El Idiota Del Que Me EnamorÉ

TE QUITARÉ ESA ESTÚPIDA SONRISA

KÁISER CROWTHER

ALEMANIA, BERLÍN

UN JUEGO DONDE SERÉ EL GANADOR

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He llegado al lugar donde tenía pensado venir con ella, pero al parecer no quería estar aquí, así que la deje en su casa. Vine a ver un partido de fútbol en la universidad donde estudiaba y me conseguí con algunos compañeros, que me insisten en que juegue un partido, pero les digo que no.

— No seas aguafiestas — se burla uno de ellos.

No es que lo sea, es que simplemente no me apetece, no vengo vestido para la ocasión y mientras una que otra chica me saludan a lo lejos, pienso que en otra época hubiera ido hasta ellas, les hubiera coqueteado y luego me las follaría detrás de las gradas. Sin embargo, ahora mismo solo pienso en una sola mujer, en la única que quiero a mi lado, para robarle besos en público aunque le de vergüenza.

— Káiser, alguien está buscándote — me dice Thomas, un compañero de joda.

— ¿Quién? — pregunto cómo si nada.

— Creo que no te gustará saberlo — mi ceño se frunce y cuando estoy por decirle que no me importa, escucho su maldita voz detrás de mí.

— Creí que no vendrías — mi cuerpo se tensa y quisiera ignorarlo, pero es imposible — Al parecer el niño no es tan cobarde cómo se dice.

— El único cobarde aquí eres tú — lo desafío y le sigo dando la espalda con la esperanzas de que se largue de aquí.

— No soy yo quien oculta su cara — aprieto los puños conteniendo las ganas de tomarlo por el cuello a ese pedazo de mierda.

Me levanto lentamente y me giro hacia el. Parece satisfecho, cómo si hubiera ganado la pelea antes de comenzar. Esa sonrisa de satisfacción solo hace que mi estómago se retuerza.

— ¿Qué quieres? — pregunto.

— De ti es obvio que nada — vuelve a sonreír — Ya obtuve lo que quise de quién me interesaba — la mirada se me nubla, la garganta se me cierra y siento a Thomas detrás de mí, intentando calmarme.

— Callate la boca — suelto — ¡Callate la puta boca!

Sigue sonriendo con ironía, me gustaría levantarme, salir de aquí y dejar las cosas así dejándolo con su puta locura, necesito acabar con está mierda. Pero, no puedo, su sola sonrisa me indica que comenzara a soltar improperios, a mi puede decirme lo que se le dé la gana, solo espero que ni la mencione. Si tan solo dice su nombre, voy a matarlo.

— Tranquilo, solo he venido a pasar el rato — no le creo nada — Estoy un poco satisfecho con mi regreso — la voz de Aisha retumba en mi cabeza, me dice que me calme, que lo deje así, pero mis dientes rechinan con la fuerza que ejerzo.

Todos alrededor hacen un círculo, cómo si estuvieran esperando que alguno de los dos dé el primer paso y terminemos en el suelo. Tiene una mano enyesada, según escuche estuvo metido en otra pelea o cualquier mierda.

— Lárgate de aquí — exijo — Deja de joderme y déjala en paz — quiero que sepa que ella me tiene a mi y que voy a defenderla.

— ¿Dejarla en paz? — pregunta y se acerca unos pasos más cerca — Eso no fue lo que me pareció cuando la tuve entre mis…

— ¡Callate la maldita boca, bastardo! — enfurezco y estoy a punto de soltarlo todo.

— No te alteres amigo, ella lo quería — sacudo la cabeza para callar las voces de advertencias — Si tanto la conoces, ya deberias saber cómo se comporta cuando… — no puedo soportarlo más y me le voy encima cuando mi mano conecta directamente con su nariz.

La sangre inunda mis nudillos, pero estoy viendo rojo, no puedo parar y parece que él se ha quedado allí, esperando que yo termine con él. Me importa una mierda si voy preso, delante de mí no la menciona, no la daña, y no me atormenta con pensamientos de que siquiera ha estado cerca de Aisha.

— ¡Voy a matarte maldito hijo de puta! — sigo golpeándolo enceguecido, no se defiende, apenas y me da un golpe en la boca que me roza y consigo frenar.

Estoy tan enfermo de la ira, con esa puta sonrisa que sigue dibujando en su cara ya magullada y sus dientes ensangrentados, que no me percato de lo que pasa a mi alrededor.

— ¡Ya basta, déjalo en paz! — escucho una voz que reconozco, pero sigo sin parar — Káiser, detente…

No, no puedo detenerme, además si es quién yo creo le dije que no se metiera en esto y que me pida que paré, solo me enferma más.

— Sigue… golpeando… — desafía — Eso… no borrara… Su delicioso aro… — Sujeto su cuello con mi mano apretandolo fuerte, me importa un carajo que se quede sin aire.

— Voy a matarte — gruño y me inclino un poco más cerca de su oído — Moriras sabiendo que ella grita mi nombre cuando la hago mía.

— Eres un imbécil — se le dificulta hablar y sonrio satisfecho.

Si soy un pedazo de mierda, pero ella es mía, es solamente mía. Unos brazos me levanta por la camiseta y me separan de la basura en el suelo, lanzo una patada que le da en la cara y estoy tan iracundo, que no quiero siquiera verla delante a la cara. Pero, ella sale corriendo detrás de mi, sin dedicarle una mirada y me rodea el cuello con los ojos abiertos. Está asustada.




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