KÁISER CROWTHER
ALEMANIA, BERLÍN
UN BESO SABOR A VERDAD
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Han pasado aproximadamente unos quince días y desde lo que ocurrió en mi casa , hemos estado saliendo como si fuéramos un par de novios. La verdad no hemos querido darle nombre a lo que somos, pero una cosa sí es clara, ella es mía y eso no va a cambiar por nada. Los momentos que hemos pasado son mucho más frecuentes, incluso más intensos cuando la llevo a la cama, no tengo forma de demostrarle lo que siento, pero si lo que me hace sentir y eso se lo demuestro con cada una de mis embestidas. No soy un hombre que esté acostumbrado a mantener una relación romántica, no soy cariñoso y mucho menos amoroso, sin embargo, intento darle una oportunidad a esto que tenemos, que ella obtenga todo lo que quiere y lo que me pide para que se sienta bien, se sienta comoda y sobretodo se sienta segura.
Si el imbécil de su ex novio no la supo valorar, yo tengo que hacerle ver que conmigo no sucederá nada. Si cometo un error con Aisha, voy a joderme porqué si alguién me conoce mejor que nadie es ella, quién me ha visto ir y venir con un montón de mujeres, ha sido testigo de cómo las he usado y desechado.
Aisha, no es cualquiera, antes de ser la mujer con quién me acosté, fué mi amiga durante mucho tiempo y joderla a ella no está de ninguna manera en mis planes a futuro. Se lo dije muy bien, si después de todo lo que había pasado entre nosotros ella decidía irse, dejaría todo de ese tamaño, permitirá que se fuera y seguimos con nuestras vidas, pero ella no solo me permitió tocarla, también me dio la oportunidad de hacerla mía y ese voto de confianza no lo voy a perder.
— Káiser, está noche es la fiesta de graduación — comenta alguien sacandome de mis pensamientos.
— ¿De qué hablas? — pregunto a la chica frente a mí.
— No me digas que no irás a la fiesta — niego con la cabeza y ella explaya los ojos — ¿Porqué no quieres ir?
— La verdad no me interesa — digo con sinceridad y sigo mi camino.
— ¿Qué sucede contigo? — viene detrás de mí y mi ceño se frunce — Antes no te portabas de esa manera.
— No tengo idea de que hablas — sigo caminando y me sujeta del brazo deteniendo mis pasos.
Quedé con Aisha que la pasaría buscando, por eso estoy aquí hasta está hora y esta mujercita bloquea mis pasos.
— Habíamos quedado que estaríamos un rato en esa fiesta.
— Pues eso quedó olvidado — me suelto de su agarre y una vez más bloquea mi camino.
— ¿Es por esa chica? — aprieto la mandíbula con fuerza, sin embargo, no respondo — Antes podías pasar tiempo con cualquiera chica, pero desde que comenzaste a salir con ella…
— Te voy a decir esto una sola vez — me inclino hacia adelante para que me pueda escuchar perfectamente — Ni la nombras, ni la ensucias con tu asquerosa boca, y menos la comparas con alguien como tú — se ofende y antes que me vaya, responde.
— Pues está boca sucia te la ha chupado — una sonrisa se forma en mi rostro, y ella cree que ha ganado.
— Tienes razón — le doy un golpecito a la punta de su nariz con mi dedo — Es por eso que te busque, para que me la chuparas — intenta decir algo más y levanto la mano — Las perras como tú sirven para follar, y mi chica, es con quien me veras tomado de la mano camino al altar — me voy dandole la espalda dejando que diga un montón de estupideces.
Una cosa es que sea consciente de todo lo que hice antes de meterme con Aisha, otra muy diferente que permita que una de esas idiotas diga algo mal de ella. Si alguna de las mujeres con las que estuve vale la pena, esa es Aisha. Miro la hora en mi teléfono y busco mi auto, varias chicas me saludan a lo lejos y apenas si muevo la cabeza con un asentamiento.
El comentario de esa estupida ya me puso de muy mal humor, enciendo el auto y lo que necesito es ir a buscar a la chica que quiero besar para ver si bajo está calentura. Busco su número en mi teléfono y le marco colocando el altavoz mientras arranco hasta su dirección.
— Hola — susurra y por el tono de su voz parece que acaba de levantarse.
— ¿Estás lista? — pregunto apretando el volante — No quiero esperar afuera cómo un imbécil.
— Parece que estás de mal humor — blanqueo los ojos y se ríe con flojera — Estoy lista, solo me quede dormida.
— Más te vale, porqué no quiero esperar.
— ¿Es una orden?
— Si, es una orden — una sonrisa se dibuja en la comisura de mi boca — Te quiero tener.
No le voy a dibujar las cosas, puede que ella sea toda timidez, pero más que molestarme, eso me prende de una forma bastante retorcida quizás. Es una chica sumisa bajo mi cuerpo, entre las sábanas de mi cuarto, y eso es otra de las cosas que me la pone dura.
— Aquí te espero — dice — ¡Asi que apurate! — comienza a reírse con esa forma aniñada.
— Esperame en veinte minutos en la entrada de tu casa — ordeno.
— Muy bien, aquí lo espero — es una tonta.