El Idiota Del Que Me EnamorÉ

EL PAPEL DE SUMISA II

KÁISER CROWTHER

BERLÍN, ALEMANIA
JUEGOS PROHIBIDOS

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Aisha, aún no está preparada para todo lo que llevo pensado hacerle, es muy tímida y además puedo asustarla fácilmente si cometo un error. Tenerla sujeta de manos y pies, ya es demasiado para ella. Ahora lo que debo hacer, es dejar que se calme, que entienda que no corre peligro a mi lado, y que nada de lo que hago es malo, al contrario, necesito que lo disfrute, que su cuerpo aclame por más.

La tengo a mi disposición, podría hacer con ella lo que se me de la gana, pero no quiero enloquecer y que ella luego me tenga miedo, es por eso que la acaricio, le doy todo el placer que se requiere para que su mente solo piense en lo que hago, y su cuerpo tiemble con nada caricia. Esta completamente húmeda, así que voy introduciendo un digito en su interior mientras mi lengua prueba su humedad,

— No sabes lo deliciosa que eres Ash — mis ojos se conectan con los suyos. Me encanta observarla cada ves que estoy encima de ella.

— Káiser... — jadea.

Mi nombre en su boca me la pone más dura, bajo la mirada y puedo ver como sus muslos tiemblan y se obligan a cerrarse. No se lo permito y continuo saboreando su humedad que empapan mis labios.

Du gehörst mir — le digo en mi idioma y sé que eso le hace arquear la espalda — Toda tú, por completo.

Introduzco un segundo dígito y ahora lo hago mucho más rápido. Reparto besos por sus piernas sin dejar de penetrarla con mis dedos. Quiero llevarla al máximo del placer antes de subirme encima de ella y comenzar a follarla cómo me gustaría.Mis labios se pasean por su vientre, subiendo poco a poco por su ombligo mi otra mano busca con desespero uno de sus pechos.

— Por favor... v-ven aquí — suplica y niego con la cabeza.

— Aún no nena — acelero los movimientos abajo, y sigo besándola toda — Todavía no estás preparada.

— ¿Preparada p-para que? — titubea con la pregunta y aprieta los labios conteniendo el gemido.

Sigo subiendo y atrapo con mi boca el otro pecho, sin dejar de tocarla abajo. Aunque mis movimientos son más rápido, decido parar y colocarme entre sus piernas. Mi mano sujeta su cuello ahora, y la obligo a que abra los ojos para que me mire directamente a los ojos.

— Eres una pequeña muy sensible — susurro sobre sus labios — Si te hago todo lo que tengo pensado, huirás de mí — soy sincero.

Ella niega con la cabeza, cómo si realmente pudiera entender lo que estoy diciéndole, pero sinceramente no lo sabe.

— Mi amor, suéltame — me encanta cuando utiliza palabras dulces conmigo.

— ¿No te gusta estar atada? — le dedico una sonrisa picara. Ella niega y mis dedos rodean más su cuello haciendo un poco de presión.

— Me aprietan — dice y reviso sus muñecas.

La verdad no la están lastimando, me asegure de que solo dejara las marcas necesarias para que recordara a quién le pertenece. Solo quiere que la suelte, pero no lo haré aún, aunque la idea de sentir sus uñas arañando mi espalda no me incomoda para nada.

— No seas mentirosa princezzin — le doy un beso en los labios — Las cuerdas no pueden lastimarte, solo te impiden el movimiento — le explico acariciándola sin soltar su cuello — Es una forma de contenerte.

Introduzco una mano entre nuestros cuerpo, miro a ese punto y no puedo evitar que mis dedos le rocen el punto rojo que la hace temblar y el movimiento de sus caderas acelera mis latidos.

— Estoy... — murmura.

— ¿Que sientes? — quiero saber — ¿Te gustaría que te suelte para que puedas tocarme a placer? — asiente, pero aprieto su cuello.

Es una clara advertencia de que necesito que me hable y no se quede callada.

— S-si — gimotea cuando presiono mis caderas con las suyas y estoy seguro que ha sentido mi dureza.

— Dímelo Aisha, ¿quieres que te suelte de las muñecas? — nuevamente muevo las caderas y ella jadea.

Me excita la forma en que suelta esos sonidos. Mis manos recorren todo su cuerpo queriendo explorar cada una de las sensaciones que le provoco. Mi boca busca la suya para un beso despacio, uno que le acelere los latidos y le aumente la respiración. Voy directamente a su pulso donde paseo mi lengua lentamente, mis manos no dejan de tocarla, comienza a mover las manos y sé cuán desesperada debe sentirse por tocarme, pero es justamente este nivel de desespero que necesito que ella sienta.

— Kaíser... — susurra — Quiero... d-dejame tocarte — sonrio y la miro, solo para darme cuenta que tiene los ojos cerrados.

— Mírame — exijo — Quiero tus ojos sobre mí — ella obedece, y ese nivel de complicidad entre nosotros me encanta.

Mueve sus caderas, siento las ganas que tiene de que la penetre, así que me posiciono y mi dureza roza su entrada resbaladiza, y tengo que decir que seria un completo idiota si finjo que no quiero poseerla ahora mismo.
— Suéltame — sus ojos llenos de deseo me miran con suplica, niego con la cabeza y poco a poco la voy penetrando.

— El deseo que me provoca estar dentro de ti — me muevo un poco dentro de ella — Cohibiéndote el querer tocarme — salgo nuevamente entrando con una lentitud que la desespera y a mi también — Me excita tanto.




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