El hombre que mató la esperanza

Capítulo 3 – La Asamblea Celeste

1. Luz Divina – Valeria Nox
“La fe también puede romperse en silencio.”

La luz de la mañana atravesaba las cúpulas transparentes del Salón del Norte, bañando el mármol blanco con una calidez celestial. Valeria estaba de pie, sola, contemplando los vitrales que contaban las hazañas de su equipo. Cada fragmento de color era un reflejo del pasado: niños salvados, guerras detenidas, enfermedades extintas.

Pero había algo que no podía encontrar en esos cristales: duda.

—¿Desde cuándo se siente el aire más pesado? —susurró.

Afuera, miles la esperaban para otro discurso. Sonrisas, banderas, flores. Ninguno de ellos sospechaba que, por primera vez en dos décadas, Luz Divina no sabía qué decir.

2. Aeon – Aevin Hale
“El tiempo no sana. Solo observa.”

Aeon caminaba entre los segundos. Literalmente.

Para él, la realidad era un tapiz de momentos en espera. En el Salón del Reloj, donde el tiempo estaba detenido para todos excepto para él, meditaba.

No por poder. Por necesidad.

Había sentido la distorsión hace semanas. No era una guerra. No era un acto de violencia. Era un cambio más sutil, más corrosivo.

—Están dejando de creer —dijo. Su voz resonó en el vacío sin eco.

No por debilidad de la Asamblea, sino porque alguien estaba dando a las personas una idea aún más peligrosa que la fe:

La independencia.

3. Bruma – Sibel Kova
“La mentira que no se pronuncia es la más difícil de detectar.”

Sibel sostenía una tablet, revisando en tiempo real los cambios de lenguaje en foros, comentarios, titulares.

Todo se sentía... torcido.

Frases como “siempre los mismos héroes”, “¿quién los eligió?”, o “no deberían tener tanto poder” se multiplicaban. No venían de enemigos. Venían del público fiel.

Ella no necesitaba sus poderes para saber que esto no era espontáneo.

—Hay una mano detrás —dijo, grabando un audio para sí misma—. Y esa mano conoce bien cómo manipular la semilla de la decepción.

Al cerrar el archivo, se detuvo. Por primera vez en años, pensó: ¿Y si ellos realmente no quieren que los salvemos más?

4. Atlas Prime – Thane Volgard
“Si la gente deja de pedir ayuda, ¿dónde pongo mi fuerza?”

Thane entrenaba. Siempre lo hacía. Levantaba plataformas de concreto como si fueran hojas, probaba sus límites cada día, aunque no los tenía.

Pero esa mañana, el gimnasio estaba desierto. No por miedo. Por indiferencia.

Miró el monitor: una encuesta preguntaba si los héroes debían retirarse de asuntos sociales. El 63% dijo “sí”.

Thane golpeó una columna. La hizo añicos.

No por ira. Por impotencia.

—¿Qué quieren que hagamos? ¿Desaparecer?

El eco no respondió.

5. Aurora – Dalia Mien
“Crear soluciones no es lo mismo que crear sentido.”

En su laboratorio suspendido a 300 metros sobre el nivel del suelo, Aurora reprogramaba drones médicos, analizaba pandemias potenciales y revisaba planos de energía limpia.

Pero algo la inquietaba: las preguntas de los jóvenes.

No pedían nuevos inventos. Pedían “espacios sin vigilancia”, “autonomía”, “educación para actuar sin depender”.

Ella, que siempre creyó en dar a las personas herramientas, ahora entendía que quizás… había dado demasiadas.

Su tecnología era perfecta. Su ética, transparente.

Y aun así, la gente comenzaba a ver su ayuda como una invasión.

6. Umbra – Kael Orin
“Nunca estuve del todo aquí.”

Kael observaba desde las sombras del Salón Central mientras sus compañeros hablaban de estrategias, discursos, protocolos.

No dijo nada.

Él ya había leído el ensayo. Ya había visto los hilos virales. Y, en silencio, lo admitía: Elias tenía razón en algo.

No todo. Pero algo sí.

“¿Quién nos eligió?”, pensó.
No como acusación… sino como curiosidad legítima.

Cuando Bruma pasó junto a él y le tocó el hombro, él no respondió.
Ella no sabía que Kael ya había visto a Elias. Ya lo había escuchado. Y lo peor:

No lo había odiado.

7. Asamblea reunida

Esa tarde, los seis se sentaron en el salón ovalado, como lo hacían cada mes.

Valeria habló de responsabilidad. Aeon pidió paciencia. Bruma propuso intervenir en los foros con claridad. Aurora quería transparencia total. Atlas se ofreció a dar entrevistas. Kael, como siempre… no dijo nada.

Desde afuera, seguían pareciendo invencibles.

Desde adentro, por primera vez, no estaban de acuerdo.

Y justo en ese pequeño espacio entre certezas, el susurro de Elias Vólcras se filtró sin que nadie pudiera detenerlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.