"Detrás del misterio, un nombre"
Khloé no podía dormir.
Eran casi las tres de la madrugada y, a pesar del cansancio acumulado por el doble turno del día anterior, su mente no dejaba de dar vueltas.
Desde que salió de aquella mansión, con el corazón agitado y las emociones encontradas por haber preparado un postre para un desconocido que, en el fondo, ya no era tan desconocido, algo dentro de ella no encajaba. Se había sentado en el borde de su cama, abrazando una de las almohadas, mirando la ciudad de Dubái desde la ventana de su pequeña habitación. Las luces titilaban como estrellas caídas, pero ni siquiera ese espectáculo conseguía calmar la ansiedad que crecía en su pecho.
Todo encajaba demasiado bien. Y eso la inquietaba.
Primero, la misteriosa propuesta para cocinar postres en una residencia privada durante su día libre. Luego, la aparición de una mujer elegante, llamada Sáhara, que no solo la recibió con cortesía, sino que parecía conocer su trabajo al detalle. Como si ya la hubieran observado. Como si la hubieran elegido por algo más que sus habilidades.
Pero lo que más la descolocó fue la mirada de aquel hombre.
No era la primera vez que lo veía. Estaba segura. Había sentido esa mirada antes, ardiente, profunda, pero contenida como un secreto.
—Amir —susurró al viento, como si ponerle nombre a su sospecha fuera invocarlo.
Khloé se levantó y fue hacia su bolso. Sacó su teléfono y, con dedos temblorosos, abrió la galería de imágenes. Allí estaba la foto que había tomado días atrás por accidente cuando una clienta del restaurante le pidió fotografiar un plato, y sin querer, capturó parte de la sala privada. En un rincón apenas visible, borroso, pero inconfundible, aparecía él: la postura recta, el traje oscuro impecable, el perfil serio y elegante. Lo reconocía ahora. Era el mismo hombre que la había mirado con intensidad desde la cabecera de la sala privada. El mismo hombre que volvió a verla en aquella mansión silenciosa donde sus pasos retumbaban como una advertencia.
Era Amir Al-Maktoum.
La revelación le heló la sangre.
El hijo del jeque.
El cliente más enigmático del restaurante.
Y probablemente, el hombre detrás de la propuesta.
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—¿Estás segura de que era él? —preguntó Luci al día siguiente, en su típica mezcla de escepticismo y emoción. Khloé la había citado para tomar un café en una pequeña terraza cerca del metro. El lugar era discreto y con sombra, lo cual era fundamental a esa hora del mediodía.
—No tengo pruebas... pero lo siento, Lu. Lo sé —respondió Khloé, jugando nerviosamente con la servilleta.
—¿Y cómo es que sabes tanto de él? —arqueó una ceja su amiga, dándole un sorbo a su jugo helado—. ¿No que tú solo te enfocabas en el trabajo y la familia?
Khloé rió con cierta culpa.
—No sé mucho. Solo lo que escuché entre los pasillos, o lo que una vez comentaron en la cocina. Dicen que es el hijo mayor de una de las ramas principales del linaje real. Que no le gusta que lo molesten. Que es frío, reservado, pero muy influyente. Nadie se atreve a hablarle directamente si él no lo permite. Y que... bueno, es difícil de leer.
—¿Y tú lo leíste?
—No. Pero lo sentí. Sentí esa energía suya observándome desde la sombra.
Luci la miró con ternura y asombro.
—¿Y tú qué vas a hacer con eso? ¿Con tu teoría?
—Nada. No quiero imaginarme cosas. Puede que no sea él, ¿no? Puede que todo esto lo haya armado una empresa que realmente apreció mi trabajo en el restaurante y ya. Tal vez estoy exagerando.
—No lo creo —dijo Luci con convicción—. Tienes buena intuición. Siempre la tuviste. Desde lo de tu papá, desde lo de tu mamá... tú siempre has sabido cuándo algo es real. Yo no descartaría que ese tal Amir tenga algo más en mente contigo.
Khloé bajó la mirada. No quería dejarse llevar. Pero una parte de ella, la que aún creía en los giros del destino, se preguntaba si todo lo que había vivido en las últimas semanas era una simple coincidencia... o si había alguien, en algún rincón del poder, que había decidido mirarla diferente.
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Esa noche, Khloé se sumergió en sus pensamientos mientras se duchaba. El agua caliente recorría su espalda, pero no lograba relajar la tensión acumulada. Recordaba cómo Sáhara le había hecho preguntas sutiles durante la tarde, como si quisiera saber más de ella sin invadirla. Cómo le había elogiado no solo el sabor del postre, sino la "intención" detrás. ¿Quién habla así de un dulce? ¿A quién le importa la intención de un bizcocho si no es a alguien que busca algo más que comida?
Al salir, se envolvió en una toalla, se sentó frente al espejo y se observó. Estaba cambiando. No físicamente, aunque las ojeras empezaban a notarse, sino emocionalmente. Estaba dejando de ser la Khloé que solo sobrevivía, y comenzando a ser una Khloé que preguntaba, que cuestionaba, que quería respuestas.
Cogió su teléfono otra vez. Buscó en internet: "Amir Al-Maktoum". Las fotos lo mostraban en galas, cumbres internacionales, en eventos de caridad. Elegante, imperturbable, atractivo. Tan lejos de su mundo como una estrella de otra galaxia.
Khloé de verdad había quedado impactada con tanta belleza de ese hombre , era varonil alto guapo de ojos color marrones miel hermosos tenía buen gusto por la ropa tenía una sonrisa de infarto está vez khloé lo pudo detallar perfectamente ya que en el restaurante las luces eran más tenues y el siempre se la pasaba en su cabina propia en el restaurante, pero realmente verlo en persona no hacía justicia al estar en su presencia khloé volvió a recordar si voz era profunda y varonil.
Pero ella lo había tenido cerca. Muy cerca.
Y él la había mirado.
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—¿Y si no es malo? —le escribió por WhatsApp a Luci—. ¿Y si solo quiere conocerme sin intimidarme con su poder?
Luci respondió al instante:
—O sea, ¿te está stalkeando como príncipe misterioso? ¿Tú en serio crees que esto puede terminar bien?, pregunté a algunos conocidos por el y me comentaron que todas las chicas aquí en Dubai mueren por ese hombre tanto por lo sexy y rico que es y por ser parte de la realeza.
Editado: 24.08.2025