El hijo del Jeque

Capitulo 27

Narrado por Khloé

El auto negro se detuvo frente a la mansión con una suavidad casi calculada. Mis manos estaban entrelazadas sobre mi regazo, frías y tensas, mientras observaba las luces encendidas que bañaban la fachada en tonos dorados.

No sabía a quién iba a conocer. No sabía por qué él insistía en presentarme. Y lo que era peor: no sabía por qué, en el fondo, yo quería saberlo.

El chófer me dedicó una sonrisa amable.
—Hemos llegado, señorita Khloé.

Tragué saliva y miré hacia la puerta principal. Antes siquiera de que me diera tiempo a abrir, lo vi. Amir. Salió de la mansión como si algo —o alguien— lo hubiera llamado desde adentro. Caminaba rápido, decidido, y por un momento juré que ni siquiera tocaba el suelo.

No llevaba chaqueta; la camisa blanca, abierta en el cuello, se amoldaba a sus hombros amplios. Sus ojos… Dios, sus ojos no apartaban la mirada de mí. El derrumbaba cada muro de pensamientos de atracción hacia el.

Sentí cómo mi estómago se encogía.

En el interior, detrás de los ventanales, alcancé a distinguir tres figuras: una mujer con un porte elegante y cabello recogido, un hombre de traje impecable y una joven de sonrisa curiosa. Todos miraban hacia afuera todos tenían un parentesco físico con Amir la mujer que tenía enlazado con el hombre mayor tenía unos ojos por lo poco que pude observar a Amir y el hombre a su lado tenía casi el mismo rostro que Amir, la joven que nos miraba con diversión y mucha felicidad tenía una mezcla de los dos mencionados y algo de amir supongo que son sus padres y hermana. Dios entró en pánico me va a presentar a su familia, Nos observaban como si fueran espectadores de algo que aún no entendía.

El chófer abrió la puerta y el aire nocturno me golpeó suavemente el rostro. Amir se acercó los últimos pasos y se detuvo frente a mí, extendiendo su mano. No era un gesto cualquiera. Era una invitación, una promesa de qué todo iba a salir bien.

—Estás… —su voz bajó, cargada de algo que no había escuchado en mucho tiempo—. Estás absolutamente hermosa, Khloé. El no dejaba de mirarme con adoración y en su mirada de podía captar amor.

No supe qué decir. Sus palabras me envolvieron como una caricia. Tomé su mano y sentí ese calor suyo que siempre me desarma, su mano se sentía bien enlazada con la mía como si los dos estuviéramos echos el uno para el otro...

—Gracias… —murmuré, bajando la miradacon mucha pena por todo lo que decía y lo que yo sentía tanto por su palabras y nuestras manos enlazadas no estaba acostumbrada a ello. Luego, con un suspiro le dije—. Pero no hacía falta que me regalaras más cosas, Amir. Me siento apenada… son demasiados detalles.

Una sonrisa leve curvó sus labios.
—No son detalles —respondió—. Son apenas un reflejo mínimo de lo que mereces. No pienso en gastar en ti, Khloé. Pienso en darte lo que te haga sentir especial… porque lo eres.

Sus palabras eran peligrosas. No por lo que decían, sino por cómo las decía. Con calma, con certeza, como si no hubiera un ápice de duda en él.

—No me acostumbro a esto —confesé, todavía sosteniendo su mano.
—Entonces déjame hacer que te acostumbres —dijo, y sus ojos brillaron con algo que no pude descifrar.

En ese momento, un leve movimiento detrás del cristal me recordó que no estábamos solos. Vi a la mujer elegante inclinarse hacia el hombre a su lado, sus labios moviéndose en un susurro. La joven, por su parte, nos observaba con una sonrisa traviesa, como si ya supiera algo que yo no.

—Ven —dijo Amir, sin soltarme—. Quiero que los conozcas.

Mis pies avanzaron, pero mi corazón se quedó atrás, intentando entender qué era lo que estaba a punto de suceder.

Mientras caminábamos hacia la puerta, noté que él apretaba mi mano un poco más, como si no quisiera darme espacio para huir. No podía decir si ese gesto era para darme seguridad o para no perderme. Tal vez ambas cosas.

Y yo… yo solo sabía que estaba cruzando una línea invisible. Una línea que, una vez traspasada, cambiaría todo.

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Entramos al salón principal de la mansión de Amir, El lugar lucia mas majestuoso de noche que parecía sacado de un sueño. No lo lo había detallado bien casi nunca observaba la mansion ya que lo que conocía. era la biblioteca el jardín de la parte de atrás de la mansión y la cocina. El techo estaba , decorado con lámparas de cristal que reflejaban la luz en cientos de destellos dorados, me hizo contener la respiración habían velas aromáticas en la casa y una luz tunue que estaba esparcidas para que la mansión se sintiera cálida habían varios jarrones con lirios que desprendían un olor florar muy fresco todo estaba muy lindo. Amir seguía sosteniendo mi mano, guiándome con calma, pero no podía ignorar las miradas expectantes que nos esperaban.

—Khloé —dijo con su voz profunda, deteniéndose frente a ellos—, quiero que conozcas a mi familia.

La mujer elegante, de porte real y mirada cálida, se levantó primero. Tenía un vestido azul profundo que resaltaba sus ojos marrones claros iguales a los de Amir.
—Yo soy Amira Al-Maktoum, shaikha de mi esposo—dijo con una sonrisa genuina, estrechando mis manos—, madre de Amir.

(Shaikha se les dice a las esposas o hijas de un jeque.)

El hombre a su lado, alto y de presencia imponente, se acercó con un gesto solemne pero amable.
—Y yo soy Hamdan Al-Maktoum rey jeque de Dubai—se presentó muy amable y respetuosamente igual que su esposa—, padre de Amir. Un placer conocerte.

Me incliné ligeramente, intentando ocultar mi nerviosismo.
—Es un honor conocerlos. Mi nombre es khloé Martínez.

Entonces la joven se adelantó con una energía contagiosa.
—Y yo soy Layla Al-Maktoum, princesa de Dubái… pero olvida los títulos por favor soy hermana de Amir, por favor. —Me abrazó sin previo aviso, riendo—. Ya decidí que vamos a ser amigas.

No pude evitar sonreírle. Había en ella algo travieso, cercano, como si nos conociéramos desde hace tiempo.




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