El Idiota Del Que Me EnamorÉ

¿QUÉ HACES TÚ AQUÍ?

AISHA ROBINSON

ALEMANIA, BERLÍN

¡ALÉJATE DE MÍ!

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Me siento tranquila en el patio de mi casa, he estado recibiendo algunos mensajes de Dante, que quiere verme una vez más. Estoy cansada de que siga buscándome, ya he tenido problemas con Káiser que es una bomba explosiva y en cualquier momento seguramente terminará por estamparle un golpe en el rostro.

No lo entiendo, cuando estabamos juntos lo unico que hacia era ignorarme por sus amigos y podía pasarme a las mujeres frente a los ojos, algo de lo que me fije mucho tiempo después, lo admito, era una tonta por ese chico, dijeran lo que sea de él, yo no lo creía y aún así, termino siendo un estupido y un patan. Ahora, está furioso porqué estoy saliendo con otro chico. Lo que le duele es que sea quién fué mi mejor amigo desde siempre, eso es lo que termina de molestarle.

Inhalo suficiente aire para relajarme, quiero estar tranquila por un momento, mientras sigo trabajando en mi computador. Hago un poco de todo, pero me gusta mucho el diseño y mientras que ayudo con algunas traducciones, me pongo a dibujar, es parte de mi trabajo.

— Hija, tengo que salir por unas cosas — dice mi madre, y sacudo mi cabeza alejando mis pensamientos.

— ¿Vuelves pronto? — pregunto un poco inquieta.

— Estaré en casa como en una media hora — asiento, eso me parece que está bien — ¿Sucede algo? — se da cuenta que tengo la cabeza en otro lado.

Niego, pero la verdad es que estoy pidiendo que lo que Dante me dijo no sea cierto, no quiero tener que lidiar con su presencia. Esto no solo me traerá problemas con Káiser, me ocasionará problemas incluso conmigo misma.

— No te preocupes, saldré con Káiser un rato — asiente y me da un beso en la mejilla.

— Recuerda cerrar bien todo y llevarte el teléfono — sonríe, porqué soy muy despistada.

Papá sale detrás de ella y se despide con la mano, me quedo un momento en la entrada observando hasta que mi padre le da marcha al auto y salen de mi campo de visión. Vivo en una calle muy tranquila, poco concurrida así que es normal que me quede sentada en el patio delantero, mirando la calle. Pero, está vez, miro a una persona acercarse y busco la llave para entrar, pero no me da tiempo.

— Hola cariño — dice con ese tono que me hace temblar — ¿Acaso pensabas huir de mí? — No puedo decir nada, no tengo la capacidad de hablar.

Empuja la reja con normalidad, se aprovecha que hay pocas personas y termino dando pasos hacia atrás y cuando menos lo espero, estamos en la sala de mi casa y él está cerrando detrás de mí.

— Fuera de aquí — digo con un hilo de voz.

— He venido para advertirte — se acerca y mis pies no se mueven — Vas a dejar a ese idiota que tienes cómo novio y volveras conmigo — una risa interna me ataca, pero por fuera estoy muda.

— Vete de aquí — suelto con un poco más de fuerza.

— Si, tengo algunas cosas que hacer — alza la mano y cuando quiere tocar mi rostro, me aparto.

— ¡No te atrevas a tocarme! — saco fuerzas de donde puedo y vuelvo a dar un paso atrás.

Sin embargo, me sujeta del brazo y con fuerza me lleva a la habitación, podría gritar, pedir ayuda ya que no tengo idea de lo que es capaz de hacerme. Pero, no me sale la voz, mis cuerdas estan paralizadas y me invade un sentimiento de angustia en la boca del estómago cuando entramos a mi habitación y cierra la puerta de golpe.

— ¿Ahora no puedo tocarte? — desafía acercando su rostro al mío.

Los nervios me revuelven el estómago y no quiero que se acerque, ni que me toque. Parece una boberia. luego de estar tanto tiempo con él. Pero, es que ultimamente he visto un lado de Dante, que no conocía, o que no quería conocer.

— Quiero… que te vayas.. de mí casa — la voz me tiembla y quisiera darme un en la cabeza por ser tan tonta.

— ¿Porqué? — su aliento golpea mi rostro y me doy cuenta que ha bebido.

— ¡Vete de aquí!

— ¿Acaso tú noviecito viene a follarte aquí? — aprieto los dientes y por primera vez me debato entre darle un empujón o pedir que llegue Káiser.

Se queda un momento intimidándome, y luego su ceño se frunce, me suelta de mala gana y le da un golpe a la pared. Tengo mucho miedo, si esté hombre me lastima no podré decir nada. Me mira con rabia y cuando creo que me golpeara suelta.

— ¡Todo me huele a ese maldito! — suelta y me paraliza — ¡Hueles a ese imbécil!

— Aquí el único imbécil eres tú — arremeto — Y sí, todo huele a mi novio — no sé de dónde me sale tanta valentía.

Aprieta los dientes y parece que escucho cómo rechinan, da un paso hacía mi de forma desafiante y mi espalda choca contra la pared. Quiero que se vaya, pido que se largue de aquí. Se inclina y cierro los ojos. Sus ojos evidencian cuanto me odia, la mirada fría me da a entender que es un hombre diferente con el que salí hace algún tiempo.

— Te dire algo muñequita — susurra y me da asco el apodo — Vamos a ver qué tanta tolerancia tiene ese pendejo — lo insulta — Cuando le diga, lo que hicimos en está habitación, donde tantas veces te ha tocado — quisiera empujarlo, pero estoy paralizada.




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