—Señora Adán, una pregunta por favor —la interceptó uno de los reporteros que la esperaban a la puerta.
—¿Es cierto que tiene cáncer y por eso su visita al hospital? —se atrevió a decir uno de ellos.
Vanesa no se detuvo ni un instante al salir de el rascacielos hospitalario. La lluvia hizo presencia empapando sus últimos pasos hacia el coche negro que la esperaba a ras del último escalón.
—Señora Adán —cuestionó una de las reporteras—. ¿Por qué su esposo no la acompaña?
—¿Es cierto que su matrimonio está en crisis? —le acercó el micrófono cerca de la cara.
—¿Es verdad qué su esposo tiene otra?
—¿Es estéril y por eso su matrimonio no va bien?
Finalmente Vanesa llegó a la puerta negra donde entró sin pensarlo dos veces. El frío se hizo presente cuando notó el aire acondicionado.
—A casa, Roger —le pidió al chófer de su marido quien acostumbraba a marcar todas sus rutas.
Por un momento mientras se alejaban de las cámaras de los reporteros, Roger visualizó a través del retrovisor que Vanesa sostenía una carta húmeda entre sus dedos, agarraba aquel sobre con tanta intensidad que pareciese que sus dedos se fuesen a quedar pegados a el, lo que llamó su atención.
—¿Cómo ha ido la consulta? —se atrevió a preguntar temiendo que fuese algo grave.
Vanesa mantuvo el silencio por unos segundos, aún no acababa de procesar la información que había recibido.
—No quiero que el señor Adán se entere de la emboscada que me han hecho los reporteros, por favor...
—¿Cree que no va a enterarse con todas las fotos que sacaron en la puerta?
Vanessa suspiró pesado.
—Por supuesto que sé que mi esposo se va a enterar —sopesó—. Solo necesito tiempo para que cuando regrese del viaje de negocios pueda tener una excusa válida para ese escándalo.
—Creo que la señora Andrea se va a encargar de que su hijo lo sepa cuanto antes. No dudo que ella haya sido quien le informara a la rueda de prensa de su visita al hospital.
—La señora Andrea no tiene nada que opinar en la relación de su hijo y yo. Así que yo me encargaré de eso.
Roger se quedó callado posando la vista directamente en la carretera, aunque la voz de Vanesa sonaba segura y autoritaria, sabía perfectamente que la señora Andrea, era capaz de mal influenciar a su hijo en contra de su esposa.
Hasta el momento Andrea había sido un punto importante en el conflicto de la relación entre Alejandro y Vanessa. Y eso se debía a que Andrea era la representante de Alejandro en la empresa familiar “King”, cuidar la imagen de su hijo era su principal trabajo, y desacreditar a su nuera el segundo, bajo ninguna circunstancia Andrea permitiría que se tomase la imagen de su hijo en alguna revista amarillista.
Tras la llegada de Vanesa al edificio Adán, Roger salió primero del auto con un paragua negro, el cual utilizó para cubrirla de la lluvia hasta la puerta de la entrada.
—Si vuelve a encontrarse mal por favor llámeme —se despidió Roger visiblemente preocupado.
—Estaré bien —le aseguró entrando al edificio.
Los dos escoltas que permanecían custodiando la entrada le permitieron pasar con un respetuoso gesto de la cabeza, Vanessa se dirigió hacia el ascensor presionando la planta 13.
En su mente ideaba varios discursos que pudieran resultar convincente, para poder justificar lo ocurrido a la salida del hospital. No era la primera vez que su esposo le exigía que fuese cautelosa, y era la cuarta vez en el mes que se le abordaba con reflectores, preguntas y cuestionamientos. Y Alejandro, se había disgustado tantísimo ese día. Vanessa se recostó sobre el metal de aluminio y cerró los ojos recordando la semana pasada:
—¡Me puedes explicar que es esto? —había cuestionado aquel día molesto su esposo dejando caer sobre la mesa una revista: se veía a su esposa sujetando a una chica que apenas podía caminar mientras intentaban subir a un taxi.
—Era el cumpleaños de Emma y...
—Te vieron salir del restaurante King —la interrumpió tajante—. ¡Desde que nos hemos casado no haces mas que meterme en boca de todos!
—Yo no me emborraché, apenas me tomé una copa de vino —le explicó Vanesa sosteniéndole la mirada—. ¿Es que acaso no puedo pasar un momento íntimo con una amiga?
—¡Claro que puedes! —gruñó él—. Pero si por la salidas con tus amigas vas a estar embarrando mi apellido, entonces deberías cuestionarte. No es la primera vez que sales en la portada de una revista ¡Por favor, Vanesa!
Alejandro sujetó la revista con un gesto firme que a Vanesa le resultó brusco y leyó la portada en voz alta:
—Esposa del exitoso CEO Alejandro Adán, en una despedida de soltera, borracha.
—Ya te expliqué que no bebí.
Los sensacionalista se habían encargado de postear algunas mentiras sobre ese día para darle sentido a la foto, pero solo se trataba de una pequeña cena entre amigas.
—No me interesa lo que hagas, simplemente intenta mantener tus narices fuera de mi apellido, eres mi esposa y por ende todo lo que hagas me percute. Que sea la última vez que sale tu cara en una revista con mi nombre —advirtió severo.
El sonido del ascensor anunciando la última planta la hizo abrir los ojos y volver en sí. Apretó entre sus dedos con fuerza el sobre que llevaba, preguntándose si ese sería el motivo para un conflicto más, creía que sí, no era el mejor momento para dar esa noticia, así que se guardaría el secreto hasta que ya no pudiese ocultarlo más.
Buscó sus llaves y abrió su departamento, sorprendiéndose al encontrar la luz del recibidor encendida. ¿Habrá llegado Alejandro? Pensó fugazmente hasta que vio la figura de su suegra sentada en el sofá central, con una copa de vino blanco entre sus dedos y las piernas cruzadas.
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Editado: 25.11.2024