El sol apenas comenzaba a filtrarse por las ventanas de la Preparatoria Kosuda, iluminando los pasillos con una luz dorada y cálida.
Sato Akihiro caminaba lentamente, sujetando su mochila y con el rostro ligeramente sonrojado, no solo por la fiebre que aún le quedaba, sino por la confusión que lo acompañaba desde el día anterior.
Cada vez que recordaba el beso en la enfermería, su corazón latía con fuerza.
El calor subía a su rostro, y su mente se llenaba con la imagen de Kimura Yukio: su mirada intensa, su voz segura… y ese “mi cariño” que todavía resonaba en sus oídos como campanas que no se detienen.
—Ugh… ¿por qué sigo pensando en eso? —murmuró, llevándose una mano al rostro.
Al entrar al aula, sus compañeros lo saludaron como siempre, aunque algunos notaron que su expresión estaba un poco diferente,como algo mas rojo.
Sin embargo, quien más lo observaba era Yoshida Eiji, sentado cerca de la ventana.
Eiji lo miró con curiosidad, notando el leve rubor en sus mejillas y la distracción con la que hojeaba su cuaderno.
Él no lo sabía, pero por primera vez en mucho tiempo, Sato no estaba pensando en él sino en Yukio.
La mañana transcurrió entre clases y suspiros. Al terminar la jornada, Sato guardó sus cosas y se dirigió a la salida. Cuando cruzó las puertas principales, vio el coche negro que ya se había vuelto familiar esperándolo.
El corazón le dio un pequeño salto.
El vidrio se bajó, revelando a Yukio, sonriendo como si el sol mismo se reflejara en su rostro.
—¡Sato! —lo llamó con tono alegre—. Subes o tengo que ir por ti otra vez,le sonrio picaramente.
Sato se sonrojó y miró alrededor; varios estudiantes los observaban con curiosidad, y algunos comenzaron a murmurar.
—¡Yukio! No digas eso tan fuerte… —dijo, apurado, mientras subía al coche.
Yukio rió suavemente areglanose en cabello.
—¿Por qué? Me gusta cuando todos saben que te llevo a casa.
—Eres un desastre… —respondió Sato, mirando por la ventana para ocultar su sonrisa.
El coche arrancó, y durante el trayecto, el ambiente se volvió tranquilo. Yukio tenía esa habilidad para llenar el silencio con una calidez inexplicable.
—¿Dormiste bien anoche? —preguntó él, lanzándole una mirada de reojo.
—Más o menos. Creo que… aún tengo un poco de fiebre. —Sato bajó la mirada.
—Lo siento, es mi culpa. —Yukio se inclinó ligeramente hacia él, su voz se volvió suave—. Pero si eso significa que pienso en ti incluso cuando estoy enfermo, no me arrepiento en nada.
Sato se sonrojó de inmediato.
—No digas cosas así…
Yukio solo sonrió.
En ese instante, el teléfono de ambos vibró al mismo tiempo.
Un mensaje nuevo de SoulMatch apareció en la pantalla:
"Tu conexión se fortalece. El vínculo entre almas gemelas crece con cada latido."
Los dos se quedaron en silencio. El aire se volvió denso, y Sato pudo sentir cómo su corazón se aceleraba. Yukio giró la vista hacia él y, con una sonrisa serena, murmuró:
—Parece que incluso la aplicación está de nuestro lado.
Al día siguiente, los rumores ya se habían esparcido por la Preparatoria Kosuda.
—Dicen que Sato va todos los días con un chico de tercero.
—¿El del coche negro? ¡Es guapísimo!
—Y parece que es un alfa dominante…
Sato no sabía cómo reaccionar. Intentaba ignorar los comentarios, pero sentía las miradas curiosas de sus compañeros.
Lo que más lo sorprendió fue notar la expresión de Yoshida Eiji: serio, incómodo, casi molesto.
Durante el receso, Eiji se le acercó al aula.
—Oye, Sato… —dijo con voz calmada, aunque sus ojos reflejaban confusión—. ¿Tú… conoces a ese chico del auto?
Sato lo miró, sorprendido por el tono de su voz.
—¿A Yukio? Sí, lo conocí hace poco.
Eiji frunció el ceño.
—No sabía que te gustaban ese tipo de personas…
—¿Qué tipo? —preguntó Sato, ligeramente molesto.
—No sé… —Eiji apartó la mirada—. Solo… ten cuidado.
Sato se quedó callado, sin entender del todo por qué Eiji parecía preocupado.
¿Celos? ¿Interés tardío? No lo sabía.
Pero dentro de él, algo había cambiado: por primera vez, su corazón ya no se quebraba al pensar en Eiji con otro o verlo feliz con su novia,solo sentia paz ya que el tambien tenia a Yukio.
Cuando el timbre sonó y las clases terminaron, Sato salió al patio.
Y, como siempre, allí estaba Yukio, esperándolo apoyado en su coche con una sonrisa cálida.
—¿Listo, cariño? —preguntó con tono suave.
Sato sintió que todo a su alrededor se desvanecía, que solo esa voz importaba.
Asintió, subió al coche, y mientras el vehículo se alejaba por la avenida frente a la Preparatoria Kosuda, no pudo evitar pensar:
"Tal vez… el destino realmente existe, incluso si viene en forma de una notificación."
Y así, mientras el sol caía lentamente, el hilo rojo digital que unía sus corazones comenzó a tensarse un poco más fuerte.
Eiji solo pensaba que ojala no fuese un sueño.
Nota del autor: Hay Eiji como seria un sueño,si ya pasaron días,bueno continumos :).