De repente las alucinaciones empezaron a aparecer, si, de nuevo los niños y el hombre alto, pero también aparecían más espíritus, más personas muertas, intente distraerme, pero fue en vano, ya que al voltear a ver las paredes de mi habitación, habían cuadros aparentemente dibujados con pintura, de las mismas personas, de repente empezaron a lagrimear un líquido rojo, que por el tono y el brillo, sabía que era sangre.
Al igual que las paredes blancas de pronto se volvieron en un tono rojo carmesí, y se veía tan real que comenzaba a marearme al imaginarme de quien o quienes podría ser toda esa sangre, y aunque una parte de mi cerebro decía que tal vez era pintura la otra parte y mi olfato me demostraron que no era así, realmente era sangre, olía a maldita sangre, a metal, mezclada con un asqueroso olor que me resultaba malditamente familiar.
Y lo descubrí.
Era el asqueroso aliento de el lobo, que asombrosamente, se encontraba en el suelo, y en 4 patas.
Caminaba hacia mi, y de repente se abalanzó contra mi y me olfateo.
—Se que tienes miedo eleanor, lo puedo oler, lo puedo sentir, eres tan débil, que ni si quiera para aguantarte las ganas de gritar puedes, se que por dentro estas gritando por mi regreso, y si, estoy de regreso, yo nunca me voy, nunca ne fui, y tu sigues siendo mía, mía como carne fresca, tan exquisita, tan deliciosa, tu sudor y tu miedo, son mi placer, creo que eso lo tienes bien claro verdad?, y lo mejor es que ahora ya no eres tan altanera como antes, ahora solo sufres en silencio, y lo sé, el hombre de negro también lo sabe, por algo no debiste beber de su agua, con eso te volviste de nuestra propiedad, que incrédula y fácil de engañar eres, pero eres tan preciosa y exquisita, que se que si me como un trozo de tu carne remojada en tu sangre, me volvería loco, incluso podría hacerte más que mía aún estando muerta y tirada en el tapete de mi cabaña.
Creo que algún día lo haré, pero no será ahora, por el momento quiero verte sufrir aun más y que sientas el verdadero miedo y dolor, no solo el de ver al hombre con basto con sus niños de las linternas en los ojos, si no el miedo de que sepas que no puedes escapar de mi, y que te comeré y serás mía, viva o muerta.—Habló el lobo.
Cada palabra que decía me dejaba más y más perturbada, era tan sádico, y yo no quería ser su obsesión ni su deseo, solo quería correr y alejarme de el, pero algo extraño me lo impedía, y si, era miedo, pero también había algo más, y no sabía verdaderamente qué era.
El hombre nos observaba y aunque se veía un poco indignado por las palabras del lobo, también le encantaba verme asustada, y eso si lo sabía, ellos se alimentaban de mi miedo.
Editado: 03.12.2024