El Hijo del Ceo

011

Vanesa se detuvo en la entrada del club de yoga, frunciendo el ceño al ver el cartel que anunciaba: Yoga Prenatal para Mamás y Bebés . Nunca en su vida había pisado un lugar como ese, y menos con el propósito de participar en una clase. Sin embargo, ahí estaba, sosteniendo la colchoneta de yoga prestada y mirándole de reojo a Emma, su mejor amiga y la autora intelectual de esa idea.

—¿Por qué te dejé convencerme? —murmuró Vanesa, entre incrédula y divertida.

Emma emocionada con una expresión de triunfo y la tomó del brazo.

—Porque sabes que en el fondo lo necesitas. ¡Te hace bien! —respondió, empujándola con suavidad hacia la puerta.

Al entrar, Vanesa observó la sala de yoga. Había un puñado de mujeres embarazadas, algunas más avanzadas que otras, conversando animadamente. Todas parecían tan tranquilas y serenas, como si hacer yoga fuera tan natural como respirar. Vanesa, en cambio, sintió que no encajaba en lo absoluto.

—Esto es… surrealista —murmuró, mirando a Emma—. ¿Y si me siento y solo las veo? O mejor, ¿si me voy?

—Ni lo pienses —le contestó Emma, con una risita—. Vine contigo y me traje mi ropa de yoga. Así que, amiga, esto es un punto sin retorno .

La instructora las saludó con una sonrisa calmada y les indicó que eligieran un lugar. Vanesa, suspirando resignada, se colocó la colchoneta junto a Emma, intentando imitar a los demás. Mientras tanto, Emma le hacía un esfuerzo extra para ocultar su entusiasmo. A lo largo de la clase, Vanesa trató de seguir las instrucciones, aunque algunos movimientos le parecían de todo menos relajantes.

—Emma, si me pides hacer una pose más, te juro que te vas a arrepentir —susurró Vanesa mientras intentaba ponerse en posición de “guerrera” sin perder el equilibrio.

Emma soltó una risita, estirándose a su lado sin mucho esfuerzo.

—Vas bien. Solo respira, relájate y conecta con tu… uh, espíritu maternal.

—Mi, ¿qué? —Vanesa resopló, mientras trataba de hacer un estiramiento torpe—. ¿Sabes qué, Emma? Mi “espíritu maternal” está en huelga. No te llamé para esto.

Emma trató de aguantar la risa al ver la expresión de su amiga, mientras la instructora pedía calma en la respiración y una última serie de estiramientos para cerrar la clase.

Después de una hora, finalmente se permitió suspirar de alivio cuando la instructora anunció el final. Ambas se pusieron de pie, sintiéndose exhaustas y más sudadas de lo que habían anticipado. Se sirvieron un vaso de agua y, ya más relajadas, Emma le dio una pequeña palmada en la espalda:

—¿Ves? No fue tan terrible.

—Emma, cuando dije que quería hacer algo “relajante”, pensaba en una película y un helado —bromeó Vanesa, sorbiendo un trago de agua—. Esto fue como una mini maratón.

Emma levantó una ceja y se echó a reír.

—Además te pedí que guardaras mi secreto y trayéndome a estos lugares podría resultar muy sospechoso —regañó Vanesa.

Emma se mordió el labio como si sintiera culpa, mientras se secaba la frente con la toalla.

—Estuve viendo ropitas de bebé —soltó Emma como si aquello fuera una confesión reveladora.

Vanesa se quedó observándola con una mezcla de curiosidad e incertidumbre.

—¿En que página? —susurró Vanesa interesada.

—Bobby boom —Emma soltó el aire contenido como si lo que fuera a decir fuera demasiado importante y necesitará encontrar las palabras correctas—. He recogido algunas cosas…

Vanesa alzó una ceja.

—Quiero… quiero ser la madrina del bebé.

Vanesa parpadeó, atónita. Aquello era lo último que esperaba oír. Sintió que el aire se volvía denso y, al mismo tiempo, que una calidez inexplicable le llenaba el pecho. Intentó hablar, pero las palabras parecían haber quedado atrapadas.

—Enserio… —balbuceó finalmente, sintiendo la aceptación total del nuevo miembro a la familia.

Emma asintió casi como si aquello fuese una propuesta de matrimonio o algo así. Y Vanesa la abrazo conmovida mientras asentía aceptando su petición.

Pasaron unas horas juntas como solían hacer los viernes cuando Emma no trabajaba hasta que se acercaba la tarde.

La tarde se había convertido en un crepúsculo suave cuando Emma estacionó frente al edificio de Vanesa. Las luces anaranjadas de la calle empezaban a encenderse, y el aire, aunque fresco, tenía un toque de humedad que anunciaba la llegada de la noche.

—Gracias por traerme, Emma. No le dije a Roger que pasara por mi para que no sospechara nada con eso de las clases de yoga… —dijo Vanesa mientras abría la puerta del auto.

Emma le dedicó una sonrisa cómplice.

—Me lo pasé increíble —dijo Emma y Vanesa le susurró un: yo también.

Cuando vio el coche de Emma irse, se adentró al edificio y tomo el ascensor, sintiéndose cansada. Cuando finalmente abrió la puerta, se sorprendió al escuchar el sonido de la cocina en actividad. Un aroma cálido y especiado flotaba en el aire, llenando el espacio de un modo reconfortante, aunque algo fuerte.

Al caminar hacia la cocina, vio a Alejandro, con las mangas de la camisa remangadas, concentrado mientras revolvía una cacerola como si fuera todo un chef. Le sorprendió que hubiera llegado a casa tan temprano y ese hecho le hizo mirar la hora.

—¿Poco trabajo? —preguntó Vanesa, intentando ocultar su sorpresa y algo de incredulidad.

Alejandro la miró apenas de reojo, sin detenerse, y murmuró con tono indiferente.

—Algo así. Me tome la tarde —declaró sin mucho interés aparente, como si no se tratara de algo fuera de lo común.

Vanesa se acercó lentamente, atraída por el olor especiado que se desprendía del guiso que él preparaba. Inclinó un poco la cabeza para observar la mezcla burbujeante en la olla, intrigada.

—Y ¿qué estás haciendo? —preguntó curiosa, intentando descifrar los ingredientes.

Alejandro la miró sin detenerse como si estuviera prohibido preguntar y cuando estuvo cerca de contestar; algo dentro de ella comenzó a revolverse. Primero fue una ligera incomodidad, luego una náusea arrepentida que se transformó en un malestar insoportable. Apenas Alejandro se detuvo limpiándose las manos con una bayeta, cuando Vanesa sintió un asco incontenible que le subió por la garganta, y sin decir nada, se giró y salió corriendo hacia el baño.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.