El hilo rojo

Capitulo #9

Capitulo #9.

En la noche de 23 de octubre se encontró un cuerpo debajo de uno de los muchos puente de la ciudad, no tenía rostro alguno, pero se podía ver  por su cuerpo que era muy joven de unos 25 años de edad, tal vez, no tenía ropa alguna en su cuerpo y sus manos había sido amarradas, el color de piel era azul; como si fuera estado en el agua antes de su desfiguración, la policía e investigadores trataban  para encontrar el asesino rápido. Mientras en la celda de la cárcel se encontrar uno de los hombres más temidos por el mundo, esperando noticia  que  sean buenas, miro a su carcelario en buscada algo que le indicara noticias.

-Señor, ¿¡Que le preocupa, exactamente!? – pregunto su carcelario.

-Que mis órdenes no se cumpla al pie de la letra. – respondió con amargura. – Sabes que significa que no se cumpla… muerte.

El silencio se estabilice en la cárcel, el hombre podía hacer lo que quisiera en ese lugar, era dueño del mundo aquel que no siguiera lo que él decía, no le importa en lo más mínimo acabar con su vida. ¿¡Porque si era dueño del mundo estaba en la cárcel!? , nadie se atrevía a responder esa pregunta, algunos rumores dice porque se cansó del mundo que el único lugar que le era divertido era la cárcel, otros dice; que en la cárcel encontraría más personal.

Pero la verdad, era que la culpa que lo acompaña no había desapareció de él, había pasado muchos años desde la última vez que había visto el sol, ya era un viejo y está solo, las personas que más quería ya no estaba en se mundo por su causa. Había ganado el mundo pero había perdido mucho. Su esposa se volvió loca hasta el punto de que su vida no era nada comparado con la depresión que tenía en su corazón.  Murió de depresión dejándolo con su pequeña niña de 10 años, una triste historia que no termino bien para su pequeña hija.

Se enamoró de un millonario que no era nada comparado con su padre, aun así no era tipo para su princesa, pero ahora en aquella pocilga le parecía el hombre ideal de su difunta hija, que murió por defender aquel amor que profesaba, siendo el que disparó el arma que le quito la vida, con ello convirtiéndolo un hombre moribundo. Nunca se perdonó por ello,  así que decidió entregarse a la policía en aquel momento, en ese lugar no causaría más daño; eso era lo que el creí. Pero como dice por ahí mala llevar nunca muere y perro callejero nunca pierde sus malas mañas.

-Señor, le hemos traído la información que nos pidió. – miro a los hombres que estaba, suspirando con pesadez; se levantó de la cama.

Recibió los papeles y las fotos que había pedido, los dejaron solo, después de la muerte de su hija, no sabía nada de lo que había pasado con la familia de su esposo. Las investigaciones iban y venía, pero ninguna eran seguros solo vagos rumores. Miro la foto que tenía en ella la foto de Zack apareció, una pequeña sonrisa apareció en sus labios.

-Sí que te pareces a tu madre – suspiro con tristeza, aún recuerdo el sonido del arma disparandoce. – has crecido mucho.

Las fotos iba y venía, por la información se pudo entera pequeñas cosas que nadie sabía, entonces encontró las fotos de los mellizos, el corazón le latió con fuerza, miro cada uno con suma delicadeza, una sonrisa estaba hay.  No podía crearlo se había vuelto bisabuelo, solo podía verlos desde fotos, la siguiente que vio fue a su nieta vestida en de novia y sus bisnietos. Por lo menos ello estaba bien y a salvo, hizo un buen trabajo como padre a diferencia de él; que destruyó todo lo que tenía y se quedó sin nada.

-Jon – llamo, al momento su carcelario entro a su cárcel. – Quiero máxima seguridad para ellos, entendido. – su carcelario asintió, desaparecio de su mirada.  – Sera mejor que yo.

Comenzó a pegar la foto en la pared, así podía verlas cuando se sintiera que el mundo se le caída. Con el corazón muerto solo pudo cantar la canción que le recordaba a su hermosa esposa y a su pequeña princesa, atesoraba eso recuerdos más que su propia vida. Preguntándose si después de la muerte iría al infierno o al cielo para ver a sus reinas, pero él sabía que después de muerto no habría nada más que oscuridad. El nació en una buena familia pero la vida se encargó de volverlo como es ahora, nada podía cambiar pero si fuera así. Cambiaria todo para poder estar con su esposa y su hija; en su mente podía verla feliz llevándola al atar para que se casara.

-Mi pequeña, Daniela… papá te extraña – miro al techo. – lo siento mucho.




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