El Idiota Del Que Me EnamorÉ

ESA PRIMERA VEZ 

KÁISER CROWTHER

ALEMANIA, BERLÍN

VERDADES Y CONFUSIONES

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Parece como si no hubiera podido pegar un ojo en toda la noche, teniendola a ella tan cerca de mi, semidesnuda, luego de haber probado parte de ella. No entiendo lo que sucede, desde hace algún tiempo ya que me he sentido así de extraño a su alrededor, es como si mi cuerpo reaccionara de forma diferente cuando estoy cerca de ella. No es ese instinto animal, que me lleva a follarla y nada más, y estoy seguro que ella siente lo mismo cuando estoy muy cerca de ella, incluso puedo verlo en su mirada, sentirlo en cada parte de su cuerpo. 

La amistad que hemos mantenido durante toda la vida, ahora me parece una total mierda, no hay un momento que no quiera besarla, la energía que desprende cuando nuestros dedos se rozan, nuestros ojos no dejar de verse y el ambiente cambia por completo cuando estamos a solas, es como si todo dentro de mí gritara que ella será mía, que tiene que ser totalmente mía. Justamente ahora me estoy replanteando si debería o no llevar a Aisha a la cama, si debería cruzar por completo esa línea donde ya no habrá retorno. 

Si eso es así, las cosas simplemente cambiarían por completo entre nosotros dos. Ya no seríamos amigos, aunque claramente ahora mismo no somos los mismos amigos de cuando eramos pequeños. Eso ha cambiado, lo hizo cuando nos besamos, cuando ella permitió anoche que le hiciera oral, cuando su cuerpo respondía al mio pidiendo más, reclamando que siguiera. Las caricias entre nosotros solo han incrementado las ganas que nos tenemos. 

Le dije que viniera a mi casa está noche. En realidad iré a buscarla, pero quería su consentimiento antes de cualquier cosa. No es extraño para nadie que pasemos juntos, ni tampoco que se quede a dormir, lo hacemos desde hace mucho tiempo y cuando nos toca trabajar juntos. Pero, jamás ha venido pensando que me la follaré. 

El día se va organizando un montón de cosas, debo adelantar trabajo, me dedico a traducir y ella me ayuda con lo que puede. Somos estudiantes y de alguna forma ganamos un dinero extra ayudando a otros. Miro la hora y hubiera deseado que todavía fueran las diez de la mañana cuando desperte, para dejar a Aaisha en su casa. 

Reviso que todo siga en orden y busco el móvil para llamarla, espero que esté lista y no me salga con tonterias. Me llevo el aparato a la oreja cuando luego de un rato me contesta con esa voz tímida y nerviosa — Hola… ¿Qué sucede? 

— ¿Cómo qué sucede? — comienzo a molestarme — Voy en camino, espero que ya estes lista — no hay filtros en mis palabras. 

Nunca he sido de disfrazar las cosas, no empezaré ahora con ella que me conoce tal cuál soy. 

Si, lo estoy — dice y antes de que pueda trancar la llamada le digo. 

— Recuerda que está noche vas a quedarte conmigo. 

Káiser… 

— Esperame en la puerta, voy saliendo — cuelgo antes de que pueda decir cualquier cosa. 

Busco las llaves del auto y salgo de allí de una vez por todas. Vivimos a casi unos cuarenta y cinco minutos, así que no me toma mucho tiempo ir por ella desde que enciendo el motor y doy marcha. Al llegar, toco la bocina cuando no la veo de pie en la puerta y espero impaciente a que salga de allí. 

Ahora que estoy afuera de su casa, analizo las cosas detenidamente, si esto sale mal me va a odiar toda la vida. Una cosa es que nos besemos, que me permitiera tocarla y hacerle sexo oral, otra muy diferente que ella permita tener intimidad conmigo despues de tantos años de amistad es una tremenda locura. No dejo de mover la pierna una y otra vez aferrando las manos al volante. 

La puerta se abre y el aliento se me atasca en la garganta cuando veo lo que lleva puesto. Si, definitivamente es una mujer bellísima, el color miel de sus ojos resalta con esa piel morena que tanto me encanta, salgo del auto sin dejar de mirarla y me acerco a ella. 

— ¿Se puede saber para quién te has vestido así? — no puedo controlar la ola de celos que me recorre el cuerpo. 

— ¿A qué te refieres? — parece que se hace la desentendida — Se supone que voy a tu casa. 

— Si, pero no había necesidad de vestirse así de… bien — rueda los ojos y da la vuelta para devolverse, peor la detengo dejando su espalda contra mi pecho. 

— No te vayas, es solo que te ves realmente hermosa — susurro sobre su oído y vuelvo su cuerpo hacía mí dejando que su rostro quede a centímetros del mío — Lo que pasa es que te encanta provocarme ¿No es verdad? — se le dibuja una pequeña sonrisa en el rostro y puedo notar lo nerviosa que está. 

— Gracias por decirme que soy hermosa — murmura y sus pequeños dedos acarician mi rostro. Si no fuera porqué estamos en medio de la calle, frente a su casa y se lo tímida que es, la estamparía contra el auto y la besaría. 

— Subete antes de que haga una estupidez — la llevo hasta la puerta que abro para ella y no pierdo detalle en ese pantalon austado de color negro que le marca perfectamente sus curvas. 

Aisha, no se parece a ninguna de las mujeres con las que estuve anteriormente, ella tiene un cuerpo realmente perfecto, muslos gruesos, caderas estrechas y un abdomen plano que le favorece con ese top de color blanco que tiene debajo de la chaqueta. Rodeo el auto y una vez dentro me es imposible apartar los ojos de ella. Mi cabeza sigue dando vueltas pensando si es correcto o no seguir con todo esto. 




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