AISHA ROBINSON
ALEMANIA, BERLÍN
MENSAJE INESPERADA
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Hace ya algunos días que Káiser me soltó lo de ser su sumisa, una parte de mí quiere decirle que si, la curiosidad de saber más sobre ese mundo me impulsa a decir que si, pero otra, esa parte tímida, me grita que estoy completamente loca al aceptar algo de lo que ni siquiera yo misma sé si soy capaz de soportar todo ese mundo. No soy tan tonta, he visto aquella película que explica un poco lo que hay que hacer, sin embargo, me da un poco de vergüenza.
— Hija, tenemos que irnos — anuncia mi madre y me miro al espejo una vez más.
Iremos al centro comercial, por lo general prefiero quedarme en casa, pero me encanta salir de compras con ella y además me sirve un poco la caminata para despejar mi mente.
— ¡Enseguida voy! — tomo mis cosas y salgo de mi habitación.
De pronto, la sonrisa se me borra cuando veo el auto de Káiser parado afuera, cómo si estuviera esperándome.
— Hola nena — me saluda cómo si nada y miro a mi madre extrañada — Mirate, te ves hermosa — trago grueso y siento que la sangre se me sube a la cabeza.
— ¿Qué haces tú aquí? — digo en tono de reclamo — No hemos quedado en nada tú y yo — después de lo que sucedió y a eso sumado lo que me dijo, he intentado evitarlo, pero parece que no ha sido tan fácil sabiendo que vivimos cerca uno del otro.
Se acerca a mí y poniendome nerviosa, lo último que quiero es que mi madre se de cuenta que algo está sucediendo entre los dos, no sabría cómo explicarlo.
— Vine a verte — murmura mirando mis labios poniendome peor — Además, tú madre quiere que las lleve — no puede ser, mamá no me haría algo así.
— Aish, se me olvido decirte que Kái nos llevará al centro comercial — si, definitivamente esto tiene que ser una puta broma del destino.
— Mamá, pero podemos ir…
— No te preocupes, voy de camino — interrumpe Káiser y lo fulmino con la mirada.
Mi madre, parece que no se ha percatado de nada, así que se sube al auto y quiero tomarla del brazo y sacarla de allí a la fuerza, pero eso haría que todo se complique más y me dejaría en evidencia.
— Debiste negarte — intento pasar por su lado y me cierra el paso — ¿Que carajo crees que haces?
— ¿Pensaste en lo que te dije? — pregunta lo que ya sé.
— No lo sé — intento escabullirme, pero no me lo permite — Mi madre está allí — mira por encima de su hombro y quisiera que pasará algo, pero nada.
— Quiero una respuesta — acorta el espacio y mis latidos van en aumento — Y la quiero ahora mismo — blanqueo los ojos y quiero escaparme de está situación, así que respondo lo primero que se me pasa por la cabeza.
— Si, acepto — logro escaparme y rápidamente me toma del brazo, abre la puerta de adelante y sin decir nada me indica que me suba.
Es un completo tarado, desde aquí puedo ver la sonrisa que dibuja en su rostro cómo si una vez más logrará su cometido. No me interesa, ahora mismo me enfocaré en la salida con mi madre y luego volveré a desaparecer, no podrá seguir convenciéndome con esa carita.
— ¿Se van de compras? — pregunta y lo fulmino con la mirada.
— Es una tarde de chicas — dice mi madre y ahora soy yo quien sonríe, pero él parece muy tranquilo.
— Me gustaría pedirle un favor, luego de sus compras — dice, pero mi madre solo está enfocada en ver su móvil mientras Káiser avanza hacia el centro comercial.
— Si claro hijo, dime lo que sea — mis manos se aprietan y quiero arrancarle la cabeza al tonto que está a mi lado.
— Me gustaría pasar por ustedes y llevar a Aisha a comer algo — giro tan rápido la cabeza que parece que fuera a torcerse el cuello.
— No puedo — digo.
— Si, a ella le hace falta salir un rato — no puedo creer esto.
— Tú madre ha dicho que si puedes, Aish — de nuevo esa estúpida sonrisa que borrare de su cara.
— Madre, recuerda que tengo muchas cosas que hacer — le abro los ojos para que entienda que no quiero. Sin embargo, mi madre no me presta atención y parece que le divierte este jueguito.
— Te hace falta salir cariño — insiste y veo por el espejo retrovisor cómo me alza las cejas.
Si, definitivamente esto era lo que me faltaba, que mi propia madre en vez de cubrirme, me arroje a los brazos de un loco que me quiere manipular con esa bonita sonrisa y sus tentaciones.
Kaíser sigue manejando y quiero llegar rápido al centro comercial, tenerlo a mi lado me pone la piel de gallina y cada que su mano hace los cambios con la palanca rosa mi pierna, pero sé que nada de eso es intencional, lo está haciendo todo a propósito. Veinte minutos después llegamos al centro comercial, quiero bajarme de aquí rápidamente, mi madre se despide de él y sale del auto dejandome sola, trato de salir, pero me detiene tomándome de la mano.
— Vendré a buscarlas, y nos vamos — demanda una vez más.