AISHA ROBINSON
BERLÍN, ALEMANIA
JUEGOS PROHIBIDOS
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Fue un estúpido error salir de la ducha completamente desnuda. No era algo que estuviera planeando, pude haberme puesto la ropa que traía y salir con ella. Pero, estaba completamente sudada y preferí salir directamente a su cuarto, para cubrirme con una toalla. Pero, me esperaba afuera y al verme de esa forma lo que conseguí ha sido provocarlo más.
Siento que el corazón me late demasiado rápido, tanto, que parece que se saldrá de mi pecho. La respiración es agitada y solamente siento escalofríos por todo el cuerpo. Me mira de una forma retadora, cómo si una parte de el quisiera que lo desobedeciera y así poder tumbarme sobre la cama cómo tanto le gusta.
Se mueve rápido y veo las cuerdas que ha sacado no sé de donde, el pecho me sube y baja y tengo una mezcla entre nerviosismo y excitación.
— Káiser... — titubeo — ¡Suel... suéltame ahora mismo! — tengo la boca seca, es difícil hablar cuando lo veo de ese modo.
— No tengo ninguna intención de hacerlo — me sujeta de las muñecas y las amarra, forcejeo para que me deje ir, pero una parte de mi cuerpo le encanta esto.
— Estás completamente loco — baja su rostro al mio y siento su aliento caliente chocar sobre mi boca.
Se humedece los labios, y se acerca tanto que por reflejo mi cuerpo se acerca un poco más, queriendo acortar la distancia entre nosotros para besarlo, pero el muy idiota no me deja, se aleja dejándome con las ganas de probar su boca.
— ¿Quieres que te bese? — se burla de mi provocándome .
— Lo único que quiero es que me sueltes — forcejeo y puedo sentir cómo llevo mis manos atadas.
— Olvídalo, eso no va a suceder — vuelve a rozar mis labios con los suyos, solo para provocarme. Sabe que me encanta lo que hace.
Mis ojos se cierran por un momento con la sensación que me provoca su cercanía. Es un tramposo, siempre hace lo mismo, me engatusa cómo una niña pequeña para conseguir de mí lo que tanto quiere y esa sensualidad que me desconcierta. Káiser, no es un romántico, es más bien el típico chico que demuestra rudeza y que nada le importa.
— Káiser... estás llevando esto muy lejos — intento persuadirlo.
Obviamente no lo consigo, me ignora por completo y acaricia mis muslos provocándome escalofríos. La yema me acarician y suben hasta mi estomago, rozando mi ombligo haciendo que mi espalda se arquee un poco con las sensaciones que me produce.
— Te dije que estarías sobre mi cama — susurra haciéndome cosquillas — Desnuda, y a mi voluntad.
— Eres un completo idiota — jadeo y el simplemente se ríe.
Sigue acariciándome y en ese momento comienzo a sentir algo frío sobre mi piel, mis ojos se abren y parece ser un aceite para el cuerpo, o algo parecido. La mirada que me dedica me hace tragar grueso, se humedece los labios haciéndome saber que le gusta tenerme a su merced.
— Soy todo lo que quieras nena — sigue bajando y esparciendo el liquido frío — Y lo seré aún más si no tengo lo que tanto quiero, estabas provocándome en el gimnasio.
No lo estaba provocando, estaba enojada por que esa chica parecía no tener las manos quietas.
— Parece que no estabas distraído — detiene sus manos y me mira nuevamente bastante serio.
— ¿Estabas celosa prinzessin? — me quedo callada cuando me habla en alemán — No tienes que sentir celos de ninguna otra mujer, porqué la única que yo quiero está aquí, sobre mi cama y desnuda.
Me abre los muslos y no sé de donde saca una cinta de color negro, que amarra en mis tobillos y luego las separa para tenerme expuesta frente a él. La vergüenza de estar así me invade, siento que quiero soltarme y tapar mi desnudez, la luz está encendida y siento como no deja de mirarme de arriba abajo.
— ¿Tú silencio es un si? — se sonríe y sujeta mi otro tobillo al otro extremo de la cama.
— No estoy celosa de ti — es una mentira muy obvia.
Claro que estoy celosa, conozco perfectamente al Káiser del pasado, lo he visto con muchas mujeres y eso me hace sentir un poco de inseguridad. Es un chico muy guapo y la picardía que tiene atrae más de lo que me gustaría.
— Ahora mismo, te voy a demostrar porqué no debes estar celosa — se levanta de la cama y se termina de desnudar, no puedo evitar mirarlo.
El corazón se me acelera, siento que el pulso se me dispara y muevo las manos con ganas de querer tocarlo. Mi ceño se frunce cuando comienzo a ver de que se trataba todo esto de ser dominante, está demostrando que es lo que significa.
— Káiser... — murmuro y apaga las luces.
El miedo me invade por un momento, miro a todos lados agudizando mis sentidos intentando adivinar a donde van sus pasos. Muevo las muñecas forcejeando con la cuerda, el silencio comienza a desesperarme y al mismo tiempo me hace sentir ansiosa.
Una luz de color rojo se enciende, lo veo entre las sombras y parece que estuviera dentro de un película como las cincuenta sombras. No, esto no puede ser igual, el seguramente no sabe nada sobre eso, lo conozco desde niño y es imposible.
— Estas celosa de mujeres que ni siquiera pasan por mi cabeza nena — murmura con la voz ronca y me hace temblar — Porqué a ninguna de ellas, quiero follarla con tanta intensidad cómo quiero hacerlo contigo.