El Idiota Del Que Me EnamorÉ

UNA NUBE COLOR ROSA

AISHA ROBINSON

ALEMANIA, BERLÍN

AVERGONZADA
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Siento una suave caricia en mi rostro, y poco a poco voy abriendo los ojos sintiendo el poco resplandor que entra por la ventana. Me siento tan comoda, el aire solo hace que cierre nuevamente los ojos y de nuevo siento una suave caricia que me hace sonreír y encogerme en el lugar para disfrutar del calor que me da estar en… ¿Dónde estoy? No, está no es mi habitación.

Parpadeo un par de veces y trato de enfocar la mirada a mi alrededor. Este lugar… conozco las paredes, el aroma que llega a mis fosas nasales e inunda la habitación me indica que pasó algo, y ese algo involucra a dos personas, y si estoy en lo correcto él debe estar aquí.

Guten morgen, prinzessin — dice en alemán y siento un escalofrío en todo el cuerpo.

Muy pocas veces habla en su idioma, solo cuando está extremadamente molesto, muy excitado, pero cuando lo hace solamente lo escucho atenta porqué a decir verdad, me gusta cuando lo hace.

— Buenos días — digo con un tono de timidez y me sujeta de la cintura para que quedemos uno frente al otro.

— ¿Tienes hambre? — me da un beso en los labios y apenas asiento.

— Si, pero debo irme a casa — arruga el entrecejo y vuelve a besarme.

Me da un poco de vergüenza tener que dejar que me bese de esa forma cuando acabo de despertar, pienso en mi aliento mañanero y quisiera apartarlo para ir a enjuagarme la boca, solo que no parece querer soltarme y el estar completamente desnudos no me ayuda a pensar con claridad.

— Yo también tengo mucha hambre — baja sus labios a mi cuello acelerando mi pulso — La comida que quiero está justo aquí — sigue besando mi pulso, repartiendo besos hasta mi hombro.

Káiser, es un hombre que realmente me sorprende. En ese momento, los recuerdos de lo que sucedió anoche vienen a mi cabeza, el llegar aquí, que me amarrara, luego dejar que hiciera esa llamada, y de último… ¿Ha dicho que me ama?

— Espera un momento — murmuro, pero aparta las sábanas y me acaricia la piel. Siento todo tan diferente, no es el chico desesperado por desnudarme, que además no tengo ni una sola prenda, solo siento que me besa suavemente y sus ojos no dejan ni un momento de admirar mi cuerpo lo que me da un poco de vergüenza.

— Solo quiero estar así un poco más — dice con la voz ronca, se me forma un nudo en la garganta y sus ojos se clavan en los míos dejandome completamente muda.

No sé porqué el corazón se me acelera, no dice nada, hay un silencio total y de un momento a otro mis ojos se van llenando de lágrimas, su rostro está muy cerca del mío y cuando creo que estoy a punto de decir algo, me interrumpe.

— Lo que dije anoche es cierto — suelta y aprieto las manos en puños — No sé qué me pasa contigo, he perdido completamente la cabeza por ti Aisha — el nudo en mi garganta se hace más grande porqué no se que decir, no me esperaba esas palabras y menos viniendo de él.

— Káiser… — apenas susurro su nombre.

— No tienes que decir nada nena — me besa — Y espero que esas lágrimas sean por algo bueno, no porqué te arrepientes de estar este desgraciado que es capaz de matar a quién sea por ti.

Me saca una pequeña sonrisa que desata el llanto, mete sus manos detrás de mi espalda y me acerca a su pecho acostándose de lado junto a mi. Siento su respiración calmada, sus manos se pasean por mi espalda con caricias suaves que me hacen encogerme mucho más. El aire acondicionado me causa escalofríos y he olvidado incluso la vergüenza de tener que lavar mis dientes.

Levanto mi rostro, me limpia las lágrimas y vuelvo a enfocarme en su mirada. Hay un destello de ternura, deseo y posesión en ellos, me gusta ese contraste y me acerco a sus labios para ser yo quién disfrute de esos labios.

— Si no sientes algo así, es mejor no decirlo de forma precipitada — sus rostro cambia, parece que no le gusta lo que digo y se sienta apoyando la espalda en el espaldar de la cama, llevándome con él y sentándome a horcajadas sobre sus piernas.

— ¿Qué acabas de decir? — su mano sujeta mi cuello.

— Es que.. es muy pronto para… — no me deja continuar cuando su lengua invade mi boca en un beso arrebatador, la dulzura de hace un momento ha cambiado y su mano enroscada en mi cuello hace una ligera presión.

— ¿Crees que no soy capaz de enamorarme de ti? — gruñe y puedo sentir que este juego le gusta, lo peor es que a mi también.

Que sus ojos se oscurezcan, su voz sea mucho más gruesa y profunda, que su mano rodee mi cuello y me hable con demandas, es una parte que he comenzado a experimentar junto a él.

— No he dicho eso — titubeo — Pero, es que decir que estás enamorado es solo…

Vuelve a cortar mis palabras con otro beso que me hace soltar un pequeño gemido. Siento su dureza formándose abajo que roza mi vientre y su lengua rozando con la mía, solo hace que mis caderas se muevan en un vaivén delicado que le acelera el pulso a él también.

— Me tienes jodidamente loco — muerde mis labios — Cada vez que te veo, solo quiero quitarte lo que llevas encima, follarte y escuchar tus gemidos cuando te penetro — se acabó el chico dulce de hace un momento.




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