El Hombre en el Paso de la Luna

Capítulo 11

Permanezco abrazada a Ethan durante varios minutos, quizá casi ya una hora. Quien va a buscarnos es Catriona, no toca la puerta, solo entra y se queda mirándonos con los brazos cruzados.

—Entiendo que tenían asuntos que resolver y demás, pero ya es hora de poner tus habilidades en regla. —dice la pelirroja, no parece estar en el mismo buen humor y disposición que ayer. —Rápido, te estaré esperando en la biblioteca. Dion estará un rato acompañándonos, quiere ver qué tanto puedes lograr.

Al enterarme de la “supervisión” de Dion, gruño un poco y abro uno de mis ojos para mirarla.

— ¿Y luego va a venderme a un circo? —refunfuño.

—No, pero quizá tenga trabajo para ti —responde con jovialidad, no sé de qué está hablando pero capta mi atención de inmediato, me pone nerviosa.

— ¿Enseñarle a él y a Orien algo sobre literatura?

Catriona pone los ojos en blanco y patea un poco el colchón, moviéndonos un poco.

—Solo baja, Pilgrim.

 

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Las grandes cortinas sobre los ventanales de la biblioteca están completamente cerrados, la habitación solo está iluminada por la chimenea en el centro, la cual está rodeada de sillones antiguos que no están en el mejor estado: los más cercanos son de cuero café al estilo inglés, con las coderas levemente curveadas hacia a fuera, el cuero está rasgado en algunas áreas, mientras que el sillón principal —que está justo al frente de la chimenea— es un diván de terciopelo azul rey con las patas dañadas y con un aspecto delicado, como si al tocarlo pudiera venirse abajo. Hay una pequeña mesa de centro, con cigarrillos y una botella en ella.

Aún me sorprende cómo algunas áreas y muebles de la mansión están tan descuidados mientras que otros lucen lujosos —a pesar de ser viejos— y en buen estado. La Mansión Erös es como la combinación entre una casa de familia adinerada y una casa en total ruina, olvidada.

Dion Harvick está sentado en el diván, se le ve más casual de lo que estoy acostumbrada. Está casi recostado y sostiene un vaso de cristal con un líquido ámbar llegando hasta el tope del vaso; cuando entro ni se inmuta, sólo veo su cabeza moverse un poco hacia atrás al llevarse el vaso a los labios.

Catriona entra a la biblioteca cargando una pila de libros entre sus delgados y pálidos brazos. Sin aviso alguno los coloca frente a mí, apenas y puedo alcanzar a agarrarlos cuando los deja caer; están llenos de polvo, son pesadísimos y viejos…básicamente como todos los libros en este lugar.

— ¿Y esto es…? —pregunto, caminando precariamente hasta la mesita de centro para poder dejar los pesados libros sobre ella. Cuando lo hago, la botella tiembla, amenazando con caerse al piso y hacer un desastre, afortunadamente soy capaz de tomarla rápidamente y colocarla como estaba. Catriona y Dion me miran casi con lástima, como si fuera un cachorro hambriento bajo la lluvia…o solo alguien ridículo.

Con furia y verguenza, me dejo en uno de los sofás y pregunto: — ¿cuál es ese trabajo que menciona Catriona?

Mientras estoy formulando mi pregunta, puedo ver a Dion tomando su libretita y escribiendo rápidamente sobre ella. Las puertas de la biblioteca se abren lentamente  para dejar entrar a Isobel, vistiendo un traje esmeralda y tacones negros cuyo sonido al caminar inunda la habitación.

Catriona no luce muy cómoda en su presencia, es más, cuando Isobel se detiene a mi lado —con la intensión de sentarse en el sofá donde está Dion— ambas se miran fijamente y Catriona murmura un “con permiso” para luego retirarse de la biblioteca.

Dion me muestra lo que ha escrito.

“Es un trabajo sencillo, realmente. Los muertos vienen a ti sin que los llames, así que será bastante fácil”

—No…no entiendo. —murmuro.

—Mucha gente necesita algo de ayuda con sus muertos ¿sabes? Sobre todo con aquellos que no conocen y han decidió quedarse en sus hogares, molestando a inquilinos nuevos… o sus seres amados que aún no aparecen pero ellos creen que están ya tres metros bajo tierra, siempre desean mínimo saber dónde están los cuerpos. — dice Isobel de repente, tomando el vaso de Dion y bebiendo de él.— Nosotros ayudamos a estas personas y vivimos de ello.

No lo puedo evitar, una risa incrédula se escapa de mis labios.

— ¿Qué? ¿Son caza fantasmas y brujos al mismo tiempo? Por favor, no pueden esperar que me crea esto.

La expresión calmada en el rostro de Isobel desparece, se transforma en completa furia, sus mejillas se enrojecen por la ira. Veo que quiere levantarse del sofá  e instintivamente me hago hacia atrás, mi espalda golpeando el respaldo de mi asiento; Dion toma su muñeca y hace que vuelva a sentarse, no es brusco ni nada por el estilo, pero su toque tiene un efecto relajante en ella, pues al volver a sentarse cierra los ojos por unos segundos para tranquilizarse.

—No los “cazamos” —responde—, son almas y familias de humanos que necesitan guía para no terminar como todas esas películas de horror hollywoodense. La familia Harvick se ha dedicado a esto durante siglos, es un trabajo que se vuelve mil veces más simple cuando se tiene a alguien como tú para realizarlo.



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En el texto hay: fantasia, amor, magia

Editado: 25.07.2020

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