El Idiota Del Que Me EnamorÉ

LOS AMIGOS NO SE BESAN

AISHA ROBINSON

ALEMANIA, BERLÍN. 

UN DÍA DE PISCINA

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Pase toda la noche pensando en cómo disculparme con Káiser, lo conozco y puede decir que ya todo pasó y qué deje así lo de su auto. Sin embargo, me encanta la idea de tener que salir hoy, hace mucho que no pasábamos un tiempo cómo amigos. Me dijo que empacara ropa ligera y que usara un traje de baño, lo que me da a entender que seguro vamos a un club o a casa de su madre. Tienen una casa hermosa, pocas veces he ido allí, pero el patio es impresionante y la piscina parece que puede climatizarse. 

— Cariño, estás lista? — pregunta mamá entrando a la habitación. 

Le regaño una sonrisa y me mira a través del espejo. Hace una mueca de total aprobación mientras me arreglo el cabello.

— Si, todo listo — acaricia mi cabello. 

— Te ves realmente hermosa — me alaba — Cuando Káiser te vea se va a desmayar — dice en broma, pero mi ceño se frunce confundida.

— ¿Porqué tendría que desmayarse? — averiguó. 

No dice nada por un momento y termino de mirarme al espejo. Llevo puesto un short talle alto que moldea mi figura, un top que muestra parte de mi abdomen y el cabello suelto.

— Creo que le gustas — mis ojos se abren de golpe con sus palabras — No, no me pongas esa cara Aish, sabes muy bien de lo que hablo. 

De un momento a otro, las palabras de mi madre me ponen realmente nerviosa. Eso es imposible, no puedo gustarle a Káiser, por muchisimas razones y la más importante es que no soy de su tipo. 

— ¿Porqué te quedas callada? — averigua y entrecierro los ojos. 

— Mamá, estas realmente equivocada — voy hasta la cama, para terminar de meter un cambio de ropa y las cosas que me faltan. 

— ¿Equivocada porqué? — insiste. 

— No soy el tipo de Káiser y además, saber mejor que yo que tiene una novia en cada esquina — no es un secreto para mi madre, los desliz que ha tenido mi amigo. 

Nos conocemos de toda la vida, y nuestras familias se conocen muy bien. Así que esa promiscuidad que ha llevado todo este tiempo, la saben muy bien mis padres. Creo que mi madre tiene una idea equivocada de mi relación con él, solamente somos amigos y aunque no puedo negar que esté último año lo he visto de una forma distinta, eso no quiere decir que andaremos juntos. 

— Bueno, cómo tu digas cariño — me regala una sonrisa — Pero, luego no digas que no te lo advertí. 

Reconozco que Kaíser a estado para mí en momentos dificiles, así cómo aquella vez que aquel idiota le dio por engañarme con mi mejor amiga. Incluso ayer después de vomitar su auto, estuvo cuidándome, aunque no sé cómo le hizo para quitarme la ropa, meterme a la ducha y llevarme a su cama. Hay cosas que por la inconsciencia simplemente no recuerdo. Incluso así, también lo he visto pasearse con un montón de chicas. 

Además, lo que él no sabé, es que estoy saliendo con alguien más. Me distraigo tanto en mis pensamientos, que no me doy cuenta el momento en que él entra a mi habitación. 

— Aisha, estoy esperando — me vuelvo hacía él y sus ojos me escanean. Lleva puesto un mono deportivo con una camiseta de color negro. 

El cabello lo lleva despeinado y me mira de arriba a abajo varias veces. No es la primera vez, muchas de esas veces lo hace para molestarme o meterse conmigo, así que espero que diga algo, pero simplemente se queda callado y se acerca a mí haciendome sentir incómoda de una forma extraña. 

— Si, ya estoy lista — tomo mis audífonos y paso delante de él para salir de la habitación, pero detiene mis pasos sujetándome del brazo. 

— ¿Saldrás vestida así? — pregunta y miro mi atuendo antes de asentir. 

— ¿Qué tiene de malo mi ropa? — el agarre en mi brazo se hace un poco más fuerte, pero sin lastimarme. 

— Que un montón de imbéciles te miraran — el comentario me da risa. Pero, su seriedad de pronto me confunde. ¿Qué le sucede? 

— No sé qué quieres que diga al respecto — intento salir, pero se interpone entre la puerta y mi habitación impidiendo el paso — Ya deja los juegos Káiser. 

— No estoy jugando — dice con seriedad — Te llevaré a otro lugar — no me da tiempo siquiera de protestar cuando me toma de la mano y me saca de la casa. 

Puedo ver la mirada de mi madre y la sonrisa pícara que me dedica y quiero que la tierra me trague porqué ahora no habrá nada que le saque de esa cabecita testaruda que entre Káiser y yo no hay nada. 

— ¡Káiser, me estas lastimando! — intento soltarme, pero su agarre se intensifica un poco más. 

— Entonces, mueve el culo y vamonos — se me queda mirando por un momento sin soltar mi mano y no sé porque me pone nerviosa, haciendo que mi corazón de pronto comience a acelerarse. 

Trago grueso cuando da un paso más cerca de mi y sus ojos me miran fijamente hasta bajar la mirada a mis labios. ¿Qué demonios hace? No entiendo porqué ahora se está comportando de está forma conmigo, eso no es extraño. Lo verdaderamente raro es que yo me ponga de está forma, cómo si esperara que diera un paso más. 




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