El rascacielos hospitalario se alzaba imponente sobre la ciudad, con sus cristales reflectantes brillando bajo el sol. Dentro de la sala de espera, Alejandro caminaba de un lado a otro con el teléfono pegado a la oreja. Su postura erguida y la manera en que gesticulaba con la mano libre reflejaban una mezcla de tensión e incomodidad. Vanesa lo observaba desde su asiento, con una mano apoyada en su vientre con un gesto protector y reflexivo.
Vanesa alzó la vista hacia las puertas de cristal giratoria que daba vista al exterior, desde su lugar se percibía la agitación de los reporteros eso era inconfundible. Aunque el vidrio insonorizaba la mayor parte del ruido, la presencia mediática era ineludible.
—Sí, papá, lo entiendo... Claro que sí. No, no estoy evitando el tema, pero este no es el mejor momento —decía Alejandro en un tono bajo. Hizo una pausa, escuchando al otro lado, y su rostro se suavizó un poco—. Sí, Vanesa está bien. El bebé también. De hecho, estamos en el hospital para la primera ecografía... ¿Cómo lo supiste?
Vanesa alzó una ceja al escucharlo, pero no intervino.
—Sí está noche podemos reunirnos para hablar —contestó Alejandro.
Colgó la llamada y guardó el teléfono en el bolsillo antes de girarse hacia Vanesa, quien lo miraba con curiosidad.
—¿Todo bien? —preguntó ella, ladeando la cabeza.
Alejandro se dejó caer en la silla junto a ella, apoyando un codo en su rodilla mientras la miraba.
—Mi padre está en el país. Se enteró del bebé antes de que yo pudiera decirle nada, me felicitó.
Vanesa sonrió suavemente, llevando una mano a la de él.
—Bueno, eso es un avance, ¿no?
Alejandro soltó una risa breve, pero su semblante se relajó.
—Supongo. Aunque no pudo evitar sacar a colación la empresa, como siempre.
Vanesa negó con la cabeza, riendo también. Luego señaló hacia los cristales que daban a la entrada.
Antes de que pudieran continuar la conversación, una enfermera apareció en la puerta lateral.
—Señor y señora Adán, el doctor los espera para la ecografía.
Ambos se levantaron, caminando juntos hacia la sala donde se realizaría la consulta. Alejandro sostenía firmemente la mano de Vanesa, como si quisiera transmitirle toda la calma y seguridad del mundo.
Al entrar, el doctor los recibió con una sonrisa cálida.
—Bienvenidos señor y señora Adán. Hoy será un día muy especial para ustedes —dijo mientras indicaba a Vanesa que se recostara en la camilla—. Vamos a conocer a su bebé por primera vez.
Alejandro se posicionó al lado de Vanesa. Aunque trataba de mantener la compostura, la emoción en sus ojos era evidente.
—Esto es... increíble —murmuró Alejandro mientras el doctor preparaba el equipo.
—Voy a aplicar un poco de gel. Está frío, pero no tardará mucho —dijo el médico con un tono amable, antes de comenzar a mover el transductor sobre el vientre de Vanesa.
La pantalla frente a ellos mostró una imagen borrosa al principio, pero luego apareció una pequeña figura, apenas perceptible, que hizo que ambos contuvieran la respiración.
—Aquí está —dijo el doctor, señalando la pantalla con el cursor—. Este pequeño punto es su bebé.
Vanesa sintió que las lágrimas llenaban sus ojos. Alejandro, a su lado, se inclinó hacia adelante como si quisiera acercarse más a la imagen.
—¿Eso es... realmente un bebé? —preguntó él con un tono de asombro que lo hacía sonar vulnerable, casi infantil.
El médico sonrió.
—Así es. Y puedo confirmarles que está perfectamente sano. Todo está en orden. Felicitaciones.
Vanesa dejó escapar una pequeña risa entre lágrimas.
—Es tan pequeño...
—Por ahora —bromeó el médico—. Pero ya verán cómo crece.
Alejandro apretó la mano de Vanesa en un acto reflejo inconsciente.
—Hola, pequeño o pequeña —murmuró Alejandro, mirando la pantalla con una sonrisa llena de ternura—. No tienes idea de lo mucho que ya te queremos.
El doctor rió mientras continuaba el procedimiento, mostrando más detalles y explicando cada paso. Cuando terminó, les entregó una copia de la ecografía y les dio las indicaciones necesarias para el cuidado de Vanesa.
—Tienen un bebé fuerte y saludable —les aseguró antes de despedirlos—. Nos vemos en la próxima cita.
La pareja salió de la consulta con una mezcla de alegría, emoción y nerviosismo. Cuando llegaron a la entrada del hospital, los flashes de las cámaras y los gritos de los reporteros los recibieron con intensidad. Alejandro levantó una mano para llamar la atención.
—Por favor, silencio un momento —pidió con voz firme pero amable. Cuando la multitud se calmó, continuó—. Sabemos que están curiosos por nuestra visita al hospital. Hoy es un día muy especial para nosotros, y vamos a compartir la noticia con ustedes.
Vanesa lo miró un poco sorprendida pero le dio una mirada aprobatoria. Los murmullos se intensificaron, y los reporteros comenzaron a intercambiar preguntas apresuradas. Alejandro tomó aire antes de soltar la bomba:
—Vamos a ser padres.
La multitud estalló en exclamaciones, flashes y una avalancha de preguntas:
—¡Señora Adán, cómo se siente al ser madre por primera vez?
—¿Señor Adán, cree que esto cambiará su vida profesional?
—¿Ya saben si será niño o niña?
Vanesa sonrió mientras Alejandro respondía con serenidad.
—Estamos muy emocionados y agradecidos. Es un momento único, y esperamos que puedan respetar nuestra privacidad mientras nos preparamos para esta nueva etapa.
Vanesa añadió:
—Solo queremos lo mejor para nuestro bebé. Agradecemos su interés y buenos deseos. Es un bebé sano y es lo único que diremos por ahora.
Con esas palabras, ambos caminaron juntos hacia el auto, dejando a los reporteros con la exclusiva y un ambiente lleno de emoción en el aire. Para ellos, el futuro se veía más brillante que nunca.
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Editado: 10.12.2024