El joven Jay, con todas las habilidades adquiridas y toda una vida por delante, se preparó para volver a su rutina escolar. Hacía meses que no iba a clases y tendría muchos examenes que hacer. Al regresar, se reencontró con sus compañeros, amigos y profesores. Tomó los apuntes necesarios para poder presentar las siguientes evaluaciones y en el receso, se reunió con sus amigos para poder conversar mejor sobre su tiempo desaparecido. Para poder ocultar sus músculos, usaba suéteres gruesos.
-¿Estás bien amigo? Ha pasado tiempo... -dijo uno de sus amigos.
-Si, estoy bien. Tenía... Amibiasis. -dijo Jay intentando mentir sobre lo que le sucedía.
-Vaya, ha de haber sido horrible ¿no?
-Estoy bien ahora. Pero no me irá bien en las próximas evaluaciones. Son demasiadas.
-Como sea, tú solo estudia y saca tus examenes. ¿Que harás hoy en la tarde? Vamos a ir todos a jugar basketball en la cancha.
Jay tenía prohibido por su padre hacer ciertas actividades físicas en público, debido a que no controlaba su fuerza y algunas de sus habilidades. Por lo tanto, se negó a la invitación y volvió a su casa. Llegando, rompió de nuevo la manilla de la puerta al intentar abrirla. Su padre tuvo que repararla otra vez. En la tarde, golpeo el dedo pequeño de su pie contra la mesa del comedor, rompiéndo la pata de la mesa provocando la caída de esta. Su padre tuvo que reparar la mesa.
Aunque Jay no dominaba sus poderes y era muy molesto para la familia debido a los problemas que causaba, era a la vez muy util. A su madre se le iba a caer un vaso con agua que golpeo con su codo y él rápidamente logró atraparlo con sus manos. En esos días, también pintaron la casa y sólo Jay podía llegar a las partes altas sin unas escaleras, ya que se podía trepar en las paredes. De noche, salia a la panaderia a comprar pan saltando por los techos de las casas, ya que su capacidad de salto era sorprendente. Lo cual le permitía comprar varias cosas en poco tiempo. Sin embargo, la discreción con la que la familia trataba el problema de Jay era alta. Con todo y que lo exponían al mundo exterior, siempre buscaban una forma de evitar que la gente se diera cuenta de que Jay tenía habilidades excepcionales. Pasado unos meses, llegó el gran día en dónde al Dr. Hopkins le tocó presentar su experimento en la feria de ciencias de Atlanta. Faltaba una semana para el evento y toda la familia estaba emocionada. Por fin, por lo que el Doctor tanto había investigado y estudiado daría frutos. Sería reconocido a nivel mundial por su descubrimiento, el Suero Alterador.
En esa última semana antes del evento en Atlanta, Jay estaba saliendo de la biblioteca de su escuela. Estaba buscando unos libros para estudiarlos. Entonces, un fuerte dolor de cabeza le sobrevino, y tuvo que correr al baño porque el fuerte dolor le provocó náuseas. En el baño, vomitó y vomitó; al mismo tiempo que con mucha ira, golpeo la pared de metal que dividia los inodoros, hundiéndola y rompiéndola. Jay se asustó mucho, ya que había provocado un daño a las instalaciones, y a la vez, había creado evidencia de que alguien con una fuerza sobrehumana, había golpeado la pared. Nadie se podría explicar ese suceso, por lo tanto, decidió intentar reparar la pared aplanando la aboyadura. La preocupación que le provocó el error cometido lo hizo entrar en un estado de ansiedad, producto de las hormonas liberadas en su nuevo y acelerado metabolismo. La verdad era... que Jay no se había convertido en un súper humano... sino que estaba dejando de ser humano poco a poco.
Salió del baño con discreción, como si nada le importara y se fue a su casa. En las afueras de la escuela estaba un grupo de jóvenes, contemporáneos con Jay, fumando y bebiendo tranquilamente. Eran un grupo de mala conductas que no les importaba el lugar ni la hora para hacer lo que les gustara hacer. Y para mala suerte, uno de ellos quizo lanzar la lata vacía de una cerveza a la papelera que se encontraba cerca de la entrada. Cuando la lanzó, Jay salió justamente por la puerta, recibiendo el golpe de la lata.
-¿Eres imbécil o que? -gritó Jay furioso.
El joven se levantó y lo insultó:
-¿A quien llamas imbécil? ¿Quieres tener problemas maldito? -lo retó.
Jay trató de controlarse en la situación, pero el fuerte dolor de cabeza que sentía no le permitía pensar con claridad. Jay caminó para irse a su casa, pero el joven lo siguió, ofendiéndolo y acusándolo de cobarde. Entonces Jay regresó:
-Escúchame... no es mi día ¿si? No me siento bien, y no tengo tiempo para perderlo contigo.
Los jovenes se limitaron a burlarse de él, mientras que el que se encontraba frente a él se le acercó para buscarle problemas. Los demás estudiantes que se encontraban en los alrededores se acercaron para ver lo que sucedía, deseando que hubiese una pronta pelea. Jay estaba preocupado por la situación, estaba en un problema en el cual podría ser descubierto. No podía iniciar una pelea ahora, no podría golpear suave a su contricante. Entonces el joven intentó darle un empujón a Jay... pero el que salió disparado fue él, tal cual un hombre intentara empujar una pared. Los demás se quedaron perplejos, Jay estaba parado como un muro ante él. Entonces empezó a arrojarle golpes en cuanto se levantó, pero los grandes reflejos de Jay le permitieron esquivar cada uno de los golpes que le arrojaban. Entonces, siendo impulsado por la situación y por los problemas que ahora estaba teniendo, Jay golpeó a su contrincante, mandándolo a volar 5 metros lejos de él y provocando un súbito silencio entre los espectadores. Jay empezó la carrera para huir del lugar, mientras que el resto de la pandilla lo persiguieron. Fueron unos minutos de carrera la que hubo, pues la velocidad de Jay lo ayudó a perder a sus perseguidores rápidamente. Jay estaba asustado, frustrado, sin entender lo que le sucedía. Estaba como un extranjero en tierra desconocida, sin entender nada y sin entender nadie. Entró a un callejón oscuro para despejar su mente, pero un ataque de ira lo inundó y comenzó a golpear los botes de basura que habían en el lugar. No entendía lo que le pasaba, simplemente una gran frustración lo llenaba. Al cabo de unos minutos, los matones lo encontraron y lo persiguieron. Jay huyó rápidamente, hasta toparse con una pared. En medio de la presión del momento, Jay dió un gran salto para sobrepasar el muro, permitiéndo que sus perseguidores observaran la escena y se asustaran ante el extraño suceso. Ahora que Jay había sido expuesto, era posible que se corriera el rumor sobre él y sus nuevas habilidades.