—¿Lucí? —pregunta intrigada.
—Es nuestra forma de llamarla —le dijo Rafael—. Ella es quién te ha estado hablando en sueños. Es la conciencia colmena de los nano bots
De no ser por los organismos superiores en su cuerpo, probablemente se hubiese desmayado.
—Los Inquisidores...
—Ellos matarían por saber de este lugar. Pero jamás van a encontrarla por accidente. Lucí es más lista que ellos y más fuerte... Pero lamentablemente no posee ningún cuerpo capaz de soportar su poder completo
—¿Poder completo?
—Los nano bots solo nos mejoran un 10% cómo máximo. Imagina el humano capas de alcanzar el 100%.
—Me imagino que la computadora ya lo intento encontrar —cuestiona, aunque no tan molesta como debería.
—Tú serías una Diosa Eva. No es ese tu propio sueño.
No fue Rafael quien le habla sino el Lucí y aunque quería responder con un rotundo no. Sin embargo, la atracción que sentía era real. El solo pensar que sus sueños se podían volver realidad, le hacía sentirse como sí estuviese en frente de una mina de oro.
—Yo sería una Diosa —Eva repite
La tal Verónica sonríe, con sus dientes pálidos—Por supuesto Naciste en el 83. Fuiste hecho para eso —se volvió hacia la puerta e inclina ligeramente la cabeza hacia un lado.
Cuando la puerta se abrió detrás de Eva, siente y puede ver, gracias a sus sensores de temperatura, el aire frío de la habitación dónde se hallaba un cuerpo pálido y despojados de vida. La baja temperatura proveniente de esa habitación y el calor de la habitación principal colisionaron breve brevemente, antes de que la puerta que lo separaba de tal horror se cerrara.
—No tienes que decidir esta noche, Eva. Quiero que esta sea tu elección —le propone Lucí, hablando dentro de su cabeza.
—Solo necesito algo de tiempo para pensar —Eva responde con el corazón en la garganta, prácticamente susurrando.
Sintiendo de repente, la necesidad de irse y de correr sin mirar atrás. Había una sensación de finalidad en esa habitación para la que simplemente no estaba preparada.
—Nos vemos pronto.
Eva se vuelve hacia la sala principal y escucha que la puerta de metal se cerraba de nuevo detrás de él. Reprimió un estremecimiento y se estremeció cuando una pequeña mano agarró su brazo.
—¿Come te fue? —le pregunta Rafael, con sus ojos oscuros mirando contempla cada parte de cuerpo con curiosidad.
No supo cómo responder. Eva simplemente niega con la cabeza y pasa junto a Rafael.
—¿Te vas?— pregunta él, sonando un poco asustada.
—Necesito ir a ver a David.
Editado: 16.07.2023