El hombre bestia

El principio de un viaje

No miró atrás. No sentía tristeza por lo que dejaba, sabía que no le pertenecía. Esos lugares habían estado antes que él, y estarían después, pensaba. Estaba consciente, además, que conocería lugares nuevos, buenos y malos, pero siempre diferentes. Las colinas se extendían enfrente de él. Eran verdes y parecían jóvenes y alegres. El viento las acariciaba, y se sentían estar vivas, con el sol brillando sobre ellas. Allí el viento no murmuraba, solo reía. Y camino sobre ellas, y ellas lo invitaban a seguir. Y siguió, hasta que a su alrededor todo parecía diferente, y no había nada de lo que conocía. El viento estaba tranquilo, y el sol se despedía quemando el horizonte. Había estrellas. Allí mismo se detuvo, era tiempo de descansar. Y sin ningún tipo de pesadez en su mente, durmió. Y estaba sobre una colina, las estrellas se balanceaban sobre un cielo de agua. Y entre el pasto algo brillaba. "Es la felicidad" alguien murmuraba. Y en el cielo se encendió una luz, tranquila y tibia, como un rayo de esperanza. Y abrió los ojos, era de día y aquel sueño lo cantaba el viento, como una leyenda. Contaba que en tiempos muy lejanos, cuando en el mundo solo había criaturas de luz, nació una raza oscura, que nadie sabía de dónde venía. Al paso del tiempo, se hicieron inteligentes y astutos. Descubrieron que solo eran capaces de sufrir, y querían ser como las otras criaturas, libres. Se enteraron de que había algo llamado felicidad, y la buscaron incansablemente, sin importarles desatar muerte, destrucción y caos. Y finalmente alguien la encontró y trato de que brillara para todos, pero fieles a su pasado oscuro, algunos quisieron más de lo que tenían, peleando entre ellos. La oscuridad se adueñó de todo y aquella luz se esfumo totalmente, y casi todo se extinguió. Todos tuvieron que empezar de nuevo y las criaturas oscuras estaban allí, esperando. Con el tiempo esto se olvidó. O eso se creía, ya que estaban otra vez en su búsqueda. El hombre bestia le preguntó al viento como algo bueno causó todo eso, pero el viento no lo sabía. Podía presenciar los sucesos, pero no podía indagar en los corazones de los seres vivos, ni sus secretos. El hombre bestia sintió tristeza por primera vez al encontrar esa oscuridad escondida en su corazón, y el hombre bestia lloró.


 




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