El hilo de las apariencias

Capítulo 3 - Símbolos Bajo la Piel

La luna colgaba alta sobre el colegio, lanzando sombras largas sobre el mural descolorido. Cherry tocó con los dedos la hoja de laurel dibujada al pie del muro, como si pudiera sentir su historia a través de la piedra agrietada. Ashley permanecía a su lado, en silencio, los brazos cruzados, pero sin poder evitar mirar de reojo el símbolo que parecía crecer con cada segundo.

-Este símbolo no es solo un emblema -dijo Cherry, encendiendo su celular con rapidez-. Aparece vinculado a una antigua escuela clandestina, al sur de la ciudad... Mira esto.

La pantalla mostraba un blog polvoriento, con entradas viejas y fotos mal escaneadas. Pero la palabra clave estaba ahí:

"La Escuela de los Invisibles."

Un refugio para jóvenes rechazados, algunos huérfanos, otros expulsados por motivos que el sistema prefería olvidar. El logo que los representaba: una hoja de laurel cruzada por una línea negra.

Ashley sintió que el estómago se le encogía.

-¿Y qué tiene que ver esa escuela con nosotras? -preguntó, intentando sonar casual, pero su voz tembló apenas.

-¿No lo ves? -dijo Cherry, girándose hacia ella-. Si esa escuela existió realmente, y el símbolo sigue apareciendo aquí... es porque hay algo que alguien quiso ocultar. Y creo que lo están usando todavía. Como si ese grupo... esa organización... aún estuviera operando desde las sombras.

Ashley desvió la mirada, rozando apenas el borde de su chaqueta con los dedos.

-No podemos estar seguras de nada todavía -murmuró con calma forzada.

-No, pero podemos comprobarlo.

El edificio estaba en la periferia de la ciudad, al borde de los límites del campus, oculto tras una cortina de árboles secos. Era un pabellón olvidado, de paredes sucias y ventanas tapiadas. La estructura parecía abandonada, pero un leve destello de luz debajo de la puerta del sótano les indicó que no estaban solas.

Adentro, el aire era espeso, cargado de polvo y humo. Las paredes estaban cubiertas de grafitis, casi todos con el mismo símbolo: la hoja de laurel, dibujada una y otra vez, a veces con sangre seca, a veces con pintura negra. En el centro, había un grupo de chicos de su edad -universitarios como ellas- reunidos alrededor de una lámpara de gas y unas cartas sueltas.

Eran cinco. Chaquetas de mezclilla, rostros duros. Una pandilla, pero diferente. Se movían como si supieran demasiado, como si fueran parte de algo más grande.

-¿Qué hacen aquí? -preguntó el líder, un joven de cabello blanco y mirada cansada. Tenía una cicatriz en el cuello que le cruzaba hasta la clavícula.

-Buscamos respuestas -dijo Cherry, sin miedo.

-Entonces han venido al lugar correcto... o al peor lugar posible.

Ashley se mantuvo callada, sus ojos fijos en el suelo. En su mano derecha, oculta bajo la manga, giraba una pequeña sortija negra con forma de laurel. Sus dedos temblaban apenas, pero nadie lo notó.

La conversación se volvió densa. Los chicos hablaron de "La Cúpula", un grupo que existía en la sombra del sistema académico. Una mafia que seleccionaba a ciertos estudiantes con "potencial" y los formaba desde pequeños, infiltrándolos poco a poco en posiciones de poder: prefectos, directivos, líderes de clubes.

Ashley tragó saliva. Cada palabra la hacía sentirse más y más expuesta.

-¿Y cómo se entra en esa cúpula? -preguntó Cherry.

-No se entra -respondió el de cabello blanco-. Se nace en ella... o se es elegido desde temprano.

Ashley se apartó un poco. En su mirada había una mezcla de rabia, remordimiento y miedo. No dijo nada, pero uno de los chicos la observó de cerca, y luego sonrió con burla.

-Tú ya sabes cómo funciona esto, ¿cierto?

Ashley lo miró, confundida.

-No sé de qué hablas.

Cherry volteó hacia ella.

-¿Ashley?

-Me intentaron reclutar, ¿sí? Pero me alejé ese mismo día en el castigo, porque cuando vi el cadáver no lo podía soportar. Si esa "sociedad" mata para mantenerse oculta, yo jamás sería capaz de hacer algo así. Eso es horrible. -Y no te lo quería decir porque ibas a desconfiar de mí, pero tanto tú como yo queremos acabar con esto, ¿verdad?

Cherry ya había visto algo que jamás hubiera esperado en Ashley. ¿Culpa? La tensión en sus hombros, la forma en que apretaba los dientes, la mirada esquiva. Ashley no solo tenía miedo.

Tenía enfado solo por pensar en haber sido parte de esa mafia.

Al salir del lugar, Cherry no dijo nada. Caminó unos metros por delante, procesando lo que había escuchado.

Ashley iba detrás, sintiéndose más sola que nunca.

Pero Cherry se detuvo y le dijo: -Gracias. Porque aunque al principio no me lo querías decir, esto me dio a entender que te sientes muy mal. Y no te puedo culpar. Vámonos, tenemos una mafia que destruir.




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