6 Meses después.
Seis meses después del evento en el departamento, la vida había dado giros inesperados para todos. El aire del salón privado, perfumado con flores frescas y lleno de murmullos felices, era testigo del baby shower de Vanesa y Alejandro. La decoración, en tonos suaves de azul pastel, blanco y lila, parecía salida de un catálogo: globos metálicos formaban la frase "¡Bienvenid@!", y cada mesa estaba decorada con pequeños detalles tiernos, como zapatitos de porcelana y biberones llenos de dulces.
Vanesa, con un vestido largo crema que resaltaba su brillo maternal, se movía con una gracia tranquila entre los invitados. Su vientre, ya muy pronunciado, era el centro de todas las conversaciones. A su lado, Alejandro se mantenía siempre atento, aunque con la misma imponencia característica de su personalidad.
—Tienes que comer algo —le dijo en voz baja, tendiéndole un pequeño plato con bocadillos que había elegido para ella.
Vanesa sonrió y aceptó el gesto.
—Gracias, pero estoy bien. No te preocupes tanto.
Alejandro le respondió con una leve inclinación de cabeza, pero no agregó nada más. Su manera de mostrar cariño era sutil, a menudo pasando desapercibida para los demás, pero siempre estaba presente para Vanesa.
A unos pasos de distancia, Emma los observaba mientras fingía estar concentrada en la copa de jugo que tenía entre las manos. Su relación con Alejandro seguía siendo complicada. Nunca había sido su mayor fan; de hecho, durante mucho tiempo, no ocultó su desconfianza hacia él. Pero algo en los últimos meses había cambiado.
Quizás era el esfuerzo que él había hecho por estar al lado de Vanesa en todo momento, o tal vez la forma en que parecía aprender, a su ritmo, cómo ser un mejor compañero. Emma no podía negar que Alejandro estaba intentando, aunque su estilo distante a veces lo hiciera parecer indiferente.
Vanesa se acercó a Emma en ese momento, sacándola de sus pensamientos.
—¿Estás bien? —preguntó Vanesa con una sonrisa, al notar que su amiga parecía algo distante.
—Sí, claro. Solo estaba pensando que esto está saliendo perfecto. Te ves hermosa, por cierto.
Vanesa sonrió con un toque de timidez, acariciando su vientre.
—Gracias. Aunque siento que estoy del doble de mi tamaño habitual.
Emma se rió suavemente.
—Estás perfecta. Además, este pequeño merece toda la atención.
Alejandro se unió a ellas en silencio, aunque era evidente que había escuchado la conversación.
—A Vanesa le sienta bien todo. Aunque no sé si puedo decir lo mismo del evento. Hay demasiados detalles... —murmuró mientras miraba los adornos.
Emma lo miró con una ceja levantada.
—Es un baby shower, Alejandro. ¿Esperabas algo más discreto?
Él la observó por un momento antes de responder con calma.
—No.
Emma decidió no continuar. Vanesa, siempre perceptiva, le lanzó una mirada a su amiga.
—Lo importante es que la gente está disfrutando —intervino Vanesa, buscando suavizar la conversación.
Alejandro asintió y, después de darle un beso en la mejilla a su esposa, se retiró hacia otra mesa, donde algunos amigos de la familia lo esperaban.
—Está intentándolo, Emma —dijo Vanesa en voz baja una vez que él se había alejado.
Emma suspiró.
—Lo sé. Solo... ya sabes cómo soy. Me cuesta.
Vanesa la tomó de la mano con una sonrisa reconfortante.
—Dale tiempo. Lo sé mejor que nadie: a veces puede parecer frío, pero tiene un buen corazón. Estos últimos meses realmente he sido feliz.
Emma asintió porque sabía que era así.
—Oh, voy a saludar a mi padre —se alejó Vanesa.
—Vale —Emma miro hacia la puerta esperando llegar a su chico. Sus ojos se iluminaron cuando lo vio cruzar la entrada y se acercó a recibirle con un beso.
La tarde avanzó entre juegos y risas. Emma, como anfitriona improvisada, había organizado actividades que mantenían a los invitados entretenidos. Vanesa observaba desde su sillón especial mientras sus amigos y familiares competían por cambiar pañales a muñecos con los ojos vendados o adivinaban el peso del bebé.
Alejandro participó en algunos juegos, aunque su actitud seguía siendo reservada. No era el centro de atención ni buscaba serlo, pero se mantenía cerca de Vanesa, pendiente de cualquier necesidad.
Emma no pudo evitar mirarlo de reojo durante uno de los juegos. Había algo en la forma en que sus ojos se suavizaban cuando hablaba con Vanesa que la hizo replantearse muchas cosas. Quizás, después de todo, Alejandro no era el hombre frío que ella siempre había imaginado.
Finalmente, llegó el momento más esperado: la revelación del sexo del bebé. Alejandro tomó el micrófono, con su expresión seria habitual, y llamó a todos los invitados a reunirse cerca de una enorme caja decorada con cintas azules y rosadas.
—Quiero agradecerles por acompañarnos hoy. Esto significa mucho para Vanesa y para mí.
Hubo un murmullo de expectativa entre los asistentes. Alejandro colocó una mano en el vientre de Vanesa, lo que arrancó algunos suspiros de las chicas más sentimentales.
—No soy el tipo de persona que habla mucho, pero lo que puedo decir es que este bebé ya es lo más importante en mi vida —continuó, su tono manteniéndose sereno—. Espero estar a la altura como padre y darles todo lo que necesiten, a Vanesa y a él... o a ella.
Vanesa le dio un apretón en la mano, su rostro lleno de emoción.
Con un gesto conjunto, ambos tiraron de las cintas que mantenían cerrada la caja. Una explosión de confeti azul llenó el aire, seguido de aplausos y gritos de alegría.
—¡Es un niño! —anunció Vanesa, sin poder contener las lágrimas.
Alejandro sonrió ligeramente, un gesto que no se compraba con la felicidad que sentía. Vanesa abrazó a Alejandro, y él, sin dudar, envolvió sus brazos alrededor de ella, dejando caer su máscara fría absolutamente.
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Editado: 10.12.2024