Arnaldo y Pusen salieron de la comisaría con una mezcla de alivio y cansancio. Después de mostrar las pruebas, los policías habían decidido reducir su sentencia a solo diez horas de servicio comunitario. Pero después de todo lo que habían pasado, solo les quedaban dos horas para completar su castigo.
Acordaron esperar a Chort para hacer las últimas horas juntos, pero ahora enfrentaban otro problema. No tenían dónde dormir.
Caminaron por la ciudad, buscando algún sitio donde pudieran pasar la noche. La mayoría de los lugares requerían pago adelantado, y ellos no tenían recursos suficientes para pagar por una estadía completa.
Después de recorrer varias calles, finalmente encontraron un alojamiento con un cartel en la puerta que decía primera noche gratis, versión de prueba.
Se miraron sin decir una palabra y entraron.
El lugar era modesto, con muebles sencillos y un ambiente acogedor. La recepcionista, una mujer de rostro amable, les explicó que podían quedarse una noche sin costo como parte de una promoción para nuevos clientes.
Aceptaron de inmediato.
Pero cuando llegaron a la habitación, se dieron cuenta de algo. Solo había una cama.
Sin discutirlo, se acomodaron en los espacios disponibles. Movimientos cuidadosos, respiraciones ajustadas, pequeños gestos que buscaban evitar el contacto, pero que de alguna forma lo hacían aún más evidente.
Cada vez que uno se movía, el otro parecía reaccionar de forma automática, como si estuvieran sincronizados en un código silencioso.
El ambiente en la habitación se volvió extraño. Ninguno dijo nada. Simplemente se acomodaron, intentaron dormir, y en medio de la incomodidad, su cercanía se sintió más natural de lo que debería.
El cansancio los venció sin que ninguno mencionara lo obvio.
#2426 en Otros
#204 en Aventura
#1843 en Fantasía
#937 en Personajes sobrenaturales
Editado: 05.06.2025