El Idiota Del Que Me EnamorÉ

LABIOS SABOR A DESEO

KÁISER CROWTHER

ALEMANIA, BERLÍN

LO QUE SIENTO

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Si, los amigos no se deberían besar en la boca. Los amigos que se conocen de toda la vida, no tendrían que sentir esto que yo siento, tampoco tener este tipo de pensamientos y aún así, no puedo dejar de besarla, ese traje de baño me hizo perder la poca cordura que había tenido todos estos días.

No puedo perder los papeles con ella, si me paso de la línea seguramente me enviará al carajo y es lo que no quiero. Al menos no por ahora, pretendo llevar esto mucho más allá que esto, pero la conozco lo suficiente para saber que no lo aceptará a la primera.

— Eres realmente hermosa — susurro sobre sus labios — No sabes lo que esperé por este beso — no me andaré por entre las ramas, así soy y le diré lo que quiero sin importarme una mierda.

— Káiser… — su aliento choca con mi boca — Esto, no está para nada bien — la miro a los ojos y me pierdo en esa maravillosa mirada.

— ¿Porqué no lo está? — inquiero — No estamos cometiendo ningún error.

Coloca sus manos sobre mi pecho apartandome. Dejo que lo haga y los ojos se me van por todo su cuerpo, es una mujer preciosa, con esas curvas exquisitas y el abdomen plano. Es perfecta, completamente perfecta.

— Sabes que yo… — lo piensa — Tengo novio — la sola mención lo único que hace es que me llene de rabia.

— Un imbécil — suelto.

— ¿Qué quieres decir? — pregunta algo molesta.

— Me escuchaste bien, es solo un imbecil que te ignora, y que quién sabe qué hace cuando te dice que no está o que no puede salir contigo — puede que ella sea una niña inocente, pero yo no lo soy y lo he visto con otras mujeres.

— ¿Quién lo dice? — eleva una ceja — ¿El más idiota de todos? — perfecto, ahora está molesta — ¿Quién se la pasa cambiando de mujer a cada rato?

— Si, es cierto que soy un completo idiota — no lo niego — La diferencia entre él y yo, es que no te hago creer cosas que no son.

Suelta una carcajada burlándose de mí.

— Ay por favor Káiser, todos los que te conocen saben que no eres capaz de salir de las bragas de una chica — dice. Golpe bajo — Además, según tú que son esas cosas que no me haces creer ¿solo por el beso? — pone las manos sobre la cintura.

— Aisha…

— Mira, no me importa lo que digas y si hablaras mal de mi novio, lo mejor es que…

Doy un paso adelante acortando la distancia entre los dos callandole la boca con un beso, no me interesa que siga pronunciando una sola palabra sobre ese hijo de perra, ella forcejea para que la suelte, pero mis brazos la rodean acercandola más a mi pecho y profundizando el beso. Puede protestar todo lo que quiera, decir lo que quiera de mí y no se lo voy a refutar, pero si de algo soy consciente que desde el primer momento que la bese, marqué un antes y un después. Nada volverá a ser cómo antes.

— Si, he sido todo un hijo de perra Aish — acaricio sus labios con mi pulgar — Pero, de algo estoy seguro y es que jamás voy a engañarte.

Se le empaña la mirada, entiendo lo que debe estar sintiendo en este momento, si hay una mujer correcta en este jodido mundo. Así es ella, dulce, inocente, ingenua e inocente.

— Me cuesta creerlo — reclama con la voz estrangulada — Cada una de tus novias podrían golpearme si me ven aquí contigo ahora mismo.

— No tengo novias — no la suelto — Solo fueron unos cuantos acostones — pone mala cara y creo que no ha sido la mejor manera de decirlo.

— Lo mejor es que me vaya — desvía la mirada — Quizás quieras traer aquí a tus acostones — medio sonrío cuando se escucha un tanto celosa.

— A la que quería traer, ya la traje — sujeto su mano y la llevo dentro, el frío del aire acondicionado le eriza la piel y parece una niña pequeña haciendo pucheros. Cuando llegamos a la habitación sus ojos se abren y siento cómo su cuerpo se tensa.

— ¿Qué sucede? — cierro la puerta detrás de nosotros.

— Dime tú que sucede — no la suelto — ¿Porqué me has traído aquí? ¿Qué pretendes hacer?

Lo que pretendo hacer no puedo decírselo, aunque no la traje para eso, solo quiero tenerla cerca.

— Quiero algo de ti — abre los ojos nuevamente y se sonroja — Y no nena, no es eso que estás pensando, así que no te sonrojes.

— ¡No seas un idiota! — me empuja y no puedo evitar soltar a reír — Jamás estaría con un promiscuo cómo tú — no entiendo porqué eso me causa risa y la vuelvo a atraer hacía mí.

— Nena, solo quiero volver a besarte — acerco mis labios a los suyos — No te estoy pidiendo matrimonio — blanquea los ojos.

No acostumbro a hablar tanto antes de un acto sexual, y aunque no tengo pensado acostarme con ella por ahora, necesito volver a besarla, quiero probar esos labios tan dulces que me paralizan.

— Déjate de estupideces Káiser, quiero salir de aquí — sus palabras no concuerda con la respuesta de su cuerpo.

— ¿Segura es lo que quieres?




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