El hombre de oro

La verdad sobre Sesben

Una vez había recuperado todas sus fuerzas, continuó su viaje. No sabía dónde estaba, por lo que intentaría llegar a alguna ciudad para preguntar sobre cómo llegar a Florest. Aunque, Sesben no se esperaba que estuviera demasiado lejos de la próxima ciudad, por lo que tardaría en llegar.

Enbe, por otro lado, ya de encontraba en camino hacia donde se encontraba Sesben. Enbe logró encontrar a unas personas, que se dirigían por ese camino, que lo llegaran. Enbe tenia en mente - espero que no le haya pasado nada malo a Sesben -. Enbe, una vez llegó al lugar dónde había caído Sesben, se dirigió hacia un puerto, que se encontraba más adelante, para poder ir a buscar a Sesben. Cuando estába a punto de zarpar, Sesben se dio cuenta de Enbe y le grito. Enbe, al escuchar la voz de Sesben, miró hacia atrás y se dio cuenta de que era Sesben. Salió del barco y fue con Sesben.

Al encontrase, Enbe dijo - que bueno que te encuentres bien. Creí que habías muerto -, Sesben, - a mí, también me da gusto volver a ver lo - , Enbe, - te tengo una noticia, acerca de tu familia -, Sesben, - de verdad, ¿Cuál es? -, Enbe, - al parecer, podremos encontrar su ubicación en la guarida de Yesica. Por lo que tendremos que regresar a su guarida -. Después de eso, comenzaron a caminar hacia la guarida de Yesica pero, antes de eso, tendrían que equiparse. Por lo que se dirigieron, de primero, hacia Licorer.

Después de caminar unos días, llegaron a Licorer, donde obtuvieron refugio. Se quedaron con unos amigos de Enbe, quienes, al escuchar que iban a la guarida de Yesica, les dieron su apoyo. Al parecer, ellos también tenían unos asuntos que resolver con Yesica. Por lo que, Enbe y Sesben, no irían sólo los dos. Lo único que quedaba era realizar un plan para entrar sin que ella se diera cuenta, para poder obtener lo que necesitaban.

Después de tres días, que fue el tiempo en que obtuvieron equipo y realizaron un plan, se dirigieron hacia la guarida de Yesica. Para evitar cualquier sospecha, se hacían pasar por mercaderes. Esta fue la manera en que lograron entrar por el territorio de Yesica. Al entrar, dejaron a Enbe y Sesben un poco antes de llegar con los guardias, para que pudieran entrar sin ser visto. Al llegar con los guardias, ellos revisaron todo lo que llevaban, pero ellos habían dejado escondido sus armas muy bien por lo que no se dieron cuenta.

Enbe y Sesben, pasaron mientras los guardias estaban en revisando a los demás. De esta manera, comenzaron con el plan de infiltración en la guarida de Yesica. Ellos, al recordar aquel incidente en el que escaparon por el río, tomaron precauciones, ya que debió de haber tomado en cuenta esa ruta de escape que habían aprovechado. Sesben le dijo a Enbe - conozco una ruta. Podemos intentar entrar por el calabozo, ya que no estarían esperándonos ahí. Aprovechemos los árboles y arbustos para pasar al resto de los guardias que tenga. Es la única manera, que se me ocurre, para entrar sin mayor problema -.

De esta manera, entraron por el calabozo y esperaron, hasta la noche, para poder andar en la guarida. Mientras tanto, los que los acompañaban, empezaron a alistarse para el ataque. Estaban todos dispuestos a destruir aquella guarida y deshacerse de Yesica. Pero, Enbe, empezaba a dudar del plan, ya que creía que podrían estar en un grave peligro. Para evitar ser vistos, tuvieron que ser muy cautelosos. Ya que, de lo contrario, serían descubiertos y no lograrían obtener respuestas.

Al anochecer, comenzó todo. En el interior de la guarida, estaban los guardias vigilando, aunque no eran muchos pero estaban muy bien preparados. En las afueras, estaba lleno de trampas y habían incrementado la guardia. Pero, en cuestión de unos minutos, todo se quedó en silencio y sin ningún rastro de seguridad. Había quedado desprotegido, la guarida, que podía ser muy fácil entrar y robar sin ningún problema.

Al darse cuenta de esto, todos empezaron a confiarse pero, Sesben, le parecía que había algo mal en todo esto. No quería arriesgarse de más por lo que le dijo a Enbe - Enbe, mantente en alerta -, Enbe, - ¿Porqué? -, Sesben, - Aquí se encuentra demasiado silencio. Además, no creo que Yesica sea tan tonta, como para desprotegida su guarida. Estoy seguro que ya debe de saber que nos encontremos aquí -, Enbe, - está bien. Estaré alerta -. Así, comenzaron a escabullirse por la guarida. Al ser muy grande, les llevó un poco de tiempo poder encontrar el cuarto donde estaba lo que buscaban.

Al llegar, empezaron a buscar alguna pista sobre los padres de Sesben. Registraron por todas partes hasta que, de repente, llegó Yesica. Al verla, no sabían cómo poder salir de ahí, pues ella había traído refuerzos y sus compañeros estaban afuera, sin preocuparse por nada. Yesica les dijo - así que regresaron. Qué coincidencia, pues yo los estaba esperando. Saben, no es bueno hacer esperar a los invitados de honor. Vallan por ellos -. Rodearon a Enbe y Sesben. No podían escapar, pues habían caído en la trampa de Yesica. Ella sabía que, si hacía que los guardias abandonaran sus puestos, creerían que estaban solos y bajarían la guardia.

De pronto, empezaron a escuchar una pelea que provenía de afuera. Habían agarrado a los demás, ahora y no había nadie que les pudiera ayudar. Enbe y Sesben, fueron llevados al calabozo. Al llegar ahí, vieron a los demás ahí. Enbe les dijo - ¡no puede ser!. También los han atrapado -, ellos no contestaron. Una vez, estando en sus celdas, Yesica se llevó a Sesben. Todo había sido en vano, Enbe creía que este sería su final y, lo que más le entristeció, fue que no pudo cumplir su promesa con Sesben. Así, empezaron a pasar los días. Cada vez era más la desesperación que llegaba.

Una día, mientras hacían el cambio de guardias. Enbe l se dijo - díganme, ¿por qué no nos han matado todavía -, Ferd, que era el comandante y amigo de Enbe - Tienes razón en eso, amigo. Si no lo han hecho, debe ser que tienen un motivo para dejarnos vivir, - Enbe, - ¿por qué no sólo nos matan? Y ya. De edta manera, no tendríamos que seguirles siendo una molestia -, Ferd, - aún no pierdas las esperanzas, podremos salir de aquí. Te lo prometo -, Enbe, - ya no quiero escuchar eso. Ya hace días que me dices lo mismo, ya no puedo seguir así -, Ferd, - ¿Qué te pasa?. No eres él mismo. Yo, que recuerde, eres alguien más enérgico. ¿Qué pasó con aquel hombre que me ayudó a salir de la batalla?, ese hombre que no le tuvo miedo a morir, ni siquiera a la desesperación. Acaso me dirás que lo has olvidado -, Enbe, - la verdad, no sé qué pasó come ese hombre. Después de aquella guerra, que choco en medio de mi hogar, he estado buscando a mi familia. Mientras hacía esto, me involucre con varias personas, algunas buenas y otras no. Pero, lo que no he encontrado, es algo que perdí. Creí que lo había encontrado pero, de un momento a otro, volvía a sentir ese vacío. Tal vez, si encuentro a mi familia, podré llenar ese vacío -, Ferd, - si eso es lo que crees, entonces no debes de rendirte aquí. Todavía falta encontrarla. Saldremos de aquí, no hay que perder las esperanzas -, Enbe, - Sí -.




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