KÁISER CROWTHER
ALEMANIA, BERLÍN
¡CON LO MIO NADIE SE METE!
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El cuerpo se le tensa y es evidente que está completamente nerviosa. Le gusta desafiarme y está es mi forma de demostrarle que no me importa follarmela aquí afuera y que así todos puedan ver a quién le pertenece. Todavía estoy enojado por lo que sucedió con su ex novio, es una espina que no pienso quitarme así de fácil.
— Estás completamente loco — murmura con vergüenza y de los nervios no puede abrir la puerta, así que la s tomo nuevamente para ayudarla pegando mi cuerpo al suyo.
— No me digas que te pongo nerviosa nena — me burlo de ella y puedo sentir cómo su cuerpo tiembla.
— Abre la puerta de una vez — me apresura y no puedo evitar sonreir.
— ¿Porqué? — jugueteo — Quiero besar a mi novia aquí — intenta quitarme las llaves, pero no se lo permito.
— ¡Porqué tienes que hacerlo todo difícil! — protesta y abro la puerta de una vez, pero no creerá ella que se escapara de mí, tengo ganas de desnudarla desde que estabamos en su casa.
Una vez que estamos dentro de mi casa, me aseguro de cerrar con llave para que no se me escape. Me quito la camiseta y sus ojos me escanean con un pequeño rubor en sus mejillas.
— Parece que te gusta lo que ves — le guiño un ojo y ella blanquea los ojos.
— Callate la boca — se molesta y antes que se me escape, la sujeto de la cadera atrayéndola hacía mí y la beso.
Sus labios saben a fresa, ese labial que usa me encanta aunque parezca maquillaje de una niña pequeña. Esa forma de ser, tan aniñada es lo que me enloquece, siempre lo voy a decir. Aisha es diferente a otras mujeres, su inocencia es real, no actúa de esa manera y es lo que me encanta, aunque a veces quisiera retorcerle el cuello para que otros no la jodan.
— ¿A dónde me llevas? — pregunta con la voz temblorosa, pero sus brazos han rodeado mi cuello.
— Nuestra habitación — suelto y abre nuevamente los ojos, me mira con extrañeza.
— ¿N-nuestra habitación? — balbucea.
— Está es mi casa, y tú eres mi novia — sigo besándola — Así que mi habitación es nuestra habitación — la levanto del suelo llevándola directamente a la cama.
La empujo sobre ella y me quito el resto de la ropa, se supone que la invitaria a salir, pero el magnetismo que ambos tenemos cuando apenas nos tocamos es indudable y puede que en algunas ocasiones se resista, pero siempre terminamos juntos.
— Te juro que nadie más volverá a lastimarte — le quito la camisa — Ni a intimidarte de ninguna forma y salir victorioso.
— ¿De qué hablas? — se hace la tonta, pero levanta los brazos cuando acaricio su piel.
— Ahora mismo no quiero hablar sobre esto — termino de desnudarla, y los ojos se me van recorriendo cada parte de su piel morena.
Llevo mis manos a sus pechos amasando con la palma de mis manos, acerco mi boca a uno de sus picos y ella arquea la espalda cuando siente la excitación que le provoca. Nos besamos por un buen rato, pero este tema me tiene la cabeza caliente.
Ella se da cuenta y me aparta un poco.
— ¿En qué piensas? — pregunta consternada.
— No vuelvas a mentir sobre algo tan importante — la sujeto del rostro para que sus ojos me miren fijamente.
— Káiser, de verdad no quiero…
— Solo dime que no volverás a mentirme si ese imbécil te busca.
Me mira y parece que sus ojos se empañan, es una mujer muy sentimental, beso sus labios con suavidad para que entienda que no estoy molesto con ella, pero si lo estaré si vuelve a mentirme con ese hijo de perra.
— Si él te lastima…
— No te atrevas a hablar de ese maldito hijo de perra mientras te tengo desnuda sobre mi cama, comiendote a besos y a nada de follarte — mis palabras son crudas, pero ella sabe lo que siento — Ahora, solo quiero escucharte gemir.
Mis ojos no pueden dejar de admirarla de pies a cabeza. Diga lo que diga, es una mujer encantadora. Sería un idiota al dejar que otro pueda gozar de sus curvas, que otros labios que no sean los mios la besen y unas manos ajenas a las mias la acaricien.
— Te quiero — me susurra mirandome a los ojos.
— Yo también te quiero — es cierto. No solamente la quiero, siento un montón de cosas por ella, que no he sido capaz de decirle.
La última vez que creí amar a una mujer, esta misma me jodio la vida, me engaño con el que yo creí era mi mejor amigo y quién sabe cuántos más. Desde ese momento dije que no volvería a amar a nadie, pero es difícil cuando tengo a una mujer cómo ella a mi lado, Aisha me ha salvado de la oscuridad y he podido ver una luz al final del túnel.
— Quiero que me prometas algo, hermosa — acaricio su mejilla con la punta de mis dedos — Si el vuelve a buscarte, si tan solo respira a tu lado, tienes que decirmelo — me mira a los ojos y comienzo a besarle el cuello.
Lo siento, pero es que simplemente no me puedo tener las manos quieta cuando la tengo de está forma encima de mi cama, completamente para mí.