La oscuridad se cerró sobre mí, y me encontré en un lugar completamente desconocido. El aire estaba lleno de un olor a humo y a miedo, y podía escuchar el sonido de pasos pesados y lentos que se acercaban a mí.
De repente, una figura emergió de la oscuridad. Era un hombre alto y delgado, con ojos que brillaban como luces rojas en la oscuridad.
—Bienvenida, Eleanor —dijo, su voz baja y resonante—. Me alegra que hayas decidido unirte a nosotros.
Me acerqué a él, mi corazón latiendo con fuerza.
—¿Quién eres? —pregunté.
El hombre sonrió, y su sonrisa fue como una brecha en la oscuridad.
—Soy el Maestro de la Oscuridad —dijo—. Y tú, Eleanor, eres mi nueva estudiante.
Me miró fijamente, y pude sentir su poder y su autoridad.
—¿Estás lista para comenzar tu entrenamiento? —preguntó.
Asentí con la cabeza, y el Maestro de la Oscuridad sonrió.
—Excelente —dijo—. Entonces, comencemos.
Y con eso, me llevó a un lugar donde la oscuridad era total, y donde mi entrenamiento como estudiante de la oscuridad comenzó.
...
El Maestro de la Oscuridad me llevó a un lugar donde la oscuridad era total, y donde mi entrenamiento como estudiante de la oscuridad comenzó. Me enseñó a controlar mis miedos y a utilizar la oscuridad a mi favor.
Pero justo cuando estaba empezando a sentirme cómoda en mi nuevo entorno, escuché un ruido extraño proveniente de afuera. Era un aullido, un aullido que parecía venir de muy lejos.
El Maestro de la Oscuridad se detuvo y me miró fijamente.
—¿Qué es eso? —pregunté.
El Maestro de la Oscuridad no respondió. En su lugar, se volvió hacia la puerta y la abrió.
Y entonces, vi algo que me hizo helar la sangre. El Hombre Lobo estaba de pie en la puerta, su cuerpo cubierto de pelo y sus ojos brillando con una luz roja.
Pero no estaba solo. Los Niños de las Linternas Blancas en los Ojos estaban detrás de él, sus ojos brillando con una luz blanca y sus caras sonriendo de manera inquietante.
—¿Qué quieren? —pregunté, intentando mantener la calma.
El Hombre Lobo se rió, su risa como un aullido.
—Queremos lo que siempre hemos querido —dijo—. Queremos tu alma.
Y con eso, los Niños de las Linternas Blancas en los Ojos comenzaron a avanzar hacia mí, sus ojos brillando con una luz blanca y sus caras sonriendo de manera inquietante.
Intenté retroceder, pero mis pies parecían estar pegados al suelo. Los Niños de las Linternas Blancas en los Ojos se acercaron a mí, sus ojos brillando con una luz blanca y sus caras sonriendo de manera inquietante.
El Maestro de la Oscuridad se interpuso entre ellos y yo, su cuerpo alto y delgado bloqueando la luz de las linternas.
—No la tocarán —dijo, su voz baja y autoritaria.
El Hombre Lobo se rió, su risa como un aullido.
—¿Y quién nos lo impedirá? —preguntó.
El Maestro de la Oscuridad sonrió, y su sonrisa fue como una brecha en la oscuridad.
—Yo lo haré —dijo.
Y con eso, el Maestro de la Oscuridad levantó su mano y lanzó una sombra oscura hacia los Niños de las Linternas Blancas en los Ojos. La sombra los envolvió, y ellos desaparecieron en la oscuridad.
El Hombre Lobo se rió de nuevo, su risa como un aullido.
—No has ganado nada —dijo—. Solo has retrasado lo inevitable.
Y con eso, desapareció en la oscuridad, dejándome sola con el Maestro de la Oscuridad.
—¿Qué acaba de suceder? —pregunté al Maestro de la Oscuridad, intentando entender lo que había pasado.
El Maestro de la Oscuridad se volvió hacia mí, su rostro serio.
—Los Niños de las Linternas Blancas en los Ojos son criaturas peligrosas —dijo—. Son los sirvientes del Hombre Lobo y del hombre alto, y su objetivo es llevar almas inocentes al mundo de la oscuridad.
—¿Y por qué quieren mi alma? —pregunté.
El Maestro de la Oscuridad sonrió, y su sonrisa fue como una brecha en la oscuridad.
—Tú tienes un don especial, Eleanor —dijo—. Un don que te permite ver más allá de la oscuridad. Y el Hombre Lobo quiere aprovecharse de ese don para sus propios fines.
Sentí un escalofrío recorrer mi espalda al escuchar las palabras del Maestro de la Oscuridad.
—¿Qué puedo hacer para protegerme? —pregunté.
El Maestro de la Oscuridad se acercó a mí, su voz baja y seria.
—Debes aprender a controlar tu don —dijo—. Debes aprender a utilizar la oscuridad a tu favor. Y yo estaré aquí para enseñarte.
Editado: 03.12.2024