En la era del amor digital, las almas gemelas ya no se encontraban por casualidad.
Una simple aplicación llamada SoulMatch tenía el poder de conectar a las personas destinadas a amarse. Cada vez que dos almas se reconocían, una voz suave y dulce salía del dispositivo, diciendo con ternura:
"Has encontrado el amor."
En la Preparatoria Kosuda, un lugar lleno de risas, dramas adolescentes y confesiones fallidas, vivía Sato Akihiro, un omega de corazón amable y sonrisa cálida. Siempre ayudaba a los demás, incluso cuando nadie lo notaba. Pero detrás de esa dulzura, ocultaba un amor silencioso que lo acompañaba desde hacía años.
Su corazón pertenecía a Yoshida Eiji, un alfa popular, seguro y carismático. Compartían clases, tareas y ocasionales charlas amables… pero Sato nunca se atrevió a confesar lo que sentía.
Una tarde, impulsado por la curiosidad y la esperanza, Sato abrió la aplicación SoulMatch e ingresó su nombre junto al de Eiji. Esperó, conteniendo la respiración. La pantalla brilló, y una voz femenina habló:
"No eres compatible. Tu alma gemela está en camino; la espera valdrá la pena."
El corazón de Sato se hundió. Probó otra vez. Y otra. Días, semanas, meses. Siempre el mismo mensaje.
—Maldición… —susurró, mirando la pantalla—. Si él no es mi alma gemela, ¿entonces quién es? ¿Por qué no puedo amarlo aunque no esté destinado para mí? ¿Todos mis amigos tiene pareja y por qué yo no?¿Será que nadie me ama?
Llegó el día de San Valentín, y Sato decidió no rendirse,ese día decidio declarars. Llevaba consigo una flor blanca y una caja de chocolates, cuidadosamente envueltos. Caminó hacia el patio de la Preparatoria Kosuda, donde vio a Eiji riendo con sus amigos bajo la luz del sol todos estaban riendo de cualquer babosda.
Estaba a punto de acercarse cuando una chica omega,(era parte del consejo estudiantil),con un aroma a flores primaverales con ese aroma de calma y deseo,corrió hacia Eiji con su teléfono en mano.
—¡Yoshida Eiji! —exclamó, emocionada—. La aplicación me dijo que tú eres mi alma gemela. ¡No puedo creerlo!.La aplicación me dijo donde estarías,no lo puedo creer
Eiji se quedó sorprendido, pero sonrió.
—Vaya… —respondió—. No esperaba conocer a mi pareja así. ¿Te gustaría que hablemos después de clases? Te espero en la cafetería de los gatos.
Sato sintió un vacío en el pecho. La flor temblaba en su mano, y sin decir una palabra, se dio la vuelta. Caminó hasta perderse entre los pasillos, con los ojos empañados,lleno de lagrimas.
En el baño, el agua fría resbaló por su rostro mientras se miraba en el espejo.
—Supongo que la aplicación nunca falla… —murmuró con voz rota.
Golpeó el lavamos con tanta fuerza que no le importo si tenia una herida o un moretón.
Cansado de llorar y ademas de que le dolia la mano, decidió ir a la enfermería para calmar el dolor de cabeza que lo aquejaba y la mano con que golpeó el lavamanos. Al abrir la puerta, el aroma a desinfectante y el silencio lo recibieron.,era mejor esto que lo que pasó hace un momento.
En una camilla, recostado, había un chico de cabello oscuro y facciones elegantes. Su respiración era tranquila, aunque su rostro mostraba fiebre.
En ese momento, el teléfono de Sato vibró con fuerza. Una voz familiar, la misma de siempre, resonó:
"Has encontrado el amor."
Y, al mismo tiempo, el teléfono del chico en la camilla vibró con el mismo mensaje.
El alfa abrió los ojos, y al ver a Sato, una chispa indescriptible apareció en su mirada. Se levantó con torpeza, pero lleno de emoción, y lo tomó de la cintura, acercándolo con cuidado.
—Al fin… te encontré —susurró, su voz cálida y profunda—. Mi alma gemela… he esperado tanto este momento.
Antes de que Sato pudiera responder, el chico lo besó con una pasión tan repentina que lo dejó sin aliento. Su primer beso… robado por un desconocido que, según la aplicación, era su destino,sera esta la oportunidad que le dio DIos.
El contacto fue breve pero ardiente.
El alfa, agotado por la fiebre, se desplomó segundos después.
—¡Oye! —exclamó Sato, sosteniéndolo con cuidado—. ¡Estás ardiendo!
Con delicadeza, lo recostó en la camilla y colocó una toalla fría sobre su frente. El corazón le latía rápido, confundido y sonrojado. Después de un rato, el cansancio pudo más que sus pensamientos, y se durmió en la camilla de al lado.
A la mañana siguiente, aún con la cabeza un poco pesada y su mano envuelta de una venda, Sato salió de casa rumbo a la escuela. En la entrada de la Preparatoria Kosuda, un coche negro lo esperaba,Sato sintio miedo no sabia si era un secuestrador o un familiar ya que el no esperába a nadie.
El vidrio se bajó lentamente, y una voz familiar lo llamó:
—¡Sato! —El chico sonreía, aunque parecía un poco enfermo—. Ven, te llevo a casa.
—¿Tú? —preguntó Sato, sorprendido—. ¿Qué haces aquí? pense qe eras un secuestrador
—Secuestrador??,no claro que no solo que ayer no te pude agradecer… por cuidarme. —El chico estornudó y rió—. Achuuu. Por cierto, me llamo Kimura Yukio.
Sato lo miró, todavía confundido, y subió al auto con timidez. Pero apenas se acomodó, un escalofrío recorrió su cuerpo. La fiebre lo había alcanzado también.
—Parece que… me contagiaste —murmuró con una leve sonrisa.
Yukio soltó una risa suave.
—Supongo que es mi culpa… pero al menos ahora tenemos algo más en común.
—¿Eres de tercer año? —preguntó Sato, curioso.
—Sí, y… —Yukio se acomodó en el volante—, mi padre es el CEO de la empresa Kimura.
—¿Q-Qué? ¿El famoso grupo Kimura? —Sato se sorprendió tanto que casi se atraganta.
—El mismo —respondió Yukio, sonriendo con picardía—. Pero olvida eso. Dime, ¿cómo quieres que te llame?