El Idiota Del Que Me EnamorÉ

PRÓLOGO 

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Este era el momento que había estado esperando toda mi vida. Mi primera cita con el chico que me tiene viendo estrellas y suspirando por los rincones. Nos conocimos hace dos años, al principio no estaba segura de intentar una relación, mi timidez, mi inseguridad e incluso mis miedos, me hacían rechazarlo una y otra vez, hasta que finalmente acepté. 

Decir que ha sido paciente todo esté tiempo, sería demasiado. Un hombre que ha sido capaz de esperarme por tanto tiempo, entenderme y hacer que mi primera vez se convierta en algo tan especial, merece todo mi cariño, se merece mi afecto incluso mi amor por completo. Me miro en el espejo una última vez, admirando el hermoso vestido de color azul floreado, zapatillas a juego y el cabello largo me cae por los hombros hasta la cintura. Mi maquillaje es sencillo y voy hasta el punto de encuentro.

No puedo dejar de sonreír, las manos me sudan y el corazón me martillea. Veo a la multitud caminando de un lado al otro y siento la brisa golpeando mi cabello. Miro la hora en mi teléfono una y otra vez, y ahora pienso que he llegado demasiado temprano, pero no, son las tres de la tarde. Es la hora acordada, me dijo que lo esperará aquí. 

Camino al otro lado de la calle y me distraigo con algunas vitrinas que hay cerca de un centro comercial, siento que el tiempo pasa muy lento. Pero, lo cierto es que ha pasado una hora. Marco su número para saber si algo le ha sucedido, pero el tono de llamada suena una sola vez y cae al buzón. 

— ¿Habrá pasado algo malo? — los nervios me ponen alerta y vuelvo a marcar, pero ahora la llamada se desvía. 

Mi ceño se frunce y vuelvo a marcar, pero sigue cayendo al buzón y empiezo a impacientarme. Debo saber de él, que todo va bien y que pronto estaremos juntos cómo lo prometió, pero las horas pasan y la noche cae, mis nervios se van y un sentimiento peor llamado soledad viene a mi. El tiempo ha cambiado y las nubes me indican que caerá un aguacero, pero no me muevo, sigo aquí, él tiene que llegar. No me puede dejar plantada. 

La sonrisa que tenía está mañana se desvaneció, los nervios se convirtieron en desespero y sigo marcando a su teléfono que no contesta. Camino alrededor del centro comercial, probablemente mi novio me espera en otro lado y la equivocada soy yo, seguramente se ha quedado sin batería y no puede comunicarse. 

No dejo de llamarlo, insisto e insisto. Mis ojos escanean a todas las personas en busca de un rostro familiar, me niego a creer que me dejará plantada, algo malo tuvo que haberle pasado, el nunca me dejaría sola, en medio de la noche y a punto de caer una lluvia torrencial. 

De un momento a otro llego al estacionamiento y el sentimiento que me abruma, oprime mi pecho, contengo las lágrimas haciendo los últimos intentos por llamarlo y que aparezca. Quizás soy muy tonta al estar todas estás horas aquí, esperándolo, pero sigo insistiendo y creo que recupero las esperanza cuando el todo al otro lado comienza a sonar y la sonrisa regresa cuando escucho que me responde. 

— No vuelvas a llamar — dice tajante — Esto se terminó.

— ¿S-se terminó? — seguro está bromeando y por algún motivo sigo caminando.

— ¡Te dije que me dejes en paz! — cuelga y el dolor que se forma en mi pecho se va expandiendo. 

Me quedo totalmente paralizada y quiero volver a llamarlo, pero no creo que sea capaz de mover los dedos. Estoy en medio del estacionamiento, parece que las personas han desaparecido y entonces, es cuando lo veo. Allí está y un pequeño rayo de luz se cuela por mi sistema al creer que todo ha sido una mala jugada, que ha querido engañarme y voy en su dirección cuando… 

— Nena, ven aquí — escucho que habla con alguien que claramente no soy yo. 

Es una mujer, una a la que reconozco perfectamente. Parpadeo varias veces y me pellizco para despertar de está horrible pesadilla. Todo es una broma, un escenario donde saldrán las cámaras y me reiré de todo el show que mi novio ha montado para fastidiarme. Pero, esto no es un reality show, y esa mujer que lo acompaña, la que rodea sus brazos alrededor de su cuello. Es… mi mejor amiga. 

— ¡Me estás haciendo cosquillas! — se ríe a carcajadas y a mi me está doliendo el corazón. 

Ahora entiendo cuando las personas hablan sobre eso, lo que se siente en realidad que se te rompe el corazón, porqué es lo mismo que estoy sintiendo ahora. Es un ahogo, un nudo en la garganta, es un cosquilleo extraño en el estómago que no te deja pensar, no puedes mover las piernas y el cuerpo te tiembla cómo una hoja de papel. 

— Fabio… — mi voz sale estrangulada, pero él logra escucharme. 

Sus ojos me miran con burla, mientras la sostiene entre sus brazos a espaldas de mí. ¿Cuánto tiempo llevan burlándose de mí? Tengo la ligera impresión que va a soltarla, vendrá a mí y me pedirá disculpas, ahora que no puede hacer nada y lo he pillado. Pero, es otra invención de mi cabeza. Porqué la sonrisa burlona que me dedica y el guiño, solo me hunden un poco más en mi miseria. 

Ahora entiendo que nunca me amó, que lo que yo sentía era algo solamente mío, que esa espera, la paciencia que yo creí me tenía, era porqué alguien más le estaba dando lo único que buscaba de mi. Se burló de mis sentimientos, todo fue falso y ahora, mientras me hundo por dentro, veo cómo la besa sintiéndome un poco más estúpida que antes. Se van tomados de la mano y a ella no parece importarle nada, se ve absolutamente feliz, mientras yo me hundo en el dolor que me causa la traición.




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