiene un Alpha y no estamos recibiendo visitas.