El Idiota Del Que Me EnamorÉ

¿NUESTRA PRIMERA VEZ?

AISHA ROBINSON

ALEMANIA, BERLÍN

LATIDOS DEL CORAZÓN

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Apenas he dormido algunas horas desde que estuvimos juntos. No dejo de sentirme culpable una y otra vez por lo que sucedió anoche y no me perdono haber fallado de esa manera a Dante, quizás la relación ha sido un poco controversial, pero eso no quiere decir que deba correr a los brazos de otro, y menos si se trata de mi mejor amigo, uno de los chicos con el título de mujeriego mejor conocido.

La habitación se encuentra en silencio, no tengo idea de que hora es y no quiero moverme para no despertarlo. Solo me quedo allí, boca arriba viendo el techo como si quisiera que se abriera y algo me succionara sacandome de este lugar. Si volteo y lo veo desnudo a mi lado, me acordaré de todo lo ocurrido anoche, de la forma en cómo me entregue al que algún día fué mi mejor amigo. Llevo la mano a mi boca acallando los sollozos que no puedo seguir conteniendo, no puedo creer que él parece estar cómo si nada.

Hay algo dentro de mí que no se arrepiente, eso no quiere decir que la culpa y la vergüenza me este matando. Niego una vez más y tengo que salir de aquí, tengo que marcharme o volveré a cometer una estupidez. La presión sobre mi pecho hace que mi corazón comience a latir furiosamente, el error que he cometido me sienta mal, ¿acaso me estoy volviendo loca estando con un hombre tan promiscuo?

Una vez más mis ojos miran a un lado y las ganas de salir corriendo de este lugar, pero los nervios no me dejan siquiera moverme y alzo las sabanas descubriendo no solo su desnudez si no la mía. Aprieto los labios, cierro los ojos con fuerza y como la tonta que soy, sigo sollozando tapando mi boca para no ser escuchada, cuando siento que la cama se mueve a mi lado y mi cuerpo se tensa.

— Nena, ¿no puedes dormir? — pregunta, pero sigo callada y cierro los ojos para no tener que mirarlo a los ojos — Ash — no estoy viendo, pero estoy segura que se dará cuenta de mis lágrimas.

Quiere quitar la sábana de encima, pero aprieto las manos con fuerza, no quiero volver a estar desnuda junto a él. No por ahora, necesito tiempo para pensar en todo lo que ha sucedido.

— Nena, déjame ver tus ojos — niego con el pulso a mil — Quita las manos de aquí.

Rompo en llanto y no me espero lo que hace, sin decir una sola palabras me abraza atrayendome hacía el envolviendome en un abrazo que no sé si me hace sentir mejor, o una persona horrible por lo hecho. Aún así él es mi apoyo, mi desliz, la persona que sigue siendo mi amigo y por quién estoy sintiendo que me hundo.

— Quiero decirte algo muy importante — murmura — Si estás pensando en huir y dejarme, lo mejor es que te levantes ahora mismo y no volvamos a vernos — el llanto se intensifica, porqué una parte de mí no quiere dejarlo — Pero, si tu intención es quedarte conmigo…

— No puede volver a suceder — digo con mi rostro escondido en el hueco de su cuello y me aprieta más contra su pecho.

— ¿Quién dice que no puede suceder? — se aparta tomando mi rostro y besando mis labios — Sé que tu cuerpo me está pidiendo a gritos que lo haga mío.

— No tienes que ser arrogante — una pequeña risita resuena y me niego a que me suelte.

— Entonces, princesa — me gusta cuando me dice frases que me aceleran los latidos — ¿Vas a escapar de mí?

Me quedo pensando un momento, pero no le respondo. Simplemente me remuevo en el lugar y envuelvo la sábana alrededor de mi cuerpo cuando me levanto de la cama. Voy al baño, necesito ducharme y salir de aquí, ni siquiera soy capaz de mirarlo a la cara.

— Aisha, por favor — dice, pero hago caso omiso y entro al cuarto de baño.

Una vez allí, me deshago en llanto. Me siento cómo una completa estúpida, no he debido permitir que algo así ocurriera, sobre todo porqué parece que lo que me está matando no es la culpa, ni el arrepentimiento. Es la vergüenza de sentir que hice algo que no debió suceder.

Dejo caer la sábana que cubre mi cuerpo al suelo y abro el grifo de agua fría, si quiero despejar mi mente lo mejor es un balde de agua bien fría para entender mi ahora realidad. Estoy tan concentrada bajo la ducha, que no logro escuchar cuando la puerta se abre y alguien entra al pequeño compartimiento haciendo que me sobresalte.

— K-káiser.. — titubeo.

— ¿Qué es lo que te atormenta? — acorta la distancia acorralandome.

— Vete por favor.

— Es mi puta casa — dice enfadado y hago el amago de salir, pero me acorrala aún más, quedando atrapada entre la pared y su cuerpo.

— ¿Sientes pena por ese bastardo? — no me esperaba la pregunta y lo miro a los ojos evidentemente muy molesto — Nena, él te perdió el mismo momento que decidiste entregarte a mí.

— No hables cómo si te perteneciera — parece que estoy a la defensiva — Déjame ir, quiero…

Acalla mis palabras cuando su boca choca con la mía besandome de una forma arrebatadora, de esa manera que tanto me gusta sentir cada que su lengua invade mi cavidad haciendome temblar de pies a cabezas. Una parte de mí quiere salir de aquí desesperadamente, mandar todo al carajo y encerrarme en mi habitación, por más que hago intentos de alejarlo, simplemente me acorrala mucho más contra la pared.




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