Andrea entró con cautela, su presencia casi palpable en el aire. Vanesa cerró la puerta detrás de ella, sintiendo cómo la tensión se apoderaba de la habitación. La mujer que había sido una figura distante en su vida, pero cuyo poder de influencia había sido innegable, ahora estaba frente a ella, como si el tiempo y las distancias hubieran desaparecido en el acto.
Andrea se detuvo justo en el umbral del salón, mirando el ambiente con una especie de nostalgia reprimida. Las maletas todavía estaban en el rincón, y la luz de la tarde se filtraba a través de las cortinas, proyectando sombras suaves sobre los muebles del departamento. Un lugar que, aunque acogedor, parecía tan ajeno a ella como cualquier otro rincón del mundo que había decidido dejar atrás.
Vanesa la observaba sin decir una palabra, sus emociones mezclándose entre la curiosidad, la confusión y una pizca de cautela. No sabía qué esperar de esta visita.
—Andrea… —dijo Vanesa finalmente, su voz suave pero firme—. ¿Qué te trae por aquí?
Andrea levantó la mirada, como si aún estuviera organizando sus pensamientos. Su rostro estaba tenso, pero sus ojos reflejaban una vulnerabilidad que rara vez había mostrado en público. Respiró hondo antes de responder, como si quisiera que sus palabras llegaran con el peso correcto.
—Quería hablar contigo. —Andrea hizo un pequeño gesto con la mano, como si se disculpara por la falta de contexto—. Sé que esto es inesperado, y probablemente no lo entiendas, pero… creo que he sido injusta contigo.
Vanesa se quedó en silencio, sorprendida por la sinceridad que Andrea parecía mostrar. No esperaba algo así, al menos no de la mujer que había estado tan distante y, en muchos momentos, tan crítica con ella.
Andrea continuó, mirando ahora a Vanesa con una intensidad que dejaba ver su lucha interna.
—He pasado mucho tiempo pensando en lo que está sucediendo, en cómo las cosas han cambiado… especialmente con el bebé en camino. —Hizo una pausa, su mirada enfocada en el vientre de Vanesa, casi como si fuera la primera vez que lo notaba de manera real—. No puedo evitar pensar que he estado equivocada, que he tratado de controlar demasiado lo que no puedo.
Vanesa, que había estado en pie durante todo el tiempo, se sentó lentamente en el sofá, sus ojos fijos en Andrea. Era difícil ignorar lo que se sentía al escuchar esas palabras. No sabía si podía perdonar de inmediato, pero algo en su interior le decía que Andrea estaba siendo genuina.
—¿Por qué ahora? —preguntó Vanesa, con una mezcla de desconfianza y curiosidad en la voz—. ¿Por qué viniste hasta aquí?
Andrea parecía vacilar, como si las palabras que siguieron fueran un paso crucial en un terreno desconocido.
—Porque... quiero ser parte de la vida de Alejandro, quiero ser parte de este bebé. —Andrea respiró profundamente, como si cada palabra le costara un poco más—. Y sé que para eso necesito hacer algo que nunca he hecho antes: aceptar lo que está pasando, lo que tú representas para él y para mi hijo.
Vanesa, que no sabía si estaba lista para recibir ese tipo de sinceridad, no pudo evitar sentir un leve tirón en su corazón. La historia entre Andrea y Alejandro no era fácil. Su relación estaba llena de secretos, de años de dependencia y, sobre todo, de un amor que, aunque innegable, a menudo había sido opacado por las expectativas.
—¿Qué quieres de mí, Andrea? —preguntó finalmente Vanesa, aunque su tono ya no era tan cortante como antes. La pregunta flotaba en el aire, abierta, vulnerable.
Andrea dio un paso adelante, su expresión más suave que antes.
—No sé si te pido que me perdones, ni siquiera sé si lo merezco. Pero quiero empezar de nuevo. Quiero ser parte de la vida de mi nieto, y si eso significa acercarme a ti, lo haré. Quiero que sepas que no estoy aquí para hacer que las cosas sean difíciles, ni para imponerme en tu vida. Solo… quiero encontrar una manera de hacer las cosas bien.
Un silencio incómodo se apoderó de la habitación. Vanesa procesaba las palabras de Andrea mientras sentía una mezcla de alivio y desconfianza. Sabía que este paso era significativo, que Andrea estaba dejando atrás su orgullo y sus expectativas pasadas para acercarse a ella de una manera que nunca había hecho antes.
Finalmente, Vanesa levantó la vista y la miró directamente a los ojos. Negó con la cabeza.
—No quiero que te disculpes. —Vanesa la interrumpió, su voz firme, pero sin rabia—. No quiero palabras vacías. No quiero que me digas que todo va a estar bien, o que somos una familia y debemos llevarnos bien. Porque no es tan fácil. Tú me hiciste sentir pequeña, me hiciste sentir que no importaba. Y ahora, después de todo lo que ha pasado, no estoy lista para perdonarte. No hoy, no en este momento.
Vanesa sintió una presión en el pecho, como si hubiera estado conteniendo esas palabras durante años. Y ahora, después de todo lo sucedido, se sentía vacía, pero al mismo tiempo, extrañamente liberada.
Andrea la miró, pero no dijo nada. El silencio llenó el espacio entre ellas, y Vanesa supo que aún quedaba un largo camino por recorrer para sanar las heridas que ambas se habían causado. Pero al menos, en ese momento, había hablado con honestidad.
Finalmente, Andrea suspiró profundamente, como si estuviera aceptando la realidad de la situación. No era lo que había esperado, pero era la verdad, y no podía cambiarlo.
—Te entiendo, y es lo más sensato no pretendo que todo cambie de la noche a la mañana, solo quiero que sepas que quiero que me des la oportunidad de ser parte de tu vida, de tu vida con Alejandro y con el bebé. No quiero ser una figura distante, ni ser una persona que te haga sentir incómoda. Quiero aprender a ser la suegra que deberías haber tenido desde el principio.
Hubo un silencio tangente de unos 40 segundos antes de que Alejandro saliera y encontrará la escena que jamás pensó ver.
Alejandro apareció en el umbral del salón, un paso atrás en su rostro. El teléfono que había estado atendiendo aún vibraba en su mano, pero se detuvo en el momento exacto en que vio la escena ante él. Su madre, en el sofá, y Vanesa, sentada frente a ella, ambos con la mirada en el aire, como si una conversación importante estuviera flotando entre ellas, aún sin resolverse.
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Editado: 10.12.2024