KÁISER CROWTHER
ALEMANIA, BERLÍN
¡CON LO MIO NADIE SE METE!
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Está mañana me despierto con la mujer más hermosa a mi lado, su espalda desnuda me da la bienvenida y no puedo evitar acercarme para besarla. Su piel se estremece y mis labios la recorren acariciándola.
Se supone que saldriamos muy temprano, pero en la madrugada la desperte con caricias que terminaron en sexo, y su respuesta fue exquisita. Me encanta hacerla mía, que mi olor y el suyo se fundan en uno solo.
— Dejame dormir… — refunfuña, pero no me aparta.
— Tenemos que comer algo nena — es cierto, me muero de hambre y quiero salir con ella para desayunar afuera. O mejor, para comer algo.
Abre los ojos lentamente y me regala una hermosa sonrisa. Acaricio su rostro con mis dedos y me tienta el hecho que esté completamente desnuda. Me saboreo cuando aparto un poco la tela que la cubre y el frío de la habitación le eriza la piel y sus lindos pezones tientan mi boca.
— ¿Qué haces? — pregunta adormilada.
Ignoro su pregunta y aparto toda la tela acercándome a ella, me deleita la forma en la que su piel se eriza con el contacto de mis manos. Mis labios buscan sus pechos, mi lengua saborea sus picos erectos y siento que me voy excitando de solo tenerla debajo de mí.
— Podemos llegar un poco tarde — susurro cerca de su oído — No tengo prisa en comer algo que no sea a tí.
Le hace cosquillas cuando mis dedos pasean por sus costillas. Me encanta su forma de reír, aunque ella no lo crea su forma aniñada me da un vuelco en el corazón y me encanta, porqué es esa inocencia la que me tiene completamente loco.
Aprovecho su desnudez, para apreciarla por completo, la piel morena siempre hace contraste con lo blanca de mi piel, es cómo el día y la noche y eso solo hace que mi cuerpo reacciones de formas inexplicables, muerdo su piel dejando pequeñas marcas con mis dientes.
— ¿No tenías hambre?
— La tengo, y ahora voy a comer — subo a su cuello besándola y me posiciono encima de ella — Y me lo comeré con todo el gusto del mundo.
— Eres… — jadea — Un pervertido — si que lo soy, no voy a negarlo, pero ella tiene la culpa de que no pueda dejar las manos quietas, mucho menos cuando la tengo completamente desnuda.
Me apodero de sus labios sintiendo el calor de su piel contra la mía. Su respiración se acelera y puedo escuchar el latir de su corazón. No dejo de acariciarla, y el roce de nuestros cuerpos enciende la llama que hay entre nosotros.
— Soy el jodido hombre más afortunado — beso sus labios bajando poco a poco por su cuello — Tener a una mujer tan maravillosa cómo tú a mi lado — busco sus ojos y puedo notar lo emocionada que se ve.
Me posiciono en medio de sus piernas separando sus muslos y mirando entre nuestros cuerpos. El contraste de nuestros cuerpos es increíble, siempre lo tendré presente. Mis labios buscan cada parte de su piel, besándola desde el cuello, bajando por su pecho y encontrándome con esos montículos que amaso con mis manos sintiendo la suavidad de su piel.
— Káiser…— jadea y arquea un poco la espalda.
— Dime nena — mis manos recorren sus costados y bajo lentamente hasta llegar a sus caderas.
— T-tenemos que desayunar — sonrio, ya que está buscando cualquier excusa para escapar de mí.
— Yo voy a desayunar Prinzessin — sé cuánto le gusta que le hable en Alemán — Y mi desayuno, está justamente aquí.
Reparto besos por su abdomen, bajo lentamente hasta su vientre y mi lengua se pasea por el lugar, hasta llegar a donde quiero y lo que necesito ahora mismo. Mis ojos buscan los suyos y está apretando los labios, mordiendolos con sus dientes y tengo su atención.
— ¿Q-qué… estás haciendo? — sonrío con malicia e inhalo su aroma dulce.
— Ya lo sabrás nena — deposito un beso en sus labios y no hablo precisamente de su boca.
No es solo su aroma, es el sabor de su piel tan natural y fresca, siempre huele exquisito, siempre está impecable, y eso es lo que tanto me gusta. Lameteo entre sus partes y puedo escuchar sus jadeos, la espalda se le arquea y eso me da pie a meter las manos detrás de su espalda y acercarla más hacia mi boca.
Disfruto de su sabor, se deshace en mis brazos y sus manos sujetan mi cabello con fuerza, no me importa mientras esté disfrutando de sus jugos. Ella es mi perdición, y me encanta el vicio que tengo con está mujer. Disfruto de todo los momentos que he pasado con ella.
— Káiser… — gime intentando cerrar las piernas, pero no se lo permito.
La conozco, está a punto de venirse y es lo que quiero, saborear sus jugos en mi boca. Así que no voy a parar hasta conseguirlo. Sigo y sigo pasando mi lengua, y la sigo estimulando cuando introduzco uno de mis dedos en su interior, eso hace que ella de un respingo y su cuerpo comience a temblar por los espasmos que le ocasiona el orgasmo.
— No lo contengas nena — pido — Damelo, quiero probarte — sigo lameteando — Dame el placer de ver cómo el orgasmo te hace temblar.