AISHA ROBINSON
ALEMANIA, BERLÍN
SENTIMIENTOS
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Salgo de esa habitación con el corazón desbocado, debo llevarme una mano al pecho asegurando me que el órgano que no deja de latir se salga de allí. Estoy vulnerable, sensible y confundida, hay algo que no puedo negar, algo que pasa entre los dos y no niego que una parte de mí se siente un poco mal por besar a un chico cuando estoy saliendo con otro. Sin embargo, mi amigo… O bueno, ya no tan amigo, tiene un tanto de razón, también lo he visto muy cerca de otras chicas, le he preguntado si sucede algo y solamente se limita a decir que soy una ridícula, pensando boberias. Algo no sé siente bien, y esto tampoco.
Me siento en la orilla de la piscina, meto los pies en el agua y respiro profundamente intentando despejar mi mente. ¿Qué estoy haciendo? Desde hace cuanto tiempo lo he visto de forma diferente? ¿Porqué dejé que me besará un hombre tan promiscuo?
No lo sé, creo que si me pongo a pensar en retrospectiva, he venido teniendo algunos pensamientos de celos con Káiser, unos que hasta ahora no parecían importantes.
— ¿En que piensas? — su voz me sobresalta y abro los ojos de golpe.
— Me asustaste — se ríe y tiene el rostro enrojecido — ¿Qué estabas haciendo?
Se acerca a mi y me roba un beso, no puedo sostenerle la mirada, es demasiado intensa y la picardía con la que me mira me pone nerviosa.
— Solo estaba haciendo algunas cosas — mi ceño se frunce y la ola de celos regresa.
— Me imagino — intento levantarme, lo impide tomando mi mano.
— ¿A dónde vas? — su tono de voz cambia — ¿Otra vez con los celos?
— No estoy celosa, deja la estupidez — me suelto de su agarre, pero me toma de nuevo con más fuerza.
— ¿Quieres saber lo que hacía? — una parte de mi tiene curiosidad, pero la otra solamente me dice que seguro hablaba con una de sus noviecitas.
— No me interesa — intento apartar la mano, pero no me lo permite.
— Besarte de esa forma — susurra tan cerca de mi oído que me eriza la piel — Me creó una tienda de campana que debía bajar — no entiendo lo que dice.
— ¿A qué te refieres?
— Princesa, eres tan inocente — su lengua acaricia el lóbulo de mi oreja — Lo que quiero decir… — susurra — Que estaba excitado.
Mis ojos se abren de golpe, la garganta se me cierra y me aparto para lanzarme a la piscina, el agua impacta y agradezco sumergirme un momento. Cuando salgo a la superficie, lo consigo dentro del agua y me toma de la cadera pegándome contra la orilla y besandome nuevamente.
— Te ves hermosa cuando te pones tímida — siento su aliento tan cerca — ¿Quieres quedarte un rato más?
Me gustaría hacerlo, pero las cosas se estan poniendo bastante extrañas así que asiento y él entiende.
— Vamos, te llevaré a tu casa — espero que me ayude a salir de la piscina, y una vez que estamos afuera, me abraza besando mi hombro desnudo, mi cuello y mi rostro — Quiero que seas mía — de nuevo con sus tonterías — Mía, en todo el sentido de la palabra.
— ¿Nunca puedes hablar sin tener una connotación sexual?
— El sexo es divino.
— Idiota — lo empujo apartandome de el y me abraza cuando estoy de espalda.
— Lo soy, pero estoy hablando muy enserio Aish — el diminutivo me calienta el corazón.
Me quedo así por un momento, sintiendo sus besos en mi espalda. Káiser es un chico que ha estado con muchas mujeres y yo, pues… La verdad es que nunca he estado tan cerca de un beso y un par de caricias con otro hombre. Así que me aterra tener que explicarle a un hombre cómo él, que nunca he tenido intimidad con alguien.
Un momento… ¿En qué diablos estoy pensando? No, debo estar demente si mi cabeza contempla la posibilidad de estar a solas, de forma intima. No, la sola idea me aterra.
— Iré a cambiarme — me alejo de sus brazos y parece percatarse, no dice absolutamente nada y cambia la cara.
Me voy al cuarto y allí me cambio de ropa, quiero salir de este lugar, las cosas que estan pasando son bastante extrañas. ¿Porqué cambió de pronto de actitud? ¿Acaso creía que venir aquí le daría la oportunidad de acostarse conmigo? No me extrañaría, es a lo que está acostumbrado, a tener mujeres fáciles que le dicen que si con ese supuesto encanto.
Busco un cambio de ropa, entro a la ducha y me doy un baño rapido quitandome un poco el cloro de la piscina, aunque no pasamos mucho tiempo aquí, siento que debo bañarme. Una vez lista, salgo de la ducha y estoy colocandome la ropa interior cuando siento que alguien me observa, al voltear, lo veo allí, parado en el marco de la puerta.
— ¡¿Qué haces aquí?! — se saboreo los labios mirandome toda.
— Te espero en el auto — dice con voz gruesa — Apresurate — se va dejandome sola y parece enojado.
Termino de cambiarme, opto por un short de cintura alta, un top negro y seco mi cabello lo más que pueda con la toalla. Me miro en el espejo, recojo mis cosas y busco mi celular para mirar la hora. ¡¿Qué demonios?! Han pasado como unas cuatro horas en todo este tiempo. El tiempo pasó demasiado rápido. Miro a mi alrededor recordando lo que ocurrió aquí hace un momento, verifico que no se me quede nada y salgo de la habitación con la mirada fija en el teléfono.