El Hombre del Piano

Parte 3

— ¿Qué pasa papá Piccolo? — preguntó Goten, miedoso por la manera que lo veía el hombre desconocido, frente a él.

— Nada hijo, te iré a hacer el desayuno enseguida — el padre adoptivo tomó al niño y lo sostuvo en sus brazos, mientras el pequeño se abrazaba a él, tiritando de miedo — vete, no hay nada aquí para ti.

El hombre moreno de pelo como palmera bajo la cabeza, se alejó lentamente del lugar.

— No quiero ver a ese hombre nunca más señor Piccolo — Gohan lloraba sin un sonido, solo las lágrimas que caían al piso delataban su dolor.

— Lo mejor será vender el gimnasio, nos iremos a Ciudad Satán, allá tengo amigos que nos ayudarán a empezar de nuevo ¿Qué te parece irnos a vivir a una gran ciudad, Goten?

— Me encanta la idea, gracias por todo papá Piccolo, te quiero mucho.

Dos años después Zangya apareció en el mismo pueblo, ahora tenía mucho dinero, con lo que obtuvo de Goku se operó el cuerpo, compró ropa y accesorios caros y elegantes, así pudo irle bien en su nuevo trabajo, dama de compañía de millonarios, políticos y famosos.

El ex luchador era un vagabundo más del lugar que buscaba comida en la basura, durmiendo donde lo encontraba la noche, no volvió a las peleas, solo vegetaba en su no vida.

Quiso el destino que un día él viera a Zangya cuando ella entraba en su mansión con su auto último modelo, la siguió y quedó afuera del lugar, esperó la madrugada, con cuidado logró romper una cadena y entró por la puerta de servicio.

— ¿Quién anda ahí? — preguntó la mujer, bajando en babydoll, con un palo de golf que había dejado su último amante de turno, caminó lentamente al escuchar un ruido.

— Soy yo — dijo el hombre casi en un susurro, ya había perdido la costumbre de hablar con otros humanos

— ¿Qué haces aquí? ¿Y en esas fachas? Llamaré a la policía. Esta es mi casa — dejó caer lo que tenía en las manos para tomar su celular.

— Solo quiero saber una cosa ¿Por qué me hiciste esto? Por ti perdí a mi familia, a mis amigos, no me queda nada... y tú.... tú desapareciste con todo mi dinero.

— No es mi culpa si no volviste a trabajar. Además, tuviste lo que querías de mí, por eso me cobre cada beso, cada caricia que te di, para mí solo eras uno más de mis clientes ¿Acaso crees que me enamoraría de un inútil, un simplón como tú? No soy tan tonta como Milk — rió tapando su boca con su mano.

Por primera vez en su vida Goku se enfureció, su rostro normalmente sonriente, ahora estaba serio, y el brillo en sus ojos hizo temblar a Zangya, que por primera vez sintió temor ante él.

— No te acerques, vete de mi casa.

El hombre caminó lentamente hacía ella, que retrocedió amedrentada, no podía dejar de mirar esos ojos oscuros como la noche, él levantó la mano como para tocarle el hombro.

— Vete de mi casa ¡¡AHORA!!

Goku no dijo ni hizo ademán de golpearla, siguió avanzando hacia la muchacha, la mujer llamó a la policía, por caminar hacia atrás no se fijó que llegó al borde del balcón, golpeó con la espalda el barandal y perdió el equilibrio. Cayó justo cuando le contestaron, desde la estación solo escucharon el grito de la mujer, que se cortó bruscamente al golpear el suelo. Media hora después llegaron los agentes, encontraron al hombre mirando con sus ojos fríos desde el segundo piso el cuerpo de la fallecida.

En el juicio la defensa dijo que todo había sido un accidente porque la mujer no tenía marcas de lucha, pero los fiscales argumentaron que con la fuerza de Goku le fue fácil tomarla en brazos y arrojarla, como el acusado se defendió, lo condenaron por homicidio con todas las agravantes, le dieron 40 años, pero por buena conducta salió a los 10.

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El barman terminó su historia mirando al aludido, quién seguía en su ensimismamiento.

— Que terrible — Videl miró al hombre con mucha tristeza — ¿Y cómo terminó un luchador tocando así de bien?

— Su abuelo era profesor de piano, hasta la adolescencia le enseñó. En la cárcel tuvo mucho tiempo para practicar — rió irónico, y se alejó a seguir sirviendo tragos.

En eso llegó el ayudante del mecánico, el automóvil estaba listo, lo dejó en la calle, cobró el dinero y les pasó las llaves.

— Vamos cariño — dijo la muchacha a su novio, le tomó el brazo, pero él estaba como petrificado.

Al ver al joven, Videl recién se dio cuenta de lo tenso que estaba, su mandíbula estaba apretada, muy fuerte, sus ojos fijos en el músico, con furia en la mirada.

— ¿Estás bien? — preguntó la joven.

— Sí — el tono del muchacho era frío — vamos, no quiero volver a este inmundo lugar, es una pocilga donde solo los desgraciados deben estar, no es para nosotros.

— Pero... — ella se asombró, el joven nunca había hablado de esa manera tan grosera, pero no pudo decir nada más, el muchacho la tomó de la mano y la hizo avanzar rápido, delante de él.

Al pasar al lado del pianista, el novio de Videl tiró una moneda al pocillo de las propinas.

— Gracias hijo — le dijo el del piano, sin siquiera levantar la vista.

— No me digas así — se puso a su lado, y aunque no era su intención, su voz resonó en todo el lugar — nunca fuiste un padre para Goten y para mí, jamás te preocupaste por nosotros, ya no soy Son Gohan, ahora soy Gohan Daimaku, mi único padre es un hombre que se apiadó de una mujer enferma con dos niños, cuidó de ella en sus últimas semanas de vida... cuando los huérfanos estaban a punto de ser llevados a un orfanatorio, él lo impidió y se hizo cargo de ellos... es un hombre de honor que los protegió siempre, les dio todo el amor que su verdadero padre nunca les entregó... por las luchas primero... y por una mujer después.

El hombre solamente siguió tocando, no había escuchado nada, la música lo tenía sumergido en los recuerdos de cuando estaba con su familia, y era feliz.

Otra persona salió y le dejó una moneda.



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En el texto hay: muerte, decepcin

Editado: 21.07.2023

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