El hombre del sombrero grande- #1 Trilogía Solsticio

9 MI ROSA DE LOS VIENTOS

Me recosté sobre la mesa de la recepción de enfermeras. Los pensamientos están acabando conmigo. Aun vestía con la bata del hospital, este día debería de volver a mi fría casa. De nuevo cuestione a la enfermera por la habitación de la señora Kate.

Me indico que ella estaba al final del pasillo a la izquierda, en la última habitación. Camine, pero mis pasos parecían eternos. Cuando apenas llegué a la habitación, escuché unas voces. Estaba los doctores aun rodeando el cuerpo de la señora Kate ya cubierto con una sábana blanca.

—Debemos informar a los familiares, para que se lleven su cadáver. —decía uno de los médicos.

—Pero en su registro, no dejo a ningún familiar a cargo—continuó el otro médico.

Me compadecí por esa anciana, también estaba sola, así como lo estaba yo.

En una esquina de la habitación, vi una silueta de una persona. Aclare mis ojos, era la señora Kate que observaba su cuerpo, a su lado había otra silueta, la de un hombre con sombrero. Pero esta vez lo veo claramente. Tiene las facciones de un hombre, vestido con saco negro, pantalón y sombrero negro. Muy similar al espíritu que vi cuando tuve el accidente.

Las personas ancianas decían que ese ser era la parca o ángel de la muerte. Es el encargado de conducirnos de este mundo al cielo o al infierno. Pero no se debe de ver a los ojos a la parca, ya que puede ser el próximo en morir o tener un destino fatal.

El alma de la señora Kate, se desvanecía. Entré rápidamente al cuarto, quería detenerla.

—¡Señora Kate!….no abandone este mundo. Aún tengo muchas dudas—gritaba mientras los doctores me detenían.

—¿Qué le pasa señorita? —decía uno de ellos.

La señora Kate, me miró pacíficamente. Pero aun así no la pude detener. Se fue, quizás por la manera en que me vio se fue en paz.      

Me sacaron del cuarto.

—Dios…¿Cómo puedo hacer para investigar? ¿A quién debo de buscar? —me decía mientras regresaba a mi habitación.

 Al entrar busque en la mesa al lado de la cama, mis pertenencias. Saque el vestido rojo, pero mi bolso y mi celular no estaban. Al ver de nuevo el vestido recordé a Damián. Es un ser sobrenatural, pero aun no confío en él. Pero esta sensación de mezcla de sentimientos hacia que lo extrañara demasiado.

—¿Por qué aun no has venido? —suspiré.

Escuché que abrieron la puerta de la habitación. Era Leonardo, el misterioso doctor que ahuyentó a los fantasmas.

—Camila—me dijo mientras caminaba hacia mí, me tendió la mano.

Al verlo me percaté que también no tenía aura.

—¿Cómo has estado?

—No muy bien—respondí deprimida.

—¿Te siguen atormentando los fantasmas?

—En efecto. Pero hay una cosa más que me está matando. Esta habilidad que tengo de ver espíritus, el aura de las personas y los cambios en mi cuerpo, me hacen cuestionar de mi existencia.

—¿Estos acontecimientos son nuevos para ti?

—Si. Además, hay una extraña marca en mi espalda. Los detectives que vinieron a cuestionarme, pensaron que era un tatuaje.

—¿Puedo ver tu espalda?

Me sonrojé con su petición.

—No me malinterpretes. —dijo apenado.

No había tiempo de vergüenzas, Leonardo talvez seria quien podría ayudarme a buscar mi verdadera identidad.

—Está bien—le dije mientras me levantaba.

Le di la espalda, me desaté la bata. No tenía ropa interior, fue fácil mostrarle mi espalda desnuda. La bata llegó un poco antes de mi trasero.

—Camila, esa mancha que dices tú, es una marca que identifica tu ser.

¿Mi ser?, pensé.

—Si no me equivoco, esa marca está tomando la forma de la rosa de los vientos.

—¿La rosa de los vientos? ¿Cómo la que aparecen en los mapas?, desde el ángulo que la vi, pensaba que era un reloj—dije mientras mis pechos se erizaron por el frio de la lluvia que no dejaba de caer afuera.

—Así es, la marca de la rosa de los vientos solamente le pertenece a un ser que existió hace unos doscientos años.

—Necesito saberlo Leonardo.

—Pertenecía a Leticia Clifden, una poderosa bruja de la luz.

Me congelé al sólo escuchar ese nombre. Entonces lo que dijo la señora Kate era cierto, mi parecido con la pintura que ella tenía.

—¿Quiere decir que yo soy Leticia Clifden?

—No puedo afirmarlo, pero tampoco descartarlo. Podemos buscar ayuda a un ángel custodio. Ellos en algunas ocasiones conocen el origen de humanos “especiales” y sus destinos.

Me di la vuelta, pero no recordaba que estaban mis senos desnudos, Leonardo se paralizó al verme. Rápidamente me cubrí con la bata, estaba avergonzada.

—No te preocupes—dijo serenamente.

Debe de estar acostumbrado a ver cuerpos desnudos.

—¿Cómo puedo encontrar un ángel custodio?




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