El hombre del sombrero grande- #1 Trilogía Solsticio

6 EL TAXI DE LA MUERTE

Ahora más que nunca, quisiera haberlo conocido en otras circunstancias y que él fuera diferente. ¿Qué más puedo hacer si me llego a enamorar de él? Si no es un humano, no pertenece aquí. Y yo…sí.

—¿Qué opinas Camila? —me preguntó Damián, mientras con su rostro buscaba el mío. Y sin percatarme el aire fresco que sentía se detuvo solamente podía oler su aroma embriagante de lirios. Había un silencio profundo, como si el tiempo se hubiera detenido. Mire a mi alrededor las hojas que estaban cayendo se habían suspendido en el aire.

También pude ver por un espacio de la puerta donde salí, que las personas estaban muy quietas como si fueran estatuas. 

— En este momento solo estamos tu y yo Camila.  Con el tiempo a nuestro favor, recuerdo que tuve unos momentos en los que deseaba estar así contigo. Que el tiempo y las personas toxicas de allá adentro no interrumpieran nuestro tiempo.

— ¿Tóxicas? ¿incluyendo tu amiga?

— ¿Amiga? ¿te refieres a Alessia? Ella es una vieja amiga, no hay porque dudes de ella. Es una accionista importante de WorldPlastic.

—Por la forma en que te abrazó, lo dudo Damián. —le dije mientras sostenía como una tonta el ramo de baby breath. Realmente me sentía doblemente tonta al reclamarle. Si él y yo no éramos nada.

— Camila ¿es eso importante en este momento intenso contigo? Necesito que me digas  que piensas al respecto de lo que te estoy diciendo.

También quería decirle lo mucho que me atormenta su recuerdo, y quizás ese era el momento perfecto. Nuestro tiempo estaba congelado en una dimensión en la que Damián y yo éramos los únicos. 

Pero tenía el temor de que otra vez me quisiera hacer daño. Y eso sumándole sus secretos, el collar con ese anillo y Alessia que seguramente lo estaba esperando en el salón. No hubo ningún momento que ella se le despegara del brazo, así como también Eduardo no me dejaba sola ningún momento.

—Necesito tiempo Damián…eres alguien que me confunde mucho. No te puedo corresponder tus sentimientos, también hay alguien que podría salir lastimado.

—¿Te refieres a Eduardo?

—Así es— le dije— a él también le he pedido tiempo. Tengo mi examen superior que se acerca y además Eduardo es un caballero. Y tu ni siquiera sé de dónde vienes, si tienes padres, hermanos, no se tu identidad. Lo único que sé es que no eres de este mundo. Pero aún no se si eres marciano, demonio o un ángel.

— Para saber de dónde vengo, necesitas abrir tu mente. Puede ser que tu tengas una habilidad especial, que puedas ver la esencia del espíritu a lo que tú le dices aura. Pero puede ser que no lo entiendas, pero no quiero perderte…

Y en ese instante el tiempo se descongeló. Alessia apareció por la puerta buscando a Damián.

— Damián ¿Dónde estabas? — le dijo mientras tomaba su brazo. No pude evitar la sorpresa y el dolor que sentí por dentro, justo en mi corazón. Damián no hizo absolutamente nada, ni por el hecho que yo los estuviese viendo.

— Vine a platicar con Camila. Yo soy su instructor en la Universidad.

— Parece…— dijo Alessia viéndome de pies a cabeza con indiferencia—que interrumpí algún suceso. Pero necesito que vengas de nuevo al salón Damián el presidente te está buscando.

Damián se fue con ella, y no podía creer lo estúpida que me sentía, al estar sola afuera del salón. Quería llorar, pero contuve mis lágrimas. No quería arruinar el maquillaje que con tanto esfuerzo hizo Emma.  Aferre más a mis brazos el bello ramo de baby breath que él me dio. Ni siquiera quería pensar que estaba jugando conmigo.

Eduardo salió por la puerta, lo más probable es que me estaba buscando. Cuando pudo verme sentada en una esquina, se acercó hacia mí. Se agacho para estar frente a frente, comenzó a acariciarme suavemente un cabello que tenía por delante de mi cara.

Tomo mis mejillas y dirigió mi cabeza para poder verlo.

— Nena— me susurro— no estés triste. Una dama como tú que acaba de recibir un premio y vestida tan glamurosa no debe verse así.

  Y que podía hacer si mi corazón estaba lastimado, con esa escena que presencie. Eduardo también no se merecía lo que le estaba haciendo. Era tan dulce conmigo, todo un caballero sin dudarlo. Lucía tan guapo con traje, y verlo agachado contemplándome, se veía aún más galante.

De nuevo acarició mi rostro y su pulgar acaricio suavemente mi labio inferior y en ese instante sentí sus labios dándome un beso. Era un beso tierno con suavidad y no tuve tiempo ni de cerrar mis ojos. Sentí su aliento cuando abrió su boca besándome, no podía seguir su ritmo…nunca había besado.

Quise que no terminara ese momento porque sus labios me estaban dando consuelo de la tristeza que sentía. Creo que quería seguirme besando, no se detenía. Sus manos temblaban tomándome por la cintura. El ramo de baby breath se cayó al suelo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.