*Continuación del anterior capitulo es corto*
"El eco del sabor"
El silencio permaneció en la sala varios segundos después de que la joven se marchara. La puerta se cerró con suavidad, como si incluso el sonido supiera que debía respetar el momento.
Amir no se movió al principio.
Sus ojos se mantuvieron fijos en la bandeja que ella dejó sobre la mesa baja de mármol. El platillo era sencillo a la vista, pero delicado en presentación. Notó los detalles: la disposición de los elementos, la limpieza del trazo de salsa, el brillo sutil del glaseado. Una mezcla de dulzura elegante y minimalismo artesano.
Pero no era eso lo que lo tenía quieto.
Era la sensación. La misma que lo había rozado como un rayo la primera vez que la vio en el restaurante.
Khloé.
Ese era su nombre.
Ahora lo podía decir sin rodeos, sin hipótesis.
Ya no era "la camarera de ojos verdes", ni "la joven de la bandeja de plata".
Era Khloé.
Y acababa de estar frente a él. Otra vez.
—No se lo esperaba —murmuró para sí, sintiendo un pequeño sobresalto de algo parecido a... ¿placer?
El postre seguía intacto. Amir se inclinó, tomó una cucharilla de plata de la bandeja y, con el mismo cuidado con el que un anticuario tocaría una pieza valiosa, probó el primer bocado.
Su paladar, acostumbrado a sabores refinados, se encontró con una combinación que no esperaba.
La textura era suave, fundente. Dulce, pero sin empalagar. Un equilibrio perfecto entre la cremosidad y un leve toque ácido que despertaba los sentidos.
Había algo... honesto en ese postre. Como si no buscara impresionar con fuegos artificiales, sino simplemente gustar de verdad.
—Mmm...
Ese sonido, breve y gutural, escapó de sus labios sin pensar. Un gesto casi inaudito en él.
La puerta se abrió de nuevo. Era Sáhara, la chef principal de la residencia, una mujer de unos 56 años la cual le había cocinado desde niño, de mirada firme y voz templada. Llevaba una carpeta en la mano, pero se detuvo al verlo con la cucharilla en el aire.
—¿Está a gusto con la preparación, Amir? —preguntó con respeto, aunque con esa confianza ganada tras años de trabajar para su familia y atenderlo y hacerle sus comidas desde niño.
Él asintió, sin levantar la vista del plato.
—Sorprendente. —Otra cucharada. Su voz era grave y calmada, pero había un matiz diferente, algo que solo Sáhara, tan observadora como él, notó.
—La preparó la joven Khloé que usted pidió... sin saber que era para usted.
Amir ladeó apenas la cabeza, con una media sonrisa invisible.
—¿Eso dijo?
—Sí. Me lo dijo Fátima. No sabía para quién cocinaba. Solo que debía hacer un postre de muestra. Vino puntual, respetuosa amable. Muy discreta. No entró a la cocina ni una sola vez sin permiso.
Sáhara se acercó un poco más.
—Tiene talento, Amir. No talento de escuela. Talento real. Instintivo. Crea con el corazón. Si usted me permite, podría enseñarle algunas cosas. Pero no muchas. Esa chica… lleva el sabor en la sangre.
Él dejó la cucharilla sobre la bandeja, girando la cabeza con lentitud.
Sus ojos se perdieron en algún punto entre la bandeja y la puerta por donde Khloé se había marchado minutos antes.
—¿Y qué te dijo? —preguntó al cabo de un momento, sin mirarla—. ¿Parecía... cómoda?
Sáhara lo miró con atención. Era raro verlo hacer preguntas así.
No sobre un postre. No sobre una joven.Ella sabía en el fondo que a Amir le gustaba la joven Khloé Amir no mostraba tanto interés en una mujer desde lo que había sucedido anteriormente con su antigua ex pareja , pero no se veía igual los ojos de Amir brillaban cuando hablaba de khloé.
—No. Se notaba que estaba nerviosa. Como si no entendiera por qué alguien la había elegido. Pero no lo mostró en palabras. Solo lo vi en sus manos. Temblaban un poco al pasarme la bandeja.
Amir bajó la mirada, silencioso.
Ese detalle, ese temblor, era suficiente para que en su mente, mil escenas se formaran.
—Gracias, Sáhara. Puedes retirarte.
—Como ordene.
Ella se marchó, dejándolo otra vez solo, con la bandeja frente a él y un pensamiento que se repetía desde que la escuchó decir su primera palabra:
> “Esa voz…”
Sí. Khloé lo había reconocido.
No lo dijo en voz alta. Pero él lo sintió. Lo leyó en sus ojos.
Y eso lo alteró más de lo que estaba dispuesto a aceptar.
Volvió a recostarse en el sillón. Se pasó una mano por la mandíbula. Luego por el cabello. Sus pensamientos eran un nudo, un mapa confuso que solo ella parecía recorrer sin perderse.
¿Por qué ella?
No lo sabía aún.
Pero cada día, con cada gesto, cada mirada, cada acto desinteresado, le respondía un poco más.
> "Khloé..."
Pronunció su nombre en voz baja, como si saboreara una palabra que todavía no entendía del todo.
Recordó cómo lo miró aquella noche en el restaurante. La mezcla de sorpresa y tensión en su rostro. Recordó cómo lo evitó después. Como si intuyera que él no era cualquier hombre.
No lo era.
Y aún así... había algo en ella que lo desarmaba.
Suspiró.
Apoyó la cabeza contra el respaldo del sillón.
Y por primera vez en años, deseó algo más que silencio.
Deseó escuchar su voz de nuevo. Pero no solo un "buenas tardes" ni un "aquí tiene", sino una conversación real.
Una parte de él —la más fría, la que siempre lo había protegido— le dijo que no debía. Que estaba cruzando una línea.
Pero otra parte, la que había despertado con una cucharada de postre y una mirada furtiva, le dijo que quizás, por primera vez, valía la pena cruzarla. Ya era hora de darse otra oportunidad...
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cha cha chan!!!!!! Ay Dios Amir se va a dar una oportunidad en el amor con Khloé dios ahh!!.
Aqui otro capítulo del libro gracias a las personas que están comentando que les encanta la historia a las personas que le dan me gusta a la historia los que me siguen mil gracias a todas esas personas son las que me siguen motivando a seguir escribiendo, y si tú eres de las personas que no lo hacen te pido por favor que lo hagas eso me apoya aque la historia crezca más y que muchas más personas booknet le recomiende el libro por favor te pido que me sigas comentes y des me gusta. Sin más que decir gracias lo agradezco muchísimo por el apoyo 💓🫶🏽
Editado: 10.08.2025