Una semana después.
La llave giró en la cerradura del departamento, y Alejandro empujó suavemente la puerta con una mano mientras arrastraba dos maletas con la otra. Vanesa, justo detrás de él, entró despacio, mirando alrededor con una sonrisa nostálgica.
—Vaya, nunca pensé que extrañaría tanto este lugar —dijo, dejándose caer en el sofá con un suspiro exagerado.
—¿Tanto te gustó Seúl? —bromeó Alejandro mientras dejaba las maletas en un rincón.
—Sí, pero nunca subestimemos el poder de un sofá que ya conoce la forma exacta de tu trasero —respondió Vanesa con un toque de dramatismo, provocando que Alejandro soltara una carcajada.
Él se acercó y se sentó a su lado, dejando que su brazo descansara sobre el respaldo del sofá. Durante el vuelo de regreso, habían repasado todos los momentos destacados del viaje: los paseos por mercados nocturnos, las visitas a templos antiguos, y cómo casi pierden un tren porque Alejandro insistió en buscar "la mejor comida callejera".
—¿Sabes? Creo que el bebé ya ama el kimchi —dijo Vanesa, acariciando su vientre con ternura—. Aunque no estoy tan segura de si le gustaron las escaleras interminables de ese templo.
Alejandro sonrió y colocó su mano sobre la de ella, sintiendo la calidez de su piel.
—Estoy seguro de que será un aventurero, igual que su mamá.
Vanesa lo miró con una mezcla de diversión y escepticismo.
—¿Aventurera yo? ¿Dices eso porque sobreviví a tus intentos de hablar coreano con los vendedores?
Alejandro soltó una risa genuina, inclinándose hacia ella.
—Admito que mi "annyeonghaseyo" podría haber sido mejor…
—¡Eso fue lo único que dijiste bien! —Vanesa lo interrumpió, riéndose a carcajadas—. Pero no me hagas empezar con el desastre de cuando intentaste regatear en el mercado.
—¡Oye! —protestó Alejandro, tratando de parecer ofendido—. Eso fue pura estrategia…
—¿Estrategia? Parecía que estabas rogando por un descuento, no negociando.
Alejandro tomó un cojín y lo lanzó suavemente hacia ella, quien lo atrapó en el aire. Ambos comenzaron a reír, el eco de sus risas llenando el departamento que, durante su ausencia, había estado sumido en el silencio.
Después de unos minutos, Vanesa se levantó y caminó hacia la cocina, hablando mientras inspeccionaba los estantes.
Alejandro la siguió a la cocina.
—Oye, ahora que lo pienso… ¿qué pasó con el gato que encontraste en el estacionamiento del centro comercial? —preguntó de repente.
Vanesa se giró, cerrando la puerta del refrigerador con el pie.
—¿El gato? Ah, ¿te refieres al mismo gato que me dijiste que no podíamos quedarnos porque odias los animales? —respondió, alzando una ceja.
Alejandro hizo una mueca, sabiendo que estaba atrapado.
—Bueno, era solo una sugerencia lógica. Sabes que apenas tenemos tiempo… —dijo.
Vanesa se cruzó de brazos, claramente divertida por su incomodidad.
—Bueno. Lo llevé a un refugio al día siguiente, como buenamente me lo sugeriste.
—¿Y qué tal? ¿Encontró un hogar?
—El encargado me dijo que tenía muchas posibilidades porque era un gato joven y muy sociable. Aún así, tuve que contenerme para no traérmelo de vuelta. Era demasiado lindo.
Alejandro asintió.
—¿En algún momento te gustaría tener un perro al menos? —indagó Vanesa.
Alejandro iba a responder cuando su móvil comenzó a vibrar. Miró la pantalla y su expresión cambió al instante.
—Es Valentín, mi asesor. Es importante —dijo, deslizando el dedo en la pantalla para luego llevar el teléfono a su oreja.
Vanesa asintió conforme, viendo a Alejandro desaparecer por el pasillo.
De repente, sonó el timbre, rompiendo el silencio del departamento. Vanesa caminó hacia la puerta con cierta curiosidad. Al abrirla, su expresión cambió al instante al encontrarse con Andrea, su suegra.
Andrea parecía incómoda, con una leve expresión de pena que no hacía mucho por disimular. Llevaba un abrigo elegante y sostenía un pequeño bolso con ambas manos, como si buscara algo a lo que aferrarse.
Andrea respiró hondo antes de hablar, su mirada vacilando entre los ojos de Vanesa y el suelo.
—Hola, Vanesa. Sé que esto es… inesperado. —Hizo una pausa, claramente incómoda—. ¿Puedo pasar?
Vanesa se quedó inmóvil por un momento, su mente trabajando rápidamente para procesar la situación. Finalmente, dio un paso hacia un lado, dejando que Andrea entrara.
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Editado: 10.12.2024