El Idiota Del Que Me EnamorÉ

TAN SOLO UNA NOCHE

KÁISER CROWTHER

ALEMANIA, BERLÍN

DELICADA

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Hace un tiempo he venido negándome a mí mismo, que una mujer cómo ella no puede interesarme. Y no porqué mis ojos no la vean, al contrario, la han visto desde la universidad, desde el colegio, incluso la he visto como una mujer desde que nos separamos un tiempo y volví a verla, creo que allí fué que comprobe que Aisha me encantaba. 

No podía estar con ella, eso era claro. Podía follarme a quién quisiera, menos a ella. Era intocable, la única mujer a la que no le mentí, quién conoce mis secretos, mis verdades, aunque no del todo, pero sabe realmente quién es Káiser, no puedo mentirle y decir que solo la llevaré a al cama y luego dejaré que se vaya a su casa cómo las demás. Con ella no puedo hacerlo, mucho menos ahora que parece que la amistad se ha esfumado del todo con cada beso que le he robado y cada caricia que se ha dejado dar por mí. 

Anoche se quedó conmigo y me contuve todo lo que pude para no hacerla mía, estaba a nada de desnudarla y calmar las ganas que me da su hermoso cuerpo. 

— Aish — susurro cerca de su oído — Debes levantarte — acaricio su mejilla y se remueve en la cama. 

— No… — se queja — Sigo teniendo sueño — me encantaría dejarla a dormir aquí, pero necesito hacer algunas cosas y la idea que se quede sola, me jode un poco. 

— Si no te levantas — voy repartiendo besos por su cuello — Voy a ir deshaciéndome de tu ropa — se sonríe y sé que está dormida. 

No dejo de admirarla, sigue con sus ojos cerrados y para molestarla comienzo a besarme el cuello, poco a poco mis manos se cuelan dentro de la camiseta que lleva puesta y que es mía, le queda enorme y le tapa hasta los muslos, Pero ahora la estoy alzando y su ropa interior me pone a tragar grueso. 

— Quita tus manos de allí — murmura somnolienta. 

Por supuesto que no me quedo quieto y aprieto sus pechos, mi boca quiere buscar desesperado esos picos perfectos, pero si lo hago, si mi lengua llega a tocar su piel de esa forma, mandaré todo a la mierda. 

— Aisha, levántate — el mal humor regresa — Debo salir y no quiero que te quedes aquí — la brusquedad en mis palabras hace que el mal genio se multiplique porque ella no tiene la jodida culpa de lo que pasa por mi mente. 

Quiero arrebatarle las sábanas, abrirle las piernas y hundirme en su interior hasta escucharla gemir. Sin embargo, eso lo haría si fuera cualquiera, ella no es para folladas ocasionales, es para caricias infinitas y besos que le desnuden completamente el alma. ¡Mierda, parezco un puto estúpido cursi! 

Entro al baño para darme una ducha fría  y espero que ella no se atreva a seguirme, porqué estoy a nada de quitarle la puta ropa. Se que ella también quiere, puedo sentirlo en sus besos, en la forma que se deja tocar y esto tiene que acabarse de una vez por todas, la necesito, quiero que ella haya sido mía de cualquier forma. Termino el baño y al salir, veo que se está cambiando, por lo general se ducha en mi casa. 

— ¿Qué haces? — ella me mira por encima del hombro y cuando se percata que estoy desnudo se sonroja. 

— Me voy a casa — frunzo el ceño. 

— ¿Y porqué parece que estás a punto de llorar? 

— No es nada — se coloca la chaqueta y pasa por mi lado, queriendo marcharse. 

— Te llevaré a tu casa, espérame — la miro a los ojos, esos bellos ojos que realmente me gustan. 

— Ya no tienes que llevarme — quiere volver a irse y le impido el paso.

La sujeto del cuello y pego su espalda contra la pared, sus ojos me miran con algo de nervios y me inclino para besar sus labios. Estoy furioso, y sé que ella puede notarlo por la forma en que la aprieto y su respiración se acelera. Debo estar completamente loco, contenerme no está en mi lista de cosas favoritas. 

— Sueltame Káiser — murmura — Quiero irme a casa y tú debes… 

— Ya dije que te llevo a casa, nena — me saboreo el delicioso sabor de sus labios — Me gustaría que saliéramos está noche — abre los ojos y me mira con desconfianza. 

— ¿Está noche? — titubea. 

— Si, está noche — no la he soltado aún — Quiero que pases la noche conmigo — lo que digo no es nada fuera de lo común, no es la primera vez que se queda aquí conmigo, es solo que está vez es todo diferente, el ambiente ha cambiado entre nosotros. 

— No creo que pueda está noche — murmura.

— ¿Porqué no? — desafío — Te quiero aquí está noche y te voy a pasar buscando a tu casa en cuanto termine — no dice nada cuando mis labios atrapan los suyos atrayéndola hacía mí. 

— Káiser… — jadea. 

— Dime — continuó besándola, sus labios son un delicioso vicio que no puedo parar de probar. 

Sus brazos rodean mi cuello y la tomo de los muslos alzandola dejando que sus piernas me abracen la cintura. Voy a tener que darme otra ducha fría si ella sigue dejando que la bese de la forma que lo hago. Sus respiración se acelera y esos pequeños gemidos me están enloqueciendo. 




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