El Idiota Del Que Me EnamorÉ

EFÍMERO O NO... AQUÍ ESTARÉ

KÁISER CROWTHER

BERLÍN, ALEMANIA

CUÁNTO DURARÁ ESTÉ MOMENTO?

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He pensado en el día que esto entre nosotros llegue a su final, y no es que quiera dejarla, ahora mismo me siento realmente bien con ella. Aún así, me pregunto si ella deja de amarme por mi pasado o si yo dejo de quererla por hacer alguna idiotez que la lastime, es por eso que quiero aprovechar este momento para nosotros, que ella sepa que estoy comprometido al cien por ciento con todo lo que ella representa.

— Me gusta cuando tú cuerpo responde a mis caricias — le susurro y acariciarla mientras ella respira de forma acelerada dejándose llevar.

— Eres... un completo idiota — refunfuña incluso estando excitada y me hace sonreir.

— Claro nena, soy tu idiota — buscó su boca y comienzo a besarla.

Quisiera que Aisha, en algún momento, sola en su habitación, mirando el techo estrellado, recuerde cada una de nuestras noches, que no se cohíba de lo que sucedió, que entienda que ella es capaz de volver loco a cualquier hombre que se atreva a tocarla, lastima, ella es mía ahora y no pienso dejar que ninguno la tenga.

Me quito la sudadera y la camisa, me quedo desnudo de la cintura para arriba y me acerco a ella solo para sentir cómo su piel se fusiona con la mía con el más mínimo contacto. Le sujeto los brazos dejándolos por encima de su cabeza, una parte de mí no puede dejar de ser dominante, pero también es que me gusta ver como se deshace bajo mi cuerpo.

Continuo bajando por su cuello y ella intenta bajar los brazos para rodearme el cuello, pero no se lo permito, quiero besarla completamente, no puedo atarla, si sus padres regresan no me dará el tiempo suficiente para quitarle todo, además necesito que ella me toque, me abrace y me pase las uñas por la espalda mientras la penetro.

— Mantén los brazos sobre tu cabeza — le pido — Si los bajas, te castigaré — puedo sentir cómo su respiración cambia a una nerviosa.

— Káiser...

— Solo necesito recorrer tu cuerpo — la beso — Mantén los brazos sobre tu cabeza, ¿entendido? — ella asiente y le aprieto el muslo con fuerza — ¿Qué si me has entendido Aisha?

— Sí, entendí — no me dice señor, pero se lo dejo pasar, está parte dulce me gusta de ella.

Puedo verla completamente recostada sobre su cama, con los pechos al aire teniendo aún el semi hilo de encaje color blanco que le resalta en la piel. Me humedezco los labios, acaricio con la yema de los dedos desde el cuello, pasando por sus pechos, acariciando sus pezones, y sigo descendiendo por su vientre, acariciando sus costillas, recorriendo cada parte de su piel y me inclino para besarla, mis labios acarician cada una de sus partes, mi éxtasis es ella, mi droga favorita es poder sentir que sus gemidos me pertenecen, que le aceleró la respiración y el corazón.

— Tu piel es exquisita — susurro haciéndole cosquillas — El olor de tú piel me tiene completamente loco — continuo por sus caderas — Eres tan perfecta, que no me explico cómo demonios sigues estando conmigo.

Parece que mis palabras la alteran un poco, y abre los ojos mirándome directamente y entiendo lo que no puede expresar. Ella sabe que la amo, sabe que soy capaz de todo por ella, pero me conoce mejor que nadie y si soy quien más la protégé, también puedo ser quién más daño le haga, perdiéndola para siempre.

— ¿Qué quieres decir con eso? — pregunta en un susurro melancólico.

— Solo quiero que cada momento entre nosotros sea inolvidable — le doy un beso y puedo sentir el temblor de su barbilla, como si quisiera llorar — Eres la mujer que amo Aisha — la sujeto del cuello — Ahora sienteme tuyo.

La beso nuevamente y soy un por ponerla en está situación, es cómo si me estuviera despidiendo de ella y no es así. Quiero que estemos juntos el resto de la vida, solo que ahora mismo necesito sentirla de una forma que no hemos estado nunca. Acaricio sus brazos mientras sus caderas se muelen contra las mías desesperadas de tener algo más.

Deseo a está mujer, pero la amo y eso es lo que quiero darle ahora mismo, que ella sienta que entre nosotros puede existir amor, necesito que cada una de mis caricias sobre su hermosa piel, las sienta del hombre que está completa y jodidamente enamorado de ella.

— Káiser... — jadea cuando mis manos ahuecando sus pechos — Necesito tocarte — una media sonrisa se me dibuja en el rostro con sus palabras.

— Todavía no puedes hacerlo nena — me burlo de ella, aunque la verdad es que yo también quiero que me toque.

Mis labios la recorren, su boca es exquisita, pero pasear mi lengua por los picos erectos mientras sus caderas se mueven pidiendo que la toquen allí abajo, solo hace que mi mano baje y mis dedos se cuelen por el encaje que está empapado por su excitación.

— Necesito tocarte — jadea desesperada bajando los brazos por querer tocarme, está vez no la obligado a volver a su posición, solamente dejó que me rodee el cuello y busque mi boca con desespero.

— ¿Que quieres princezzin? — interrogo mientras mis dedos se untan con su cremosidad — ¿Necesitas que haga esto...? — introduzco uno en su interior haciendo que ella gima y arquee la espalda.

No dice nada, su aliento choca con el mío y siento que en cualquier momento voy a romper su lindo encaje y me pierdo en su interior. Sin embargo, me contengo saboreando sus labios, penetrándola con mis dedos y sintiendo cómo se va deshaciendo debajo de mí.

— M-me estás enloqueciendo — murmura y apenas abre los ojos para mirarme.

— Y tú me estás volviendo loco a mí nena — la beso y me aparto dejando que ella disfrute de esto.

No sé cuánto tiempo tenemos, la puerta tiene seguro, pero debo aprovechar cada segundo con ella a mi lado. Bajo poco a poco desde sus pechos, saboreando el placer de sus picos erectos. La mano que tengo libre, busca apretar sus montículos llevándolos a la boca, mi lengua saborea sus pezones, mientras chupo y muerdo un poco causándole un poquito de dolor. Un segundo dígito se introduce en su interior y sé que está a punto de venirse.




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