El hombre que se encontró un hada

La casa

"El hombre que se encontró un hada"

Tal vez esto suene ridículo, pero cuando enciendo la televisión no pongo atención en ella, sólo lo hago para tener un poco de ruido mientras me dedico a mis actividades. No obstante, el programa que estaban transmitiendo aquella vez llamó mi atención y no fue porque se tratase de algo importante, sino todo lo contrario; se trataba de una nota por demás ridícula, pues era acerca de un tipo que argumentaba haberse encontrado un hada. La noticia era transmitida en vivo. Y lo que los televidentes pudimos apreciar en pantalla era por demás risible.

- Nos encontramos afuera de la casa de la familia Ballesteros - dijo aquel reportero frente a la cámara. Se nos ha comunicado que el señor Gregorio Ballesteros se ha encontrado un hada en su patio.

El reportero caminó un poco. La cámara lo fue siguiendo.

- Como podemos apreciar, se ha formado ya una larga fila conformada por lo vecinos, los cuales esperan con ansias el momento de ver el hada.

El reportero se acercó a una mujer que estaba casi al final de la fila para entrevistarla. Y como siempre pasa cuando hay cámaras en un lugar popular, la gente quiere sus cinco de “fama”. Quienes estaban cerca de la mujer comenzaron a saltar y gritar frente a la cámara.

- Muy buenos días, señora - dijo el reportero. ¿Desde a qué hora está usted formada?

- Yo y los vecinos tenemos ya como tres horas formadas.

- “Yo y los vecinos” - pensé. Me reí de su grado de ignorancia. Los vecinos y yo. Me hubiera gustado corregirle.

- Pero no sabemos gran cosa - dijo la mujer. Sólo nos han dicho que esperemos un poco para poder ver a el hada.

Y como en la televisión el tiempo es dinero, el reportero, sin más, cortó la entrevista a la señora, la cual pude apreciar que quería seguir hablando. Al reportero eso no le importó y siguió caminando con la cámara siguiendo sus pasos. Las personas en la fila estaban también a cuadro. El reportero llegó entonces a la puerta de la casa de la familia Ballesteros; adentro estaría el tipo que argumentaba haberse encontrado un hada. Mientras tanto yo, sentado en mi sillón, tomaba un poco de café.

El reportero tocó a la puerta.

- Esperen un poco más - dijo la voz de una mujer dentro de la casa.

- Señora, somos del noticiero Elemts - dijo el reportero. Se nos ha informado que en esta casa han encontrado un hada y venimos a cubrir la nota.

La puerta se abrió. La cámara enfocó a una mujer desalineada. Tenía un tubo en el cabello y la ropa se le notaba sucia.

- Buenos días, señora - dijo el reportero. Se nos ha informado que ustedes encontraron un hada aquí en su casa.

- Así es - dijo la mujer. Bueno, en realidad fue mi esposo quien la encontró. La tiene allá atrás. Pasen.

El reportero, seguido por el camarografo entraron en aquella casa. La cámaro fue tomando aquel lugar; un patio donde se apreciaban paredes que rogaban por una resanada. Al fondo, unos cuartos viejos. Era ahí, en ese lugar donde se supone habían encontrado un hada. Caminaron hasta uno de los cuartos. Mientras tanto, le daba otro trago a mi café.

Al entrar a aquel cuarto, la cámara enfocó a un tipo sentado en un sillón viejo.

- Son los de las noticias - dijo la mujer. Vienen por lo del hada.

El tipo se puso de pie y al hacerlo se tambaleó un poco. Se le notaba que estaba borracho e incluso drogado.

Buenas - saludó el hombre. ¿Vienen por lo del hada?

Somos del noticiero Elemts - dijo el reportero. Venimos aquí a cubrir la nota. Por favor, cuéntenos cómo sucedieron los hechos. ¿Cómo fue que se encontró al hada?

- Pues estábamos yo y mi esposa - dijo aquel tipo. Yo levanté los ojos de manera irónica.

- Otro - pensé.

- Estábamos ya acostado, cuando de repente se escucharon ruidos en el patio trasero. Primero pensamos que se trataba de un gato, pero no se escucharon maullidos.

- ¿Después qué pasó? - preguntó el reportero. Mientras tanto, yo enfoque mi atención en una pequeña puerta la cual, por lo comentado, daba hacia un patio trasero.

- Pues acá mi señora me dijo que saliera a ver qué era -dijo el hombre. Pero la verdad yo tenía miedo. No fuera a ser un ratero.

Justo cuando tomaba mi café me ganó la risa. ¿Un ratero? Pero si ese tipo tenía una cara de malviviente que no podía con ella.

- Pero mi señora insistió en que fuera a ver y ni modo, tuve que ir. Y así, con mi pijama puesta tomé un palo y tuve que ir acá, al patio trasero. Ahí la vi. Era un hada que estaba cerca del lavadero. Me asusté; pero al verme, el hada también se asustó. Quiso escapar, pero yo me armé de valor y fui tras ella. Le di un chingazado en la cabeza con el palo. Otra vez la risa hizo efecto en mí. El golpe la mató.

- Lo mismo de siempre - pensé. Cuando van a presentar en la televisión una criatura mágica, resulta que ya está muerta.

- Veamos entonces a la famosa hada - dijo el reportero.

- La dejé en el cuarto de allá atrás - dijo el hombre. Dirigiéndose a un cuarto situado en el fondo del patio trasero, fue seguido por el reportero y el camarografo.

-Está ahí - dijo el hombre, al tiempo que señalaba un cuartucho el cual no tenía puerta, sino tan sólo una cortina; el tipo la retiró para que pudiesen ver al hada.

Aquella noche no pude dormir. Mi mente fue atormentada por la imagen presentada, a pesar de que esta sólo duró unos cuantos segundos, ya que se podría apreciar, por la manera en la que la cámara se movió, que el camarografo cayó al sueño, víctima de la sorpresa. Pero aquella imagen que duró sólo unos momentos no fue lo único que me impactó e incluso me traumó, sino los gritos del reportero, el cual le decía a aquel hombre que argumentaba haberse encontrado a un hada.

- ¡Hijo de puta, esa no es un hada! ¡Es una niña disfrazada!

Fin

Autor: Beto Vázquez



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En el texto hay: incertidumbre

Editado: 21.11.2019

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