KÁISER CROWTHER
BERLÍN, ALEMANIA
POSESIVO
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Puede poner la cara que quiera, enojarse o no mirarme en todo el puto camino a su casa, pero si yo le doy una jodida orden ella debe obedecerla, además tengo que confesar que me encanta verla molesta. Se cruza de brazos y evita todo el tiempo mirarme a través del espejo retrovisor. La chica que tengo a mi lado, parece no entender la situación y no tiene que entender nada, es mi carro y es mi amiga y al fin de cuentas siempre hago lo que se me dé la gana.
— Cariño — ronronea la chica a mi lado — Lo mejor será que vayamos a mi casa — miro de reojo al retrovisor y la veo apretando el bolso contra su pecho y por un momento mi ceño se frunce y su postura me confunde un poco.
— Primero la llevaré a su casa — miro nuevamente por el espejo y Aisha, cierra los ojos inhalando aire profundamente.
— No será necesario, puedes dejarla en la parada de autobús — me molesta su comentario y la fulmino con la mirada — ¿Que sucede? — se ha vuelto loca si cree que haré semejante estupidez.
— Si hay alguien que debo dejar en la parada de autobús — aprieto el volante con mis manos — Esa es a ti — la chica, cuyo nombre no recuerdo bien, me mira desconcertada y de nuevo mis ojos la ven a través del cristal — ¿Que te parece eso?
No pone buena cara y espero que replique. Sin embargo, sabe que si dice algo la puedo dejar tirada en mitad de la calle y se queda sin follar. Es lo que busca de mi y es lo que obtendrá. Estoy llegando a casa de Aisha y está vez volteo solo para ver que sigue apretando el bolso mirando por la ventana, ausente.
— ¿Sucede algo? — la pregunta va dirigida a ella, ya que me devuelve la mirada.
— No — dice con simpleza y cuando estaciono frente a su casa se baja sin decir nada. Ni siquiera un adios.
Ganas no me faltan de bajarme, tomarla del brazo y hacer que hable conmigo. ¿Qué es esa actitud de niña consentida? Parece cómo si estuviera molesta por algo en particular, niego con la cabeza y me alejo de allí una vez que me aseguro está segura dentro de su casa. Sigo el camino a donde vive la chica que ahora dibuja una sonrisa satisfecha en su rostro.
— Hace un momento pareció que estabas molesto — ronronea pasando sus falsas uñas por mi brazo.
— No parecía, lo estoy — dejo en claro — Y quiero que te quites la ropa apenas entremos a tu casa — soy directo — No quiero preámbulos, ni palabras tontas. Vamos a follar, no a conversar.
— Yo pensé que…
— Tú no piensas nada — la corto y unas calles más adelante estaciono el auto fuera de donde vive — ¿Que pensaste? No vamos a tener una relación, me buscaste para follarte y es lo que vamos a hacer — me burlo de ella.
— No tienes que ser tan ofensivo — se queja.
— Soy cómo soy y vine a follar — quiero que se le meta en la cabeza — Pero, no me comprometo con nadie ¿Estamos de acuerdo? — se queda callada y espero que me de una buena excusa para dejar esto aquí.
Me hastía está situación, ella sabía muy bien lo que venía hacer conmigo, pero mi cabeza regresa una vez más a la cara que hizo Aisha y la forma en que apretó el bolso contra su pecho. Parecía incómoda, molesta, incluso… No, ella no estaría celosa de mí. Me conoce mejor que nadie, sabe que soy un mujeriego, ella y yo jamás tendríamos nada. Sería la última persona que quisiera lastimar o engañar. Estoy tan metido en mis pensamientos, que no escucho cuando la mujer se bajó del auto y toca la ventanilla de mi lado.
— Cariño, ¿sucede algo? — no respondo, apago el motor, busco el preservativo y salgo del auto — Por un momento creí que no entrarías.
Por un momento me debato si debería hacerlo o no. Una parte de mi quiere ir a donde Aisha, hablar con ella sobre lo ocurrido está tarde, pero ese otro lado, el dominante me dice que me folle a esta chica y salga de este polvo. Aunque no sería ni mala idea arruinar su cita con ese fulano noviecito que menciono.
— ¡Káiser, te estoy hablando!
— Ya te escuche — camino adelante aunque el rostro de mi amiga sigue grabado en mi mente. ¿Qué demonios me sucede? He venido a follar, me debe importar una mierda lo que ella haga con su estupido novio — Abre rápido y recuerda lo que te dije — me mira a los ojos — Entras, te desnudas, te follo y me voy — se sonroja.
¿Porqué carajo se sonroja? En fin, entra a su casa y hace todo lo contrario. Comienza a coquetear, se tarda demasiado en quitarse la blusa y aprovecho que tiene una minifalda que no deja nada a la imaginación para tomarla de la cintura, llevarla a la mesa y subirla allí.
— Cariño, creo que deberíamos…
— No hables — le quito la ropa interior y le abro la camisa. Sé que tiene pechos falsos, pero ahora mismo tengo una erección que quiero bajar y ella está disponible para liberar está tensión. Me coloco el preservativo y apenas la preparo para penetrarla.
— ¿Porqué mejor no vamos a…? — pega un chillido cuando me entierro en ella.
No tengo problemas para llevarme a una mujer a la cama, casi nunca hay juegos previos, no me gusta nada de esa cursilería que tanto quieren las mujeres. Lo mio es claro, directo y duro. Si la mujer en cuestión lo quiere la pasaremos muy bien. Hace mucho tiempo que no tengo una novia, no sé lo que es eso, confié en alguien y me traiciono y a partir de ese momento me valgo de mi físico, para atraer a mujeres a mi cama.